El pasado
2 de diciembre en el referéndum sobre la reforma constitucional se
produjo una derrota para el gobierno del presidente Chávez. Y no
pírrica o una “mierda” como temeraria y de forma soez dijo el Presidente
recientemente. En un proceso electoral siempre hay un vencedor y un
derrotado, y en este caso, sin ninguna duda, el derrotado fue el gobierno,
por más que se quiera minimizar ese hecho. En los últimos días de
campaña, el presidente Chávez le imprimió al referéndum un carácter
plebiscitario, arriesgando buena parte de su capital político, en el
que ganaba o perdía su figura de líder del proceso. Y perdió. Pero
no es sólo una derrota de la burocracia, de los alcaldes o gobernadores
que se hicieron los locos y no hicieron campaña, mucho menos es una
derrota del pueblo chavista que honestamente milita en el PSUV, en los
Consejos Comunales y demás organizaciones populares, y a quienes el
Presidente groseramente acaba de llamar “flojos”, “cobardes”
y “revolucionarios de pacotilla”, en rigor es una derrota de todo
el gobierno que encabeza el propio presidente Chávez, de la cúpula
burocrática que dirige al PSUV, pero fundamentalmente de la política
de colaboración de clases del gobierno, concretada en el intento de
elevar a rango constitucional las empresas mixtas con las transnacionales,
que se contemplaba en la reforma, lo cual fue derrotado por los trabajadores
y el pueblo.
La derrota
del SI es un triunfo de los trabajadores y el pueblo. Pero así
como hay un derrotado, también hay un vencedor. La derecha anda haciendo
fiesta y atribuyéndose un triunfo que no le pertenece, ya que mantuvieron
casi su misma votación, y apenas obtuvieron unos 200.000 votos más
que en las elecciones presidenciales de diciembre del 2006. Anda propagando
que el pueblo votó contra el socialismo. Por su parte, el presidente
Chávez ha descargado la responsabilidad de su derrota en el pueblo,
diciendo que no está maduro para el socialismo. ¿Cómo es eso que
el mismo pueblo que lo rescató el 12 y 13 de abril, enfrentando a los
golpistas, no está maduro para el socialismo? El mismo pueblo que a
riesgo de su integridad física luchó a brazo partido para derrotar
el paro-sabotaje petrolero.
El pueblo triunfó
en su afán de derrotar una reforma constitucional que restringía importantes
libertades democráticas conquistadas con su lucha y sacrificio; derrotó
una reforma que no nos lleva a ningún socialismo, ni del XX ni del
siglo XXI, más allá de la retórica del Presidente; el pueblo derrotó
una reforma que no contemplaba ningún beneficio concreto.
Es tan claro
que es un triunfo de los trabajadores que hoy es posible plantear una
recomposición del movimiento sindical, impulsando su unificación y
refundación democrática desde las bases. E incluso, se abre como nunca
la posibilidad de desarrollar una “tercera opción” política construyendo
un partido de los trabajadores, independiente del gobierno y enfrentado
a la derecha recompuesta con la intervención de los estudiantes, y
gracias a la política de colaboración de clases del gobierno, que
ha permitido su relativa recuperación económica y política.
Los trabajadores
y el pueblo venezolanos quieren avanzar al socialismo, sin patronos,
burócratas ni corruptos. El pueblo y los trabajadores venezolanos
han dado muestras, una y otra vez, de su disposición a seguir movilizándose
para profundizar este proceso revolucionario. El pueblo está ávido
de ejercer directamente el poder, sin intermediarios, sin burócratas
ni corruptos. Quiere ser el protagonista de su propio destino Lo intentó
primero con los Consejos Locales de Planificación Pública, que terminaron
siendo controlados por gobernadores y alcaldes; lo sigue intentando
hoy a través de los Consejos Comunales que lamentablemente están presos
de burocratismo y de falta de autonomía frente al Estado y el gobierno.
Ha luchado por profundizar las libertades democráticas y por plena
soberanía frente al imperialismo. Ha crecido en organización y en
conciencia política, y quiere ver resueltas todas las carencias sociales
y económicas que todavía le aquejan. Lucha cotidianamente en defensa
del derecho a la contratación colectiva, por mejores salarios, por
salud, por vivienda y educación. Y eso es estar maduro para construir
el socialismo, el único sistema donde podrán comenzar a satisfacerse
todas sus necesidades y reivindicaciones, por largo tiempo postergadas.
El 2 de
diciembre los trabajadores y el pueblo
derrotaron una propuesta de reforma que recortaba significativas libertades
democráticas conquistadas con su esfuerzo y sacrificio. Una reforma
que atentaba contra la autonomía de los sindicatos, los cuales iban
a quedar subordinados a los consejos de trabajadores, que no surgían
como una propuesta genuina y democrática de las bases obreras sino
como una imposición burocrática impulsada desde las alturas del poder;
que restringía su participación, aumentando el porcentaje de electores
para activar referendos; en la que se concedían privilegios especiales
a los diputados, confiriéndole además al Presidente poderes especiales
para nombrar a dedo vicepresidentes, colocándolos por encima de los
funcionarios elegidos por voto popular, entre otras prerrogativas. El
pueblo y los trabajadores intuyeron que la reforma propuesta por el
Presidente restringía importantes conquistas democráticas. El pueblo,
que efectivamente está maduro para el socialismo, percibió que en
la reforma no se proponía ningún beneficio social o económico, comprendió
a cabalidad que la reforma no nos llevaba al socialismo, ni era un mecanismo
para obtener más poder para las comunidades y los trabajadores.
“Con demandas
insatisfechas, no hay voto seguro”, así dijo en una ocasión
nuestro camarada Orlando Chirino, y hoy, tras los resultados
del referendo, esa frase adquiere plena vigencia. Efectivamente, con
millones de venezolanos sin viviendas, con las Misiones que han llegado
a un techo, después de ser una conquista formidable del pueblo; entrampadas
en el burocratismo, la corrupción, el trabajo precario que existe en
ellas, sin sindicatos, con contratos temporales, sin estabilidad ni
beneficios socioeconómicos; con desabastecimiento de productos fundamentales
de la dieta del venezolano; con largas colas en Mercal para comprar
leche; con la inflación más alta del continente, con bajos salarios,
en un país donde el 57% de los trabajadores formales sólo ganan salario
mínimo y un 73% de los hogares percibe ingresos inferiores a la canasta
familiar. La derrota del SI evidencia el malestar existente entre la
población. El pueblo comienza a cansarse del doble discurso que habla
de “socialismo del siglo XXI”, mientras la inflación avanza, desaparecen
los productos de los supermercados y el gobierno llega a acuerdos con
Cisneros o con Mendoza, que es uno de los principales proveedores de
Mercal, o habla de meterle la lupa a las empresas españolas, y luego
premia a Movistar expandiéndole el espectro radioeléctrico y le otorga
una concesión a Iberia para que repare los aviones de Conviasa. Mientras
que el pueblo ve como los funcionarios “rojos, rojitos”, se llenan
los bolsillos, andan en Hummer y se enriquecen fraudulentamente, gracias
al usufructo de las mieles del poder.
Los trabajadores
de Sanitarios Maracay, los de ULA TV o de la planta de procesamiento
de desechos sólidos en Mérida, todas empresas tomadas y bajo control
obrero, ante las que el gobierno ha sido indiferente, no tenían ninguna
razón para votar por el SI. ¿Qué motivación podían tener los trabajadores
petroleros para votar SI, después de experimentar como el gobierno
junto a la directiva de PDVSA y la burocracia sindical “roja, rojita”,
pisotearon durante meses su derecho a la contratación colectiva, para
terminar aprobando un aumento pírrico que sólo se logró gracias a
su movilización? ¿Qué interés o disposición a votar por el SI podían
tener los empleados públicos que ya tienen más de 3 años sin contrato
colectivo? ¿Qué motivación podían tener los trabajadores públicos
que padecen la incertidumbre de la precarización laboral con contratos
de 3 ó 6 meses; que trabajan 10 y 14 horas, inclusive los fines de
semana; que los llevaban obligados a las marchas y concentraciones en
apoyo a la reforma? No es casual entonces que el NO y la abstención
hayan triunfado en los estados más grandes y poblados, en las zonas
más urbanizadas, donde vive la mayor parte de la clase obrera industrial
y petrolera, donde habitan la mayoría de los empleados públicos, y
donde están las universidades más grandes, y en estados que son residencia
de la mayor parte del movimiento estudiantil (Zulia, Distrito Capital,
Carabobo, Miranda, Lara, Táchira, Mérida, Falcón y Anzoátegui).
Los trabajadores
y el pueblo tenían toda la razón en abstenerse o votar contra la reformal,
ya que ven con estupor como se le niegan derechos, se sigue en mora
con sus reivindicaciones sociales y económicas, mientras que los burócratas
se hacen ricos, los bancos ganan millones, siendo el mejor negocio del
país, como afirmó el Superintendente de Bancos, Cisneros pacta con
el gobierno, las transnacionales petroleras se hacen socias de PDVSA,
a Movistar le dan nuevas concesiones, Cudemus, Alberto Vollmer, Zarikian,
Fondo Común y el BOD, se presentan como “socialistas” mientras
reciben créditos y hacen grandes negocios al amparo del Estado.
No señor Presidente,
ser revolucionario y haber defendido su gobierno y a este proceso no
es para votar SI a pesar de padecer el desabastecimiento y la más alta
inflación del continente, no es para mendigar una beca o un techo para
la familia, mientras los burócratas enriquecen y los empresarios siguen
sacando plusvalía de sus trabajadores.
El 2 de
diciembre los trabajadores derrotaron
el miedo, la calumnia y la estigmatización.
Ese día los trabajadores derrotaron las presiones que los funcionarios
ejercían sobre ellos, amenazando con despidos, con las listas negras,
con no entregarle el carnet a los trabajadores petroleros que aspiran
a pasar a ser fijos. El 2 de diciembre los trabajadores derrotaron la
calumnia y la mentira. Derrotaron la estigmatización de llamar “escualido”
o “saltatalanquera” al que disiente, y no estaba de acuerdo con
una reforma que a todas luces limitaba libertades y derechos democráticos,
y mucho menos iniciaba el tránsito al socialismo. Ese día el pueblo
acabó con el “coco” del imperialismo, que definitivamente es un
tigre de papel que ya no asusta a nadie. El pasado 2 de diciembre los
trabajadores y el pueblo pusieron nuevamente en evidencia que continúa
desarrollándose una rebelión democrática y antiburocrática contra
los burócratas sindicales “rojos, rojitos” y contra alcaldes, gobernadores,
diputados y demás funcionarios gubernamentales. Es una rebelión contra
el miedo, contra las presiones. El pueblo hoy le pide cuentas a todos
esos burócratas, incluso cuestiona al mismo Chávez, el cual agresiva
y groseramente tildó a ese mismo pueblo que lo rescató el 12 de abril
y que está maduro para el socialismo de “flojo” y “cobarde”.
A esos burócratas
“nuevosricos”, que nos acusaron de traidores, que con sus métodos
estalinistas pretendieron calumniar a Orlando Chirino y a otros de nuestros
dirigentes, les decimos hoy que ellos son los responsables de su derrota,
de la derrota del gobierno y la reforma. Pongan sus barbas en remojo,
ya que eso el pueblo lo sabe, y les pasará factura.
A la derecha
y al imperialismo les advertimos. Tomaremos las empresas si intentan
un golpe o cualquier plan de desestabilización. A la derecha golpista
y al imperialismo le hacemos una advertencia. Que no vayan a envalentonarse,
ni crean que ahora pueden pescar en río revuelto y alzarse contra el
pueblo y el proceso revolucionario. Sepan que el pueblo y los trabajadores
seguimos movilizados y alertas. Hoy estamos más organizados y preparados
para enfrentar en las calles cualquier asonada golpista. Desde nuestra
organización política y de las estructuras sindicales ligadas a nuestra
corriente (C-CURA) en el seno de la UNT, estamos preparados para tomar
y controlar las empresas, incluyendo a la industria petrolera, si se
les ocurre atentar contra el proceso revolucionario. Ya antes los derrotamos
en el golpe de abril de 2002 y en el paro-sabotaje, si es necesario
los volveremos a enfrentar con nuestra movilización y los volveremos
a derrotar.
Hay que
continuar luchando por las reivindicaciones obreras y populares.
Ahora, después de derrotada la reforma, los trabajadores y el pueblo
debemos seguir luchando por nuestras reivindicaciones. Continúa la
lucha por la defensa del derecho a la contratación colectiva, así
como por la libertad y la autonomía sindical. Debemos luchar por un
aumento general de sueldos y salarios, similar a la canasta familiar;
por la escala móvil de salarios frente a la inflación galopante; por
empleo genuino y escala móvil de horas de trabajo; por terminar con
la precarización del trabajo a través de los contratos temporales
en las empresas públicas; por una Ley de Estabilidad Laboral, por la
seguridad social, y exigir al gobierno que mediante decretos amparados
por la Ley Habilitante establezca la jornada laboral de 6 horas, y su
reglamentación discutida con la UNT, así como el Fondo de Estabilización
para los Trabajadores No Dependientes. Debemos continuar la lucha por
el control obrero de Sanitarios Maracay, la planta de tratamiento de
desechos sólidos en Mérida y ULA TV, y en todas aquellas empresas
abandonadas por sus patronos o donde estos incumplan los derechos laborales.
Así como también contra las empresas mixtas en el sector petrolero
y por la reestatización bajo control obrero de Sidor, y contra el pago
de la deuda externa.
La reforma
no es el programa del pueblo y los trabajadores para avanzar al socialismo.
El Presidente y otros funcionarios gubernamentales han planteado recoger
firmas para volver a proponer la reforma, incluso han dicho que su contenido
debe ser el programa para avanzar al socialismo del siglo XXI. Nosotros
les decimos a los trabajadores y al pueblo que esa reforma no es revolucionaria,
por las razones previamente expuestas, y no nos lleva al socialismo.
Ese no es el programa de la revolución socialista, ni es el programa
de lucha para profundizar el proceso revolucionario al verdadero socialismo,
en la medida que mantiene las relaciones capitalistas, no liquida la
propiedad privada de los medios de producción, y se basa en la colaboración
de clases, como se expresa en la propuesta de las empresas mixtas, que
no es otra cosa que pretender avanzar al socialismo durmiendo en la
misma cama con la burguesía, los terratenientes y transnacionales,
nuestros enemigos de clase. Por ello, la reforma no puede ser el programa
del pueblo y los trabajadores.
Los socialistas
revolucionarios somos la otra opción: construyamos un Partido de los
Trabajadores. Por supuesto que la derecha y el imperialismo van
a tratar de pescar en río revuelto, tratando de apropiarse de esta
victoria del pueblo, en provecho de su proyecto de liquidar el proceso
revolucionario. Van a querer engatusarnos diciendo que el triunfo del
NO refleja que el pueblo no quiere el socialismo y convocando a la reconciliación
y al diálogo. Sin embargo, y precisamente por esto, en Venezuela se
presenta la oportunidad de promover una “tercera opción” frente
al gobierno y la derecha proimperialista, para que el proceso revolucionario
pueda avanzar hacia un Gobierno de los Trabajadores y el Pueblo, y en
dirección al verdadero socialismo sin patronos, sin empresas mixtas,
sin burócratas ni corruptos. De allí que la principal tarea de los
revolucionarios, de los jóvenes, de los activistas obreros, campesinos
y populares, sea hoy impulsar esa “tercera opción” de independencia
de clase, una alternativa socialista, clasista y revolucionaria, sumándose
a la construcción del Partido de los Trabajadores, para continuar luchando
por las reivindicaciones inmediatas de los trabajadores y el pueblo,
y por el verdadero socialismo sin patronos, burócratas ni corruptos.
MOVIMIENTO
POR LA CONSTRUCCIÓN DE UN PARTIDO DE LOS TRABAJADORES
Por su Comité
Nacional Impulsor: Orlando Chirino,
Miguel Angel Hernández, Emilio Bastidas, Armando Guerra y Rafael Ruiz
Caracas,
7 de noviembre de 2007