Las bases del capitalismo están apoyadas sobre un terreno que se vuelve cada vez más pantanoso. La apropiación de recursos naturales con el fin de convertirlos en mercancía, comienza a ser cada vez más resistida por los pueblos y por la propia Tierra.
La depredación y la contaminación han sido durante años solamente "daños colaterales" en la producción de bienes y servicios en pos de generar una ventaja económica.
La producción de mercancías dentro del sistema capitalista tiene como única finalidad incrementar la ganancia y por supuesto, los límites sólo se encuentran en el fondo del abismo.
El consumo excesivo, fomentado desde las empresas a través de la publicidad, sumado a los modelos de producción que sólo apuntan a optimizar el beneficio económico, aumentan innecesariamente la contaminación. No es posible transformar la Naturaleza en bienes y servicios eternamente, como lo requiere el modelo capitalista.
Resulta evidente que un modelo que plantea esas premisas como motor del avance de la humanidad, una vez que llega a niveles de masificación planetarios, superará la capacidad de producción de materia prima y absorción de contaminación de la Tierra y provocará inexorablemente efectos nefastos sobre el ambiente.
Es entonces casi redundante decir que, un ambientalista deberá ser, por encima de todo, un anticapitalista y no solamente un cuidador de la naturaleza. Las leyes económicas que regulan la maquinaria de producción capitalista, influyen directamente y condicionan las relaciones entre los seres humanos y el ambiente en el que habitan. No sería razonable intentar actuar sobre los problemas ambientales ignorando las fuerzas que desde otras ciencias, como la política o la economía están actuando sobre ellos.
Todos los ambientalistas tenemos la obligación de luchar contra el capitalismo, porque éste ataca constantemente al ambiente que queremos preservar.
La Ecología es capaz de demostrar, denunciar y predecir las consecuencias que tendrá la existencia del Capitalismo sobre la Tierra al ser un sistema que está basado precisamente en la destrucción de la Naturaleza.
Cuando aparecieron los primeros ambientalistas, la reacción inicial del Sistema fue ignorarlos. Pero luego, al ver que el movimiento cobraba más y más fuerza, intentó con el desprestigio público, utilizando a sus sicarios mediáticos para regar de mentiras y sembrar dudas alrededor de los defensores de la Tierra. Pero tampoco le fue posible, porque detrás del ambientalismo estaba el pueblo y delante, la inocultable verdad.
Por último, ha intentado con el soborno, la compra de opiniones, absorbiendo a personas e instituciones y creando y financiando con cifras millonarias a sus propios Organismos disfrazados de verde. Pero los vamos identificando y seguimos resistiendo.
Llevamos muchos años batallando contra un enemigo con recursos económicos ilimitados, pero hemos adquirido mucha experiencia en el camino.
Las nuevas generaciones conocen el problema desde muy temprana edad, crecen con él y eso les otorga otro nivel de conciencia. Es por eso que sobre ellas basamos muchas de nuestras esperanzas de vivir algún día en una civilización que respete a la naturaleza y se respete a si misma.