La revolución y la ciencia

«Si queremos salvar a nuestro pueblo de la pobreza, de la miseria, de la explotación y contribuir a la salvación del mundo de la destrucción de la vida en el planeta, cambiemos el capitalismo. No hay otro camino. Se han intentado otros caminos mixtos, intermedios, que si capitalismo humano. Esa es una gran farsa: capitalismo humano no hay, es como decir del diablo que hay un diablo santo o un santo diablo. El único camino que tiene nuestro pueblo para salir de la fosa en la que desde hace siglos nos enterraron, es el camino del socialismo, que debemos inventar nosotros aquí: el socialismo a lo venezolano y adecuado al tiempo que estamos viviendo».

Hugo Chávez

Es difícil imaginarse que la etapa actual de desarrollo del capitalismo, alguien pueda ignorar a la ciencia y la tecnología como uno de los componentes de la estructura social que ha jugado un papel fundamental en la evolución del sistema capitalista mundial, otras sociedades que precedieron a ésta también alcanzaron grandes logros en el campo científico y tecnológico, sin ellos, la ciencia actual no hubiera alcanzado el grado de desarrollo que le conocemos hoy. En la sociedad socialista que estamos construyendo en el marco de la Revolución Bolivariana, tendremos que construir una nueva ciencia, que este acorde con el nuevo modelo de desarrollo social para responder adecuadamente a los requerimientos nacionales, significa esto que desarrollaremos una ciencia venezolana, obviamente no, la ciencia no puede ser una ciencia nacional, los conocimientos que se generan científicamente son de carácter universal, no existe una matemática China o Estadounidense o Europea como no existe, ni existirá una matemática venezolana, si el carácter nacional no es lo que define el accionar de la ciencia, entonces que lo determina, la repuesta es para nosotros de gran importancia por que ella nos permitirá comprender los elementos que direccionan su accionar en el marco de una sociedad determinada y en consecuencia emprender las tareas que nos permitan construir una ciencia útil para la construcción del socialismo del siglo XXI. O es que en la revolución seguiremos reproduciendo la ciencia de los transgénicos, o la ciencia del complejo militar-industrial del imperialismo globalizado, o la ciencia de las elites al servicio del capital transnacional y las corporaciones farmacéuticas, o la ciencia de la productividad que destruye el medio ambiente, o las tecnologías al servicio del consumo y la opresión. O desarrollaremos una ciencia al servicio de nuestros pueblos que sea un instrumento útil para su liberación definitiva.

La ciencia para los revolucionarios debe ser un espacio para la lucha, para la confrontación de ideas, es un espacio que al igual que todos los espacios sociales no esta exento de la lucha de clases, es tan importante este campo de la sociedad que allí se construye la vida y la muerte, es tan importante la ciencia que sería una gran irresponsabilidad de todos nosotros, de la humanidad, si los asuntos de la ciencia, lo que allí se decide se los dejáramos solo a los científicos:

Ya Salvador López Arnal nos ha señalado:

Uno de los campos de combate y de lucha cultural más necesitados de intervención es, probablemente, el ámbito de las ciencias y sus instituciones. La pasividad que en él puede diagnosticarse es, probablemente, índice de una realidad mucho más global: la derrota, la supeditación cultural de las fuerzas de emancipación frente a la intensa contrarrevolución conservadora que vivimos en estas últimas décadas. Pero también aquí hay antecedentes y no toda la tradición merece ser arrojada a la papelera de los archivos inútiles.

y Brian Easlea nos recordaba :

Einstein murió el 17 de abril de 1955. Mucho antes, en un discurso pronunciado en el Instituto de Tecnología (¡de Tecnología!) de California en 1937, ya había apuntado dónde estaba el meollo del asunto transmitiendo este consejo a sus compañeros de la comunidad científica.

"La preocupación por el hombre y su futuro debe constituir siempre la base principal de todos los esfuerzos técnicos, la preocupación por los grandes problemas de la organización del trabajo y la distribución de los bienes que están aún por resolver, a fin de que las creaciones de nuestra mente sean una bendición y no una maldición para la humanidad. No olvidéis nunca esto en medio de vuestros diagramas y ecuaciones".

Como señalaba Albert Einstein en 1937 los grandes problemas aún están por resolverse, al respecto nos dice Gustavo Fernández Colón:

“una política auténticamente revolucionaria en el campo de la ciencia y la tecnología (y por lo tanto no reproductora del viejo orden capitalista y colonialista), tendrá que redefinir su ámbito de competencia mucho más allá del protagonismo excluyente ejercido en la modernidad por el mercado (a la derecha) y el Estado (a la izquierda). Pues para sortear el riesgo de reincidir en un simple cambio de rostros en la nomenclatura de la burocracia estatal o de las corporaciones privadas que hasta el presente han hegemonizado la producción de los saberes científico-técnicos, habrá que comenzar por identificar a los auténticos sujetos de la Revolución en curso y sus arraigos culturales más allá de las fronteras de los marcos epistémicos e institucionales de la tecno-burocracia pública y privada articulada a los intereses del capital transnacional. En segundo lugar, una vez reconocidos los nuevos actores sociales y sus marcos epistémicos, éticos y socioculturales, será necesario iniciar la transferencia progresiva del control sobre los procesos de producción y reproducción de los saberes científico-técnicos, de las manos del Estado y las corporaciones a las manