“Ahí esta Bolívar en el cielo de América, sentado aún en la Roca de crear, con el inca al lado y el haz de banderas a los pies. Ahí está él, calzadas aún las botas de campaña, porque lo que él no dejo hecho, sin hacer está hoy. Porque Bolívar tiene que hacer en América todavía” (José Martí)
Un fantasma recorre desde la profundidad de las raíces nacional-populares al mundo entero, es el Socialismo del siglo XXI. No se trata de la ideología de una clase-sujeto de la historia, ni el dogma de una vanguardia de aparato, se trata de algo más complejo y multiforme, se trata del horizonte socialista del “sujeto” popular, nacional y revolucionario.¿Pero se trata de cual sujeto?. Se trata de la construcción de una nueva identidad social, política y cultural para la izquierda anticapitalista, que asume la crisis de la idea de sujeto dominante en la Modernidad occidental. Ni el individualismo-posesivo ni el sujeto-clase, tal vez se acerca a la multiplicidad de singularidades en movimiento que protagoniza una “revolución contra el capital”.
Además de explotación y conflictos de clase, se trata de opresión, de discriminación, de exclusión, de injusticia, de dominación y hegemonía en determinadas coordenadas histórico-culturales. Se trata tanto de políticas de igualdad y justicia social como de política de reconocimiento y de diferencia. Se trata de las pasiones, razones y aspiraciones que emergen desde los mundos de vida que luchan contra diversas formas de dominio, no de intereses o conciencias clarificadas por la superioridad de un dogma, de una doctrina canonizada. Ya la etapa del dogma neoliberal nos enseñó a resistir e impugnar la figura más perversa del capital global: el pensamiento único de derecha. Ahora, falta prevenir la aparición de las nostalgias de aparato, el dogma inamovible, los residuos del estalinismo-burocrático.
Ya es historia, el pluri-verso socialista y el polifónico marxismo forman parte del patrimonio de luchas de los movimientos de resistencia, impugnación y esperanza para enfrentar el desorden capitalista neoliberal. Pero aportes no significa que todo se reduce a Marx y al polifónico marxismo. Hay de esto y mucho más. Hay sobre todo raíces nacional-populares, culturas de resistencia, de impugnación y esperanza.
Hay que reconocer que mucho dañó ha hecho el verticalismo de una línea ideológica oficial, la imposición de un pensamiento único de izquierda sobre la corriente histórico-social del campo nacional-popular en América Latina. Las movilizaciones nacional-populares más importantes de la historia de América latina se realizaron a pesar de los dictados de los aparatos burocráticos de línea marxista-leninista. Esta subcultura de izquierda no se constituyó en alternativa frente al reformismo socialdemócrata, frente al liberalismo-conservador o frente a las dictaduras oligárquicas. El “marxismo-leninismo”, como dogma de aparato, solo sirvió para administrar un dispositivo de aniquilamiento de un horizonte socialista desde nuestra América y para nuestra América. Sustituyó la especificidad histórica por la descontextualización y la aplicación de recetas infalibles. Se constituyó en mentalidad de partido único.
No hay que importar dogmas de manuales, si aplicar recetas infalibles porque lo dijo una sacrosanta autoridad de un aparato político. Hay que inventar el Socialismo del siglo XXI desde abajo, desde las bases y desde los márgenes, desde la experiencia de la opresión, para fecundar pensamientos contra-hegemónicos, teorías liberadoras, praxis de emancipación, de igualdad, libertad y justicia social.
En Venezuela, el proceso de desmontaje del colonialismo de izquierda y derecha ha sido lento. Un colonialismo que se expresa en el dogma de la “modernización capitalista”, del “elitismo democrático” y el liberalismo-positivismo por la derecha, y por otra parte, en el dogma de la “modernización socialista”, el partido único-estado y del marxismo leninismo por la izquierda. Ambos dogmas modernos, coloniales y euro-céntricos. Hace falta escuchar las voces de Nuestra América profunda:
“El sistema de gobierno más perfecto, es aquel que produce la mayor suma de felicidad posible,
la mayor suma de seguridad social y la mayor suma de estabilidad política”
Simón Bolívar
Bolívar no soñó Repúblicas aéreas, aunque murió sintiendo que había arado en el mar. No pudo edificar una integración americana liberadora, pero dejo un proyecto que se inscribe en el horizonte de las luchas populares y nacionales anticoloniales y antiimperialistas. Dejo un legado de acciones e ideales:
“Es mi opinión, que el fundamento de nuestro sistema de gobierno, depende inmediata y exclusivamente de la igualdad establecida… que los hombres nacen todos con derechos iguales a los bienes de la sociedad…
Simón Bolívar
Inspirado por la profundidad creadora de su Maestro: Simón Rodríguez reconocía la particularidad y especificidad de las circunstancias históricos-culturales donde se ubicaba su lucha. El Maestro proyectaba su voz:
“¿Dónde iremos a buscar modelos?. La América Española es original. Originales han de ser sus instituciones y Gobierno. Y originales los medios de fundar otras. O inventamos o erramos”.
