José Vicente Scorza

En una de las mudanzas de mayo de este año, recordaba los nombres que simbolizaban en nuestra universidad, en el NURR particularmente, la creatividad y la mentalidad intranquila. En vida, sus amigos quisieron homenajear al viejo Scorza colocándole su nombre a la biblioteca de Postgrado en la sede de Carmona del Núcleo “Rafael Rangel” de la Universidad de los Andes en Trujillo-Venezuela. José Vicente Scorza es un nombre de la universidad  atrayente, creativa y subversiva. Es un hombre bueno, es un nombre memorable, murió hace pocos días, partió hasta otros lugares del universo. Toda una vida comprometida con la búsqueda de lo mejor, biólogo e investigador de las endemias parasitarias tropicales y subversivo frente a las endemias sociales de lo injusto. Ayudó a formar y crecer la parte buena de la universidad y del país. Desde su ímpetu deja una senda llena de buenos ejemplos. Decía que sin contenido social la ciencia estaba vacía.

Eso lo hizo emérito de la solidaridad y de la ciencia misma. Hasta en la cárcel, cuando estuvo preso en la década de los sesenta, logró montar un laboratorio. Decano tanto en la UCV como en la ULA, nacido en Caracas en la parroquia San José en 1924, terminó dándole a Trujillo muchos años de su existencia hidalga. Hijo de algo: “vine por tres meses y ya llevo más de 25 años” le confiesa al periodista Pablo J. Hernández. Es fundador del Instituto de Investigaciones “José Witremundo Torrealba”. Desde su serio compromiso con la vida dio lo mejor de sí. Como oficial de las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional (FALN) fabricó armas. Como profesor e investigador daba lo mejor de sí en sus clases y en las comunidades. Se habla en el país de “la escuela scorziana”, buena cosecha de su impronta creadora. Un venezolano de la mejor estirpe de dignidad, un universitario metido en su elevadura puntual para hacerla crecer desde esa combinatoria de subversivo y científico.

Una fotografía singular: El periodista Enrique Contreras entrevista a Scorza para la revista Utopía. Al lado sonreído Francisco Prada, el entrañable “Flaco”. Una generación comprometida, continuadora del orgullo venezolano por la libertad.  En el Prólogo que hace Francisco Prada para el libro de Scorza, Ciencia y Subversión, dice que es “una invitación a crear ciencia para la emancipación de pueblos y naciones”. Seres de mentalidad intranquila, movidos en el seno de lo que buscan sin calcular y sin esperar prebendas. Honestidad, pensamiento y acción es su guerra combinada. Altura frente a lo bufo y corrompido. Mescolanza con la gente común para abrir puertas cerradas. Junto con otros investigadores y estudiantes la práctica scorziana forma parte de la memoria de lo bueno. Cuestionaba a los malos dadores de clase: “La Universidad se despachó a ella misma y se convirtió, en muchos casos, en centro de corrupción.”

 

inyoinyo@gmail.com



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