Francis Fukuyama, ha
sido catalogado por cierta prensa, como “el pensador de mayor influencia
de los últimos tiempos”. Algunos ignorantes lo ignoran todavía,
que pese la gran acogida que todavía tiene en ciertos círculos “intelectuales”,
muy conspicuos ellos por cierto, que sus intervenciones producen algunas
veces gran alharaca, ocultándole al gran público que es un irremediable
“bate quebrao”.
Este señor elaboró
una teoría, que muchos atrevidos e irresponsables llamaron “filosofía”
que se le ocurrió con motivo del derrumbe del Muro de Berlín y la
caída de la Unión Soviética. Según él y sin basamento científico-histórico
alguno, el mundo se unificaría alrededor de los principios de la mal
llamada “democracia occidental”. Más allá no había nada más.
Bueno es recordar lo siguiente: Antes de los viajes pre-colombinos,
la creencia generalizada era que la tierra, siendo plana, y una vez
que se hubiera alcanzado cierto límite en el horizonte, sobrevendría
el caos, porque necesariamente se llegaba al fin. No había nada más,
de modo que para poder estar a salvo, había que regresar a “tierra
firme”. Tan era así de creíble, que en Galicia existe un pueblo
de gran belleza y que está ubicado en un cabo llamado Finisterre (finis
terrae, fin de la tierra). Este punto geográfico significaba, no sólo
la culminación de la Ruta de Santiago, sino que era también el fin
de todo el mundo conocido para entonces. Se cuenta que las tropas romanas,
cuando allí llegaron, contemplaron sobrecogidos y con asombro el horizonte
infinito, más allá del cual no había nada más. Así podría ilustrarse
su tesis. Lo que no era cierto entonces, tampoco lo es hoy.
En su libro "El
Fin de la Historia y el Último Hombre" (Editorial Planeta,
1.992), que pocos han leído y muchos citan, expresa, en líneas gruesas,
que la historia humana como lucha entre ideologías había concluido,
que se había dado inicio a un mundo maravilloso basado en la política
y la economía neo-liberal que se había impuesto a la utopía tras
el fin de la Guerra Fría. Basado en un ensayo publicado en 1.989 titulado
¿El Fin de la Historia?”, y al darse cuenta del colapso de la
URSS y de los países de Europa del Este, y con el muro de Berlín derribado
era “lógico” pensar que el fin de la historia había sobrevenido.
El clímax del capitalismo, la hora de la victoria definitiva de Occidente
y de su cultura, su modo de vida, su sistema económico, era el orgasmo
del intelecto. ¡Ah! Por ironías de la historia, en 1.989 estallaba
el “Caracazo” y el 4 de febrero de 1.992 se produciría el alzamiento
de Chávez. Ambos acontecimientos serían y son irrelevantes.
El académico español José Lorenzo Arribas, de la Universidad Complutense de Madrid, lo dijo:
“La
unión de una poderosa campaña de divulgación, y una fuerte inversión
para lanzar editorialmente el nuevo credo (maniobras denunciadas en
Fontana 1992), propició la extraordinaria difusión de un libro del
que fuera director adjunto de planificación política en el Departamento
de Estado de Estados Unidos. Su celebérrimo ensayo
“¿El Fin de la Historia?”, un breve artículo inicial convertido
en grueso volumen de casi quinientas páginas posteriormente, propició
a su vez, un alineamiento desde diferentes ámbitos del conocimiento,
especialmente relevante desde la ciencia de la historia
La inspiración intelectual
de Fukuyama “y que” provenía de Hegel. A según, (como dicen en
Choroní) el motor de la historia no era otro que el deseo de reconocimiento.
El “thimos” platónico se habría paralizado actualidad con
el fracaso del régimen soviético, del llamado socialismo real, hecho
que demostraba que la única opción posible para la especie humana
era el neo-liberalismo, era la democracia interpretada de acuerdo a
este sistema, lo que se constituiría así en el llamado “pensamiento
único”: Las ideologías ya no serían necesarias y serían sustituidas
por la economía. Estados Unidos se convertiría en la realización
del sueño marxista de una sociedad sin clases. ¡Qué molleja primo!
