Maracay, 18 de mayo de 2008
Ante todo un saludo cordial a todos los compatriotas y camaradas, mujeres y hombres que de corazón y conciencia se hallan comprometidos con la profundización del proceso revolucionario bolivariano y socialista que está teniendo lugar en nuestro país, Venezuela.
El desenlace de la consulta que se le hizo a los venezolanos el 2 de diciembre de 2007 con el objeto de saber si estaban de acuerdo o no, con la aprobación de la Reforma Constitucional propuesta por el presidente de la República, ha significado desde el preciso instante en que se hicieron públicos sus resultados, un punto de llegada y al mismo tiempo un punto de partida para la Revolución.
Un punto en el que los revolucionarios necesariamente teníamos que detenernos, no para estancarnos, sino para hacer un balance de la forma como hasta ese día se venía desarrollando el trabajo político y social que involucra tanto al gobierno bolivariano como al inmenso pueblo que constituye su razón de ser, luego de transcurridos nueve años del nacimiento de la Quinta República.
El balance político que la situación anteriormente señalada exigía de modo impostergable, no podía, ni puede tener otro sentido que el de prever hacia donde nos podríamos conducir de continuar por el camino que venía transitando el quehacer político revolucionario y en consecuencia definir las acciones a tomar frente a un hecho de una magnitud tan trascendental como la falta de correspondencia entre las cifras arrolladoras de la victoria presidencial de diciembre de 2006 unidas a la masiva inscripción al gran partido de la Revolución, el Partido Socialista Unido de Venezuela, y, la cantidad de votos obtenidos a favor de la reforma constitucional, pese a haber transcurrido un año de contundentes victorias en la lucha de clases que de manera ininterrumpida sostenemos con los intereses oligárquicos e imperiales, pero por sobre todas las cosas, pese a un hecho que ninguna persona en pleno goce de sus facultades mentales y morales, puede desconocer:
Los significativos avances que el actual proceso de transformación ha generado en aspectos diversos y fundamentales de la realidad venezolana.
Son palabras ciertas, las que señalan que no es tan preocupante el pírrico triunfo obtenido por los opositores en los comicios del 2 de diciembre pasado (de hecho su apoyo electoral no ha experimentado prácticamente ningún crecimiento, en relación a los niveles que presentó en el certamen electoral que lo precedió) como la actitud vacilante de centenares de miles de compatriotas que en anteriores ocasiones apoyaron con decisión firme a la persona del comandante y líder principal de la Revolución y todo lo que él encarna, más allá incluso de su propia condición de ser humano y sus circunstancias.
No vamos a redundar en cifras, ni tampoco pretendemos reincidir en interpretaciones y análisis. Si algo hay que resaltar del desenlace de la consulta del 2 de diciembre, es que, tan pronto tuvo lugar, comenzaron a surgir interrogantes y respuestas por doquier. Se instaló a lo interno del proceso, un período de reflexión, que inmediatamente abrió paso a la acción. La falta de formación política emergió como uno de los aspectos que no se debieron descuidar. Los amplios sectores de la población históricamente marginados, son portadores de la ideología de la clase social que los oprime. Eso se sabía de antemano, pero al parecer ningún acontecimiento o hecho político-social lo había reflejado de manera tan clara.
Es éste el contexto en el que surge la propuesta que un conjunto de compatriotas de las más diversas trayectorias y vivencias en lo político y social (desde la febril militancia juvenil estudiantil, hasta el liderazgo comunitario, pasando por la lucha clandestina desde las montañas venezolanas años atrás) venimos madurando desde aquellos días de diciembre, teniendo como eje central el criterio de la organización de las bases populares dónde éstas se encuentren, en las comunidades rurales, semi-rurales y urbanas, las fábricas, el PSUV, los movimientos sociales, los Consejos Comunales, la reserva, las misiones educativas, y todos los demás espacios del pueblo:
Se trata de La Escuela de Formación Política e Ideológica “José Francisco Jiménez”, cuyo propósito no es otro que el de contribuir a superar el déficit de cuadros revolucionarios que aún continúa afectando a nuestro proceso en sus distintas esferas: Tanto en la esfera gubernamental, e institucional en general, como a nivel de los líderes que pertenecen a las diferentes comunidades y organizaciones populares.
La Escuela se ha planteado aglutinar y coordinar esfuerzos de formación política e ideológica adelantados en diferentes localidades del país, por ejemplo en Aragua, en el sur de Valencia y otras zonas de Carabobo, Caripe (Estado Monagas), Yaracuy y Caracas.
