Imaginemos a dos mujeres presenciando una ejecución pública en una país tradicionalista. Una de ellas es una ferviente convencida de la bondad de las tradiciones punitivas de su país, sancionadas por su religión. La otra es una observadora extranjera enviada a cubrir el evento para un informe de derechos humanos. Cuando el sable del verdugo corta la cabeza del preso, el público ruge con entusiasmo. Mientras la aficionada local se une a la algarabía, la observadora queda impresionada y asqueada, igual que lo estarán sus lectores cuando el informe se publique en su país (...) ¿De dónde provienen estos sentimientos extremos y opuestos?
Luis Zaballa – Polis. Historia Natural de la Sociedad -
El país está en la hecatombe. Es tal el grado de magnitud de la crisis que ya nada sorprende. El madurismo se ha quitado la careta. Se ha desnudado como lo peor del fascismo, el estalinismo y el nazismo.
Estamos frente a un gobierno, en el cual aparecen todo tipo de corruptelas y verdugos que imponen sus propios códigos de justicia sobre la Constitución Nacional y las leyes. Hemos visto el cómo, quienes ayer ejercieron roles de ministros, gobernadores, directivos de empresas del Estado, (entre ellas de la estatal petrolera), magistrados y seudoempresarios relacionados con los tentáculos malandros del poder, se encuentran en exilios dorados, luego de haber saqueado la patria, mientras Maduro y la cúpula del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), se convierten en inertes o actúan como ignorantes ante tales hechos.
Asimismo, en el tumultuoso desangre del país, han aparecido hasta directivas de la Corporación Eléctrica Nacional (Corpoelec)¹ o detectives de la policía científica², una como supuesta “jefa” de una banda dedicada al sicariato, y otra enturbiada como informante de la delincuencia urbana, lo cual en ambos casos revela, que el protagonismo que ejerce el sexo femenino sobre el gobierno en diversas “instituciones”, ha llegado más allá de la vinculación con la política corrupta, incursionando en espacios que atentan hasta con la vida de los ciudadanos.
La crisis asistencial en Venezuela es terrible. La escasez de medicinas para cualquier tipo de patología, aunado con la reaparición de enfermedades como la difteria o la malaria, anuncian la quiebra del sistema público de salud. Ya ni siquiera aparecen cifras de “Barrio Adentro” porque nada positivo puede originarse de un “sistema”, al que sólo le quedó el nombre, porque fue destruido en su integridad social.
La educación vive momentos muy precarios. En un país, cuya tasa de crecimiento demográfica es alta, apenas se construyen, a partir de lo que dicen voceros oficiales, unas dos centenas de “nuevas escuelas” por año, cuando otra cantidad no precisada, pero muy importante, y probablemente muy superior sobre las que dicen “construir”, se encuentran en ruinas.
El Ministerio del Poder Popular para la Educación (MPPE) se niega a publicar los datos sobre deserción escolar, los cuales, (y ellos lo saben), ascendieron en el año escolar 2015-2016, hasta un 27,5%. Tal situación se combina con el aumento en la delincuencia juvenil y embarazo en adolescentes, que nos ubica como una de las naciones más violentas del mundo, y la primera en Surámerica en ver a niñas trayendo niños al mundo. Una tragedia para nuestra sociedad que sólo nos garantiza la extensión del cordón umbilical de la pobreza.
Pero, lo grave de la anomia descrita, es que la misma se profundiza cuando el gobernador del estado Táchira, José Vielma Mora, con unas infelices declaraciones, afirma que las políticas de “abastecimiento”, es decir, importación desde Colombia hasta su entidad federal (por cierto, aplicadas también en Nueva Esparta), serán trasladadas hasta la capital de la República; verbigracia, se ufana en que venderán todos los productos con “precios internacionales”³, y diría yo, con precios más altos.
Con tal política, el gobierno logrará, sin duda, eliminar las grandes colas, puesto que no habrá ningún producto regulado que comprar, pero seremos muy pocos, quienes con míseros salarios en bolívares (menos de un dólar diario, a tasa oficial), vamos a poder adquirir esos productos con precios dolarizados. Hemos pasado de vender los alimentos con precios regulados, para ahora vender la comida con precios fijados por el más rancio neoliberalismo salvaje, según indique la tasa del mercado cambiario ¿Es este un gobierno “socialista” o capitalista?
El madurismo está acabando con los pobres. Ayer eran colas para comprar productos regulados. Mañana serán colas de venezolanos en el medio de la basura, tratanto de encontrar un mendrugo para no morir de hambre. Hoy tenemos una élite corrupta y tradicionalista que se enerva de risa, al vernos agonizar lentamente como pueblo.
Venezuela en toda su extensión humana está sufriendo, llorando y muriendo, al ver, cómo el déspota madurismo, malviviente, insensible y ataviado con el manto de la moralina, se convierte en nuestro verdugo. Estamos a la merced de un gobierno que a diario nos fusila con sus infelices declaraciones y acciones. A propósito de ser ciego. Quien tenga ojos que vea.
¹http://www.aporrea.org/ddhh/n297327.html
²http://www.el-nacional.com/sucesos/Detenida-Cicpc-suministrar-informacion-Danielito_0_933506694.html
³ http://linkis.com/www.el-nacional.com/jb8QN