Déjenme decirles algo
mejor: A este ilustre pensador se le pasaron algunos “pequeños”
detalles que no fueron tomados en consideración para la elaboración
de su extraordinaria tesis, como por ejemplo, la lucha de clases, la
pobreza en el mundo, las ansias de liberación de los pueblos, el resurgimiento
de las creencias religiosas en su esencia inicial, etc. Era muy “lógico”
desdeñar estos elementos de estudio, porque ¿a quién se le iba ocurrir
que estas basurillas sociológicas pudieran conmover el orden establecido
con tan inusual fortaleza, no sólo en lo militar, sino también en
lo político y ahora en lo filosófico? Lo grave del asunto no es lo
que haya dicho o escrito en su oportunidad, sino que los más grandes
“intelectuales” del mundo comentaban con una mezcla de entusiasmo,
admiración y envidia el hecho de que a este engendro gringo-japonés
se le hubiera ocurrido elaborar una teoría tan bien concebida y expresada
con el más grande rigor científico. Aquellos que no creímos en ese
esperpento éramos objeto de burlas, malos chistes, y los más amables
nos abordaban, como dicen los españoles, con chascarrillos que no dejaban
de zaherirnos.
No pasó mucho tiempo cuando esta “summa theoría” comenzó a hacer aguas, todo ello dentro del más sepulcral de los silencios de la gran prensa. Resulta que la pobreza era muy evidente porque había pobres y estos estaban allí, aunque muchos habían muerto de hambre; que había lucha de clases, que desgraciadamente no era un invento del Karl Marx, ahora “demodé”, etc.; y que estos fenómenos inocultables entraron rápidamente en ebullición, para angustia de sus corifeos. Lenta pero inexorablemente este señor comenzó a ver con asombro, angustia, preocupación y culillo cómo todo se derrumbaba dentro de él. Sin embargo seguía hablando y escribiendo pamplinadas, para tratar de ocultar lo que ya no podía ocultar, hasta que llegó el momento de asomar algo que tímidamente, como quien no quiere la cosa, fue anunciado así:
“Fukuyama,
uno de los máximos referentes mundiales en temas de política internacional,
declaró que el Islam radical, la democracia a escala internacional,
la pobreza y la falta de control sobre nuevas tecnologías se constituyen
en desafíos que complican el avance de las sociedades en el camino
de la modernización”.
¿Entendieron, pi’azos de brutos? ¿Qué podemos pensar de un pensador que terminó pensando así:
“En
cuanto al Islam, Fukuyama explicó que la resistencia a la modernización
de parte de grupos radicales no proviene de personas de países fundamentalistas,
como Irán, Afganistán o Arabia Saudita, sino que de musulmanes que
vivieron en países occidentales y que nunca asimilaron este sistema.
Se trata, dijo el intelectual, de hijos de inmigrantes de segunda generación
que no fueron partes de la sociedad en que estaban inmersos, que no
tienen clara su identidad y en los cuales el mensaje de Osama Bin Laden
puede tener gran acogida”.
Para terminar de redondear estas especulaciones pseudo-científicas y contra-natura del nipo-gringo, me permito citar lo siguiente (pónganse las alpargatas que lo que viene es joropo y se me encaraman en la talanquera):
“El segundo obstáculo planteado por Fukuyama y que afecta a la modernización, tiene que ver con problemas que complican a las democracias a escala internacional. En esta línea, dijo que hacen falta más instituciones internacionales poderosas, que compitan entre sí y que puedan ejercer mayores controles que los que existen actualmente. Otro obstáculo mencionado por el autor de "El Fin de la Historia" fue la pobreza y desarrollo económico en algunos estados. Sostuvo que es mucho más fácil crear una democracia en países relativamente ricos, con ingresos “per capita” de 5 ó 6 mil dólares, y no en aquellos en que las poblaciones sobreviven con menos de un dólar al día. A su juicio, también existen otras dificultades como el problema de la falta de instituciones fuertes que defiendan los derechos de los individuos y también el Estado de derecho. Puso como ejemplo positivo los avances institucionales que están teniendo algunos países en América Latina. Mencionó el caso de México, en el que destacó los progresos en materia de transparencia electoral …”.
Fukuyama, hecho el pendejo, se hizo pasar siempre como “científico”, no obstante no le tembló el pulso para apoyar el llamado “Proyecto para el Nuevo Siglo Americano”, durante la época de Bill Clinton y considerado como uno de los núcleos de pensamiento de los llamados “neoconservadores”, especialmente en política exterior. Firmó este documento junto con Dick Cheney, Paul Wolfowitz, Donald Rumsfeld y Lewis Scooter Libby, todos ellos con destacada actuación en el actual gobierno de Bush. ¡Una guará!, como dicen en Barquisimeto.
