Para Gramsci la sociedad civil es aquella realidad donde se forma la sociedad colectiva, se organiza el convencimiento y la adhesión de las clases populares. En ella no se concibe la existencia sin que esté presente una sociedad política, entendida como el Estado Gobierno, es decir el aparato gubernamental que funciona con leyes y aparatos de control social, y ejerce la rectoría sobre los medios de comunicación de masas, la educación, la jerarquía eclesiástica y en general, sobre la ideología que reproduce y que conviene al sistema capitalista.
Si se trata de conquistar el poder, los revolucionarios deben liberar la conciencia burguesa de la sociedad civil, porque allí acontecen las batallas políticas. La hegemonía de la clase gobernante se apoya en los partidos políticos, en los medios, en la Iglesia. Esta hegemonía se acentúa cuando la clase dominante también es dirigente político.
Gramsci en suma concibe la sociedad civil como pluralista y multiforme, en su seno se producen permanentes choques internos por la hegemonía y la contra-hegemonía, ella misma elabora su propia ideología y la propaganda. Es decir, para Gramsci el concepto de sociedad civil no puede entenderse como contrarevolucionario, por el contrario debe ser rescatado para poder tener una visión de conjunto de los problemas nacionales y trazar la estrategia adecuada para los fines de la revolución.
Replantea Gramsci además el término de sociedad civil como un instrumento muy útil para el análisis de la realidad social, política y cultural con potestad jurídica para que seamos protagonistas activos y democráticos de su propia historia.
Por ello es necesario que el término “sociedad civil” no sea secuestrado por la oposición, como una bandera para definirse a sí mismos en un nivel superior a la Constitución Nacional y al marco legal republicano nacional. Como opinión pública debemos rechazar dicha falacia, porque se entiende por lo expuesto que la sociedad civil somos todos los venezolanos, venezolanas y en general aquellos que hacemos vida trabajando y amando esta tierra. De allí que Gramsci proponga el conocido Bloque Social Amplio. Algo así como un Polo Patriótico, cuyo común interés de sus miembros sea la opción por la patria, para desarrollarla, enaltecerla, fortalecerla y hacerla una sociedad de justicia, de humanidad y de paz.
Esto implicaría que todos los comprometidos en tal propósito deberían reconocerse mutuamente como sujetos iguales, de diálogo, de derechos y deberes en y por la patria. El problema de la propuesta de Gramsci para aplicarla en nuestro país, es que a mi juicio es casi imposible, que Miguel Enrique Otero, director de El Nacional, acepte como un sujeto igual, de diálogo, de derechos y deberes en y por la patria a, por ejemplo, la comandante Lina Ron. Por ende atendamos que la reconciliación entre los venezolanos de una opción de vida y de otra, no sólo no es posible actualmente, sino que supone un trabajo previo de limar las asperezas y limitaciones, para hacerla realidad y no una ficción. Sin embargo el asunto es más complicado, porque la reconciliación adicionalmente requiere la anulación de un sistema, el capitalismo, que una de las partes alega le limita su desarrollo integral.
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