Simón Rodríguez
Más audaz que Bolívar en muchos aspectos, Samuel Robinson planteaba:
“Napoleón quería gobernar al género humano,
Bolívar quería que se gobernara por si, y
Yo quiero que aprendan a gobernarse.
(Simón Rodríguez)
Que el pueblo se auto-gobierne, idea democrática radical por excelencia, educación para el auto-gobierno, desarrollo de capacidades para ejercer el gobierno sin el dominio de clases dominantes, elites u oligarquías. Estas son las raíces nacional-populares que fecundan el trabajo de invención del Nuevo Socialismo. Se trata, sin embargo de una lucha con una dosis importante de contingencia e incertidumbre. Ezequiel Zamora, el guerrero militar lo sabía. Los ideales bolivarianos de la Independencia habían sido traicionados por el bloque social dominante, por antiguos aliados de Bolívar. Había que:
“Seguir adelante con una imperiosa necesidad para quitarnos el yugo de la oprobiosa oligarquía y para que, opóngase quién se opusiere, y cueste lo que costare,
Llegaremos por fin a conseguir las grandes conquistas que fueron el lema de la independencia”
(Ezequiel Zamora)
Se trata de culminar los ideales de la Independencia. Esto significa que no hubo Independencia real. Vivimos en el marco de la sub-alternidad, de la dependencia y el subdesarrollo. Todavía persiste el colonialismo interno y el imperialismo en el sistema mundial. La independencia no llegará desde afuera como una conciencia que se importa, como decía quién pretendió consolidar una doctrina marxista en la socialdemocracia de la II Internacional Europea, el renegado Kaustky. Se trata de una conciencia que nace de adentro, desde dentro, como muy bien lo enseño Freire, de una conciencia problematizadora del mundo de vida de la opresión. El nuevo Socialismo del siglo XXI se construye desde las experiencias de las luchas nacionales y populares, es el “Socialismo Endógeno”.
El sujeto nacional-popular, como movimiento unitario de lo diverso, construye en las luchas sus formas de conciencia, y estas no dependen de una teoría elaborada por un estrato intelectual separado del sentir y la vivencia de quienes están siendo explotados, dominados, discriminados y manipulados a través de símbolos y lenguajes hegemónicos.
El “pueblo” no es homogéneo, es diverso, sabe, siente, intuye, comprende e interpreta desde múltiples referencias críticas, pero también el pueblo ha sido expropiado de las voces de impugnación, de sus medios de expresión y de herramientas que permitan colocar las luchas “de tu a tu” con el bloque social dominante. Estas capacidades nacen desde las luchas, apropiándose de los instrumentos y medios simbólicos de los sectores dominantes, conociendo sus falacias, sus valores y sus trampas de pensamiento: el derecho, las filosofías, las ciencias, el arte cruzadas por intereses, por perspectivas, por juicios de valor. Una reapropiación de los códigos dominantes para subvertirlos es un aspecto fundamental de la lucha político-cultural contra-hegemónica. Reapropiación, resignificación, subversión, desnaturalización, inversión del sentido y los significados dominantes, lucha contra el “sentido común dominante”, contra la lengua legítima y los discursos hegemónicos. Impugnación del liberalismo, del conservadurismo, del positivismo, del colonialismo intelectual.
El sujeto nacional-popular no requiere del control vertical de sus formas de conciencia, de un centinela ideológico, de recetas y dogmas, de palabras vacías para sus vivencias. Requiere de herramientas, de capacidades para la lucha, no de nuevos fetichismos teóricos. El “marxismo-leninismo”, al igual que todo el pensamiento domesticador de derechas, representa para los sujetos nacional-populares de nuestra América no el “socialismo científico”, sino el dogma de la concepción bancaria en la formación político-cultural. Una cosa es el polifónico y heterogéneo marxismo, otra cosa el dogma marxista-leninista En una época de cuestionamiento al pensamiento reduccionista, simplificador, unitario, mono-cultural, determinista: ¿podrá el pueblo aprender a gobernarse desde un pensamiento único de izquierda?.