Como veía que sus compañeritos estaban cometiendo desatinos y poniendo una buena defecada, no sólo en lo político, sino en lo militar y lo que es más grave en lo económico, y porque quedaba desnudo ante la opinión pública internacional, no vaciló en recular y empezó a mostrase “crítico” con los llamados neo conservadores, cariñosamente llamados “neocons”. En un reciente artículo publicado en el diario inglés “The Guardian”, donde habla de su próximo libro “Después del Neocons: América en una Encrucijada”, se aparta con críticas a la corriente, expresando que “El neoconservadurismo ha evolucionado en algo que yo ya no puedo apoyar”.
Estas sucintas referencias
se requieren para comentar una de las últimas “gracias” que
este señor ha producido, y esta vez, nada más y nada menos que para
denostar de Venezuela y de su Presidente en un reciente artículo publicado
en “The Washington Post” titulado “El
chavismo no puede ser el futuro de Latinoamérica”. No voy a tomarme la molestia de comentar “in
extenso” tal artículo, sino mostrarles algunas perlas, para que tengan
idea de los pasos que está dando este “académico”:
1. Hay
propuesta una legislación que limitaría el financiamiento extranjero
y que pronto también pudiera estrangular a las organizaciones no gubernamentales.
Y la gente que firmó a favor de un referendo revocatorio en el 2004
se quedó sin trabajo.
2.
En diciembre colapsó un puente que unía la capital a Caracas con su
aeropuerto, desviando el tráfico hacia las montañas y convirtiendo
un viaje de 45 minutos en uno de varias horas. Ahora, una carretera
de emergencia de 2 vías sostiene el tráfico; la renovación del puente
demorará meses. El puente es el epítome de lo que pasa en la Venezuela
de hoy. Mientras Chávez va en avión de propulsión a Minsk y Teherán,
en busca de influencia y prestigio, las infraestructuras del país colapsan.
3. En
realidad, América Latina ha presenciado un viraje hacia esta izquierda
postmoderna en algunos países, incluyendo a Bolivia, donde Evo Morales,
espíritu afín a Chávez, ganó la presidencia el año pasado. Sin
embargo, las tendencias dominantes en el hemisferio son fundamentalmente
positivas. La democracia se está fortaleciendo y las reformas políticas
y económicas que se están emprendiendo auguran un bien para el futuro.
Venezuela no es un modelo para la región. Su camino es único, es el
producto de una maldición de recursos naturales que la hace más comparable
con Irán y con Rusia que con ninguno de sus vecinos de América Latina.
El chavismo no es el futuro de América Latina. Si es algo, es su pasado.
¿Cómo terminó Venezuela en esa situación? La respuesta es petróleo,
petróleo, petróleo.
4. La
peculiar historia de Venezuela muestra qué
Chávez no representa el futuro de la región. Países como Brasil,
México y Perú, que carecen de los recursos petroleros de Venezuela,
saben que no pueden progresar sobre la base de esas políticas inefectivas;
han experimentado con ellas y se han quemado.
Hay mucho que cortar,
pero mejor es que por ahora deje esto así. Lo que no puedo dejar de
comentar es lo siguiente: Este señor habla de la “peculiar historia
de Venezuela” para hacer su análisis y yo me pregunto. ¿Cuál historia?
La que el liquidó o la que está inventando. Este señor, que está
mas rayado que un tigre, quiere ahora levantar vuelo atacando a nuestro
proceso revolucionario y no tiene empacho alguno para hablar tan malamente
del viaducto que no construyó Chávez y que ahora está a punto de
ser reinaugurado. México, Perú y Brasil se arruinaron económicamente,
no por las políticas de Chávez, sino por todo lo contrario: por aplicar
paquetes y recetas neo-liberales; y si Argentina ha alcanzado un progreso
notable desde el punto de vista económico es precisamente por reconocer
que el futuro de América Latina no está en el neo-liberalismo. Si
toda la gente que firmó contra Chávez para propiciar el referendo
revocatorio se quedó sin empleo ¿cómo es posible que los indicadores
estadísticos señalen que la tasa de desempleo haya bajado tan drásticamente
en los últimos años?
Después de los tantos
“aciertos” que ha tenido el señor Francis Fukuyama, sólo me queda
darle mis más expresivas gracias por dedicarle a nuestro Presidente
y a nuestro país esas reflexiones surgidas de su coco luminoso, porque
de seguro le saldrá nuevamente el tiro por la culata.
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