La “Reforma Constitucional” presentada en la Asamblea Nacional por parte del Presidente: Hugo Rafael Chávez Frías, es sin duda alguna; una acción política que tiene como acierto principal; la materialización de la estructura jurídica precisa para transitar del Capitalismo al Socialismo. Sin embargo; dicha acción no persigue arrasar al Capitalismo, sino introducir en sus entrañas elementos propios del Socialismo. Por ello, la sociedad que nacerá como producto de su aprobación no contendrá elementos puros de un modelo u otro, conformando así un modelo societal de carácter transitorio que aduce a la imagen de la “Torre de Pisa”.
Siendo la “Torre de Pisa” una edificación diagonal que no cae ni termina de estar erecta. Podemos decir: que la coexistencia de elementos mutuamente excluyentes y la permanencia de dos modelos de vida históricamente encontrados originarán una situación turbulenta que unirá el agua con el aceite, haciendo inevitable dotar a éste período histórico con la agitación social para unir elementos que se rechazan y separan inmediatamente después de entrar en reposo, donde uno termina sobreponiéndose al otro y donde dichas revueltas tomaran las magnitudes concretas de los niveles de conciencia desarrollados para el momento de su aparición, y que se presentaran como el fenómeno lógico de la correspondencia entre dos polos opuestos, aunque esto no quiera decir por su puesto, que dicha reforma contenga arreglos a medias, por el contrario; su contenido táctico-estratégico garantiza las condiciones materiales para la extinción sistemática del Capitalismo y el florecimiento progresivo del Socialismo. Por ello, la “Reforma Constitucional” es en esencia el paso obligatorio, y el sumo político que orientará la teoría y la praxis revolucionaria.
Aunado a todo lo antes dicho, es menester entender que el Socialismo no es una formación social inmediatamente contigua al Capitalismo. Si bien las leyes del desarrollo social propuestas por el Materialismo Histórico indican que un modelo es la contraparte del otro, es inevitable tener que ejercer las fuerzas correspondientes para precipitar la caída de las estructuras caducas que no terminan de ceder por si solas, pues no es posible desgastar en nueve años lo que ha tardado siglos en edificarse, además de entenderse que entre un modelo y otro existe un paso obligatorio que no es conveniente saltar.
Por añadidura, el éxito de la revolución socialista dependerá de su capacidad para superar el estado transitorio de su conformación. Siendo su desviación típica la revolución burguesa y uno de sus males más comunes, ya que ésta suele caracterizarse por el relevo de una clase política sobre otra, donde la propiedad privada prevalece absolutamente sin cambio alguno propiciando continuamente la explotación del hombre por el hombre, la maximización de la ganancia, la producción mercantil, y las relaciones del cuánto tienes cuánto vales.
Pero la grandeza de esta acción política no cesa con la aprobación de la reforma. Sin embargo, será el momento más exigente que nos presentará el desarrollo social y exigirá realidades de orden mundial que propicien una nueva y futura constituyente que surgirá simultáneamente con la creación del “Bloque Socialista de Países Latinoamericanos”, y que contribuirá definitivamente con la auténtica sociedad Socialista donde prevalezca lo colectivo sobre lo individual, se elimine la propiedad privada, se instaure la producción social, y el hombre se libere de una ves por todas de las cadenas esclavizantes del capital, de la visión utilitarista del ser humano, y del frió cálculo mercantil que corroe todas las relaciones sociales.
“Por ahora”; será oportuno prepararnos para asumir concientemente los desaciertos que se producirán por la no correspondencia entre las bases políticas, las estructuras económicas y la realidad social que se edificaran retorcidamente como modelo societal en transito, y aceptar el derrumbamiento silencioso de la “Torre de Pisa”.
(*)Sociología UCV
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