A nuestra consideración, un factor inseparable del aspecto formativo es lo organizativo. De acuerdo a las conclusiones finales arrojadas por el Encuentro Fundacional de Maracay, lo organizativo se define desde dos puntos de vista básicos, cuales son:
Que la Escuela de Formación Política e Ideológica debe constituir un factor organizador de las comunidades en torno a proyectos elaborados por ellas mismas. El elemento orgánico que se ha definido para su funcionamiento al interior de cada comunidad es la creación de células originadas fundamentalmente en sus mismos miembros. Sólo así podrá garantizarse la reproducción de la Escuela a lo largo del tiempo.
Al mismo tiempo la Escuela como propuesta político-pedagógica ha sido concebida como un puente que busca integrar la acción (por lo general dispersa en la actualidad) de los revolucionarios de base a nivel de las futuras comunas, las ciudades, y localidades en general, y, desde luego, en vista de que se trata de una iniciativa de proyección nacional, articular asimismo los esfuerzos de camaradas pertenecientes a las distintas regiones que componen el territorio nacional.
Sin duda son muchos los militantes de base que reúnen cualidades excepcionales que los facultan como clarísimos ejemplos de la concepción Guevarista del hombre y la mujer nuevos, pero actualmente son escasos los canales que les permiten articular sus luchas, a menudo arduas y difíciles, en lo cotidiano (más allá de los procedimientos meramente electorales o institucionales), de manera que puedan potenciarse como aportes visibles a la Revolución.
Para concluir, vamos a fijar los principios irrenunciables sobre los cuáles se funda la Escuela “José Francisco Jiménez”:
Primero: La razón de ser primordial de la Escuela de Formación Política e Ideológica “José Francisco Jiménez” es la construcción del Poder Popular, es decir, buscar que se desarrolle a plenitud el objetivo de que el pueblo se gobierne a sí mismo.
Segundo: La Escuela, como iniciativa emanada del seno del pueblo venezolano, debe tener siempre absoluta autonomía popular. Es decir, jamás se subordinará a ninguna institución, persona, sector privado, interés particular o electoral, ni siquiera de manera temporal. Nadie es ni será dueño ni representante exclusivo de la Escuela Política e Ideológica “José Francisco Jiménez”.
Tercero: La Escuela no es una estructura política paralela a la legítima estructura del Partido Socialista Unido de Venezuela “PSUV”, ni a la de otro partido que apoye al proceso bolivariano (PCV, PPT, etc.,). Porque sencillamente no es ni pretende ser un partido ni un apéndice de partido. Tiene un sentido político, revolucionario y socialista, de formación ideológica en el socialismo, y no busca ser acaparada o monopolizada por una sola organización, sino al contrario, está abierta a todos los revolucionarios que decidan jugar un papel activo en la construcción del poder popular, sin exclusiones de ningún tipo. Sin embargo queremos manifestar abiertamente que uno de nuestros propósitos principales dentro de la construcción del Poder Popular y la profundización de la Revolución Bolivariana, es contribuir a la unidad de las bases populares internas del PSUV, como elemento estratégico de primer orden para la Revolución, dado que la mayoría de quienes integramos actualmente la Escuela José Francisco Jiménez hacemos parte de ellas, y buscamos el fortalecimiento de su acción, mediante nuestra propuesta pedagógico-política.
Cuarto: Renunciamos al protagonismo político. No pretendemos convertirnos en una especie de vanguardia única de “iluminados” dentro del movimiento popular, ni tampoco en el ámbito de la formación ideológica. En este sentido, queremos enfatizar que sería un absurdo rivalizar con otra iniciativa de escuela de formación política e ideológica. Al contrario, mejor si permanentemente surgen otras propuestas, para así articular esfuerzos con ellas. La idea siempre será SUMAR y aportar a la Revolución.
La Escuela de Formación Política e Ideológica debe necesariamente mantenerse estable y autónoma frente a las coyunturas políticas (incluidas las coyunturas electorales como la que estamos atravesando en este instante), pero sobre todo aquellas coyunturas que son generadas y propiciadas por el bando político contrario en su permanente acción conspirativa. No obstante ello, es una necesidad de la Escuela interpretarlas, y en la medida que los hechos lo exijan, elaborar respuestas eficaces frente a las mismas, en especial, la movilización de sus integrantes y de la comunidad en general para la defensa expedita del proceso revolucionario bolivariano, cuya llegada, demás está decirlo, no nos vino de gratis, sino que es el fruto de una larga lucha llena de sacrificios y obstáculos. La lucha aún no concluye, pero estamos seguros que ningún ataque logrará disminuir al bravo y heroico pueblo venezolano.
ghedmont@yahoo.es