Soy de los revolucionarios que le duele en el alma lo que está sucediendo, y que buscamos por múltiples vías generar conciencia y socavar, el saqueo descarado del poder que hacen desde líderes del gobierno, escoltas hasta empleados. Se embriagan con las ventajas de los cargos y le dan la espalda al pueblo, que espera por mejoras en su ambiente y en su vida. Se está jugando con oportunidades de muchos millones de personas, porque no es solo en Venezuela. Lo que Hugo Chávez Frías ha logrado es más que histórico; es un milagro en plena era del Consenso de Washington, el neoliberalismo en pleno apogeo. Época de ultraderechistas y de neoconservadores empresarios del Estado burgués capitalista, pero también de los pueblos del mundo sur, que se organizan en un modelo humanista alternativo.
Mientras tanto, éstos seudo revolucionarios malversan el poder que el pueblo les ha otorgado, y las parroquias se llenan de ranchos, huecos, basura, y las protestas abundan y no tanto por ser época electoral, es porque hay desgaste en las comunidades por la impunidad, la negligencia, la incompetencia y la exclusión del “revolucionario pata en el suelo”, por algunos “revolucionarios empleados públicos”; que aún no se enteran que son servidores públicos, por tanto son ineficientes, y creen que las herramientas que les otorga el Estado les hace superiores y atentan contra el mismo pueblo, les atropellan incluso en la calle. Estas oportunidades y hechos, sólo tienen utilidad para el estratega neoliberal, quien las capitaliza buscando minar el proceso bolivariano, y no es que lo vallan a lograr, pero ¡estorban, molestan y atrasan el avance del mismo!
La doctrina que dejara James Monroe, hoy no solo tiene de aliados a las instituciones de Bretton Woods, a la guerra de segunda generación o al Estado burgués capitalista. A la doctrina Monroe se suman los “revolucionarios”, que a pesar de criarse en barrios humildes solo buscan huir de la pobreza material, pero por la carencia de ideología revolucionaria (la gran ausente), mantienen la pobreza espiritual y la alienación. Son los que erosionan el modelo alternativo al capitalismo, porque lo dañan desde dentro. Y así como Osvaldo Sunkel Weil, en su teoría Cepalista expone el desarrollo desde dentro, los seguidores del modelo del 4GW (guerra de cuarta generación) de William Lind, sin duda capitalizan ésta carencia ideológica y también, ¿porque no? el pequeño burguesismo “revolucionario”. El revolucionario combate en cuerpo y alma, los ataques del Estado burgués capitalista, es crítico de las guerras mediática, política, militar, paramilitar, o simplemente de las guerras del mundo moderno; de segunda y cuarta generación. Pero no es inmune a los ataques desde dentro, como el burocratismo y pequeño burguesismo revolucionario, estos flagelos rompen los puentes entre gobierno y pueblo, pues los resultados muchas veces no llegan, se hacen lentos, llegan distorsionados o son inexistentes. Es el uso de nuestras debilidades por el modelo enemigo, y no lo hace atacándolo públicamente para desprestigiar, protege la carencia ideológica revolucionaria; pues silenciosa y muy sigilosamente los anclajes conductuales o mensajes subliminales, diseñados para ser pasados por debajo de los límites normales de la percepción (y sembrados en el conciente colectivo), hacen su trabajo.
El empresario neoliberal continúa con el genocidio por el poder, sumando los métodos, estrategias y dogmas gerreristas que le sean útiles. La historia demuestra fehacientemente, que el capitalismo es el depredador de la especie humana, todo en éste modelo gira entorno a la alienación del ser humano. Por tanto si la revolución ideológica no se hace presente y es democratizada, respirada, sentida y llevada en la roja sangre; los cambios necesarios se atrasarán.
* Escritor e investigador social
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