Las razones de considerar al Socialista Indo-americano: José Carlos Mariategui como un “populista” por los estalinistas de entonces era claras, a la creatividad propia la llamaban desviación ideológica, al pensamiento crítico los califican de trotskysmo o de traición ideológica. El estalinismo-burocrático es una figura del platonismo. Un catalogo de tipos sociales de desviación social y política fue elaborada por esta policía de pensamiento. La revolución socialista requería de otras invenciones para Nuestra América:
“No queremos, ciertamente, que el socialismo sea en América calco y copia. Debe ser creación heroica. Tenemos que dar vida, con nuestra propia realidad, en nuestro propio lenguaje, al socialismo indo-americano.
He aquí una misión digna de una generación nueva”.
(Mariategui)
Esta larga introducción para plantear que hemos llegado a una encrucijada para proponer una revolución democrática del poder constituyente como vía de transformación como horizonte socialista:
“Hemos asumido el compromiso de dirigir la Revolución Bolivariana hacia el socialismo y contribuir a la senda del socialismo, un socialismo del siglo XXI
que se basa en la solidaridad, en la fraternidad, en el amor, en la libertad y en la igualdad”.
(Hugo Chávez)
“El Socialismo que estamos planteando no está reñido con la democracia- como algunos creen o pudieran creer. En otras épocas, las cosas se plantearon en forma diferente. Eran otras realidades y otras circunstancias. Sabemos que uno de los planteamientos de Carlos Marx es precisamente el de la Dictadura del proletariado, pero eso no es viable para Venezuela en esta época. ¡Ese no será nuestro camino!. Nuestro Proyecto es esencialmente democrático. Hablamos de democracia popular, democracia participativa, democracia protagónica.”(Chávez; discurso de la unidad, 33-34)
En pocas palabras, siguiendo a Robinson y Rosa Luxemburgo: O inventamos el Socialismo del siglo XXI o erraremos en la Barbarie. Esta fórmula reúne la encrucijada histórico-cultural donde nos encontramos. Hay que evitar la barbarie capitalista pero también la barbarie estalinista: hay que evitar la barbarie de la Modernidad Occidental, la barbarie civilizada. He aquí la dura tarea. Y para evitarlo hay que asimilar la fecundidad de una nueva democracia radical, participativa y protagónica. Sin democracia radical, sin protagonismo popular, sin participación no habrá Socialismo.
Para algunas figuras del estalinismo-burocrático no existe ningún socialismo del siglo XXI. Reducen el Horizonte Socialista a una interpretación dogmática del marxismo; consideran la cogestión, cooperación y la autogestión de los trabajadores como fantasías de neo-utopistas.
La gran revolución venezolana no solo implica industrializar al país. Esta es una falacia modernizadora de izquierda Pasar de una sociedad rentista a una “productivista” no es la solución. El industrialismo está en crisis, y esta crisis se expresa en la crisis ambiental. Solo será posible salir de la crisis desde una industrialización ambientalmente sustentable, y esto implica romper de raíz con la falacia desarrollista. El Nuevo socialismo del siglo XXI es Eco-Socialismo si quiere ofrecer una alternativa al capitalismo eco-cida.
Cuando el estalinismo-burocrático presume que lo importante es que industrialicemos el país, sueña con los planes quinquenales y la acumulación originaria socialista de Stalin. Están equivocados, no se trata de aumentar la eficiencia y la productividad. El dogma de las fuerzas productivas ha estallado. Una verdadera alternativa trata de la construcción de una economía política para producir bienes y servicios para la calidad de vida. Esto supone una revolución cultural de las necesidades y los patrones de consumo. No hay que copiar el fracaso industrialista, productivista y burocrático-instrumental. La naturaleza espera otra modalidad de relación no destructiva. Pensar más desde la reproducción humana y ambiental, que desde el productivismo.
Un socialismo cristiano es parte del Horizonte Socialista, igual que el indo-americano, el posmoderno, el postcolonial, el ecológico, el feminista, el marxista, el humanista. El Socialismo no es exclusivamente marxista. El horizonte Socialista además acentúa el sentido de la dignidad nacional como identidad cultural de un pueblo. La dignidad se puede transformar en una fuerza material. El socialismo del siglo XXI no es una fantasía cualquiera, es el mito-pasión de un movimiento contra el capital. No solo se trata de satisfacer las necesidades. Se trata de problematizar el régimen de necesidades del capital.
El Socialismo del siglo XXI no representa exclusivamente a una clase determinada de una sociedad, esto es “obrerismo”, que en América Latina y el mundo no significa política de mayorías, y por tanto una política democrático-radical. Las estructuras de clases no se han simplificado en campos antagónicos mono-clasistas, se han diferenciado y vuelto heterogéneos, en coaliciones poli-clasistas. La polarización implica una combinación de explotación, super-explotación y exclusión social. Una política de mayorías incluye y reconstruye el sistema de estratificación social, revirtiendo la desigualdad, la exclusión y la polarización social. De allí la política igualitaria. Pero también el nuevo socialismo trata con diversos tipos de opresión: el racismo, el sexismo, el patriarcado, la discriminación étnica. Se trata también de una política de justicia cultural: de trato de igual dignidad frente a las diferencias. El Nuevo Socialismo implica la construcción de un nuevo bloque histórico, un bloque histórico nacional-popular, democrático y revolucionario.
La estrategia diseñada por los comunistas venezolanos en el IV y V Plenos del Comité Central del Partido Comunista de Venezuela, los días 21 de diciembre de 2006 y 18 de enero de 2007, tiene demasiados residuos estalinistas-burocráticos. Todavía suponen que unos pocos comunistas esclarecidos podrán acelerar el trabajo ideológico y político en la transición al socialismo científico, al socialismo marxista-leninista verdadero. Esto es una aberración histórica, teórica y ético-política. Esto es una regresión al estalinismo más burdo. Esta es una posición antidemocrática y autoritaria.
El estalinismo-burocrático adolece de la arrogancia de la “pureza moral”, rasgo que Barrington Moore ha reconstruido como atributo de una política reaccionaria. Si bien es cierto que la revolución de nuestra América tiene un “carácter antiimperialista”, el rumbo socialista no debe fundamentarse exclusivamente en una versión autoritaria y dogmática del marxismo. Así mismo, la crisis del marxismo ortodoxo es un dato de la realidad contemporánea. Ese marxismo no da respuestas “científicas” a la búsqueda de estrategias para derrotar al capitalismo y construir una sociedad socialista”. El “marxismo científico” es un sinsentido, es una desfiguración del núcleo ético-político del marxismo, como crítica teórica a la economía política del capital. El marxismo es una crítica de las ciencias histórico sociales, funcionales y reproductoras del orden capitalista. En fin, el marxismo-leninismo es una cruda impostura teórica.
Por otra parte, una organización unitaria socialista no tiene que ser leninista, “sin fisuras ni fracciones”. La actuación de grupos, corrientes y tendencias fue fecunda en la propia revolución bolchevique hasta que el X Congreso en 1921 liquido la democracia interna. Debe superarse la falsa antinomia entre partido de cuadros y partido de masas, siendo al mismo tiempo una organización de bases y escuela política de formación de dirigentes. La lucha contra “arribistas, burócratas, corruptos” debe hacerse en el marco de una plena democracia interna. El centralismo burocrático debe conjurarse. Será una organización poli-clasista pero del bloque social nacional-popular, pues los intereses y aspiraciones que cuestionan el orden del capital global neoliberal, responden a diversos intereses sectoriales y de movimientos sociales.
Se trata de una nueva hegemonía nacional-popular, pluralista y socialista. Es en consecuencia un pluri-verso socialista, un horizonte socialista heterodoxo, revolucionario y crítico. Una convergencia de pasiones, razones y esperanzas para construir formas de vida dignas desde la escala humana y ambiental. Es un nuevo socialismo radical-democrático, cuestionando tanto la izquierda liberal-socialdemócrata como el dogmatismo de izquierda: el marxismo-leninismo. Es el nuevo horizonte socialista, que desde la raíz nacional-popular construye una política de mayorías democráticas, una política cuyo eje principal son las clases populares, pero que construya un nuevo proyecto histórico, prefigurando nuevos proyectos nacionales para Nuestra América y el Mundo. Como planteó Mariategui:
“La revolución latinoamericana será nada más y nada menos que una etapa, una fase de la revolución mundial. Será simple y puramente la revolución socialista. A esta palabra, agregad, según los casos, las palabras que queráis: ‘antiimperialista’, ‘agrarista’, ‘nacional-revolucionaria’. El socialismo los antecede, los supone, los abarca a todos. A Norte América capitalista, plutocrática, imperialista, sólo es posible oponer eficazmente una América, latina o íbera, socialista”.