Chávez sin chavismo, Chávez bolivariano y sin culto a la personalidad

¡Que es eso de chavismo, nosotros somos bolivarianos!

Hugo Chávez Frías.

Es indudable que el proceso democrático, popular y nacionalista que vive el país tiene un líder indiscutible, el Comandante Hugo Chávez. Sin embargo, en el transcurso de dicho movimiento han aparecido algunas deformaciones y actitudes personalistas que si no se corrigen a tiempo, pueden causar daño al proceso de cambios que vivimos. El primero de ellos, se refiere al uso del termino “chavismo” como una “corriente teórica e ideológica” que impulsan el Presidente y algunos de sus seguidores, construyendo un estereotipo basado en una mezcla de ignorancia de la raíz bolivariana y el culto a la personalidad, lo que origina situaciones en la que hay seguidores que son más chavistas que Chávez.

Pero, asombrosamente, el mismo Comandante Hugo Chávez tiene que encargarse de aclarar que es un seguidor del ideario del Libertador y de los Padres de la Patria, buscando el logro de sus sueños de libertad, igualdad y fraternidad (herencia de las luchas revolucionarias del Siglo XVIII). Por esto, el fundamento filosófico del proceso actual se encuentra en las ideas de Simón Bolívar, Simón Rodríguez y Ezequiel Zamora, Sucre, entre otros grandes que ha dado esta patria buena. También se nutre de la teoría de los grandes pensadores revolucionarios del mundo, como: Mella, Mariategui, Gramsci, Lenin, Aníbal Ponce, Salvador de la Plaza, Marx, entre otros hombres de acción y pensamiento.

Si partimos de que el líder máximo de nuestra revolución es bolivariano, entonces ¿qué es el chavismo?¿cómo surge?¿para qué sirve o ha servido? No tengo las respuestas definitivas para estas preguntas, la historia futura será la encargada de juzgarnos y señalar si acertamos en nuestras hipótesis o no, pero de momento puedo plantear que el chavismo es un término que escuda un desconocimiento de las raíces del proceso y resume algo tan complejo y amplio como las teorías y sistemas de pensamiento a la sumisión y adoración o culto a la personalidad del jefe. El surgimiento bien puede ser resultado de un mal histórico, pero eso no debe constituir una excusa para dejar de lado la superación de esa herencia cultural. En cuanto a la utilidad de este término, en el bando reaccionario y contrarrevolucionario se le ha usado como adjetivo de descalificación, mientras que dentro de las filas de los revolucionarios ha tenido dos posibles implicaciones, por una parte identifica a los que seguimos al Presidente Chávez en el proceso de transformación revolucionaria de una manera comprometida y sincera, y por otro lado, se aplica a todo ciudadano que (aunque sea de boca para afuera) proclama públicamente su adhesión al proceso o al partido.

Sería un ejercicio necesario para identificarse con el ideario bolivariano evaluar si el ciudadano que dice ser “patria o muerte” tiene disposición para el sacrificio personal de comodidades o prebendas, más que el deseo solapado o abierto de hacerse de privilegios groseros a costa de la revolución. El revolucionario se mide por su desprendimiento, por su solidaridad, por su austeridad y sinceridad, valores estos que se indican en el verdadero bolivariano, capaz de imitar al Libertador y renunciar a su propia calma y comodidad para luchar a favor del bien de su pueblo.

Dicho lo anterior, queda por discutir que tiene que ver el chavismo con el culto a la personalidad. En sí, el seguimiento irrestricto de un líder no implica dejar de lado la propia capacidad creativa para aportar al proceso y colaborar para el mejor logro de los objetivos, que es a fin de cuentas la mejor manera de servir y colaborar con el mismo líder que se sigue. El culto a la personalidad anula al ciudadano, encubre a más de un camaleón y le hace un escuálido servicio al proceso revolucionario, no aporta nada bueno y deja un mal sabor de incomoda idolatría en la que el objeto adorado es colocado como un Dios y se le despoja de su condición humana.

Con el culto a la personalidad se cerca al Comandante Chávez, no se fortalece el centralismo democrático, en desmedro de la sociedad socialista basada en la democracia participativa y protagónica, y se cierran las posibilidades de que éste vea las realidades que le rodean y pueda tomar decisiones apropiadas para el logro de los mejores resultados para la patria y todos sus ciudadanos. Está bien seguir las directrices del líder, colaborar en el cumplimiento de los planes e involucrarse en las actividades para la profundización del proceso, pero sin deshumanizar a nadie, sin colocar a las personas en una capilla que les corte las alas o un altar que les encadene y cierre las verdaderas posibilidades de transformación nacional.

Dr. Prof. Asociado UCV

pedro_garciaa@yahoo.es

¡TODO EL PODER PARA EL PUEBLO!

PATRIA, SOCIALISMO O MUERTE… ¡VENCEREMOS!


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Pedro García Avendaño(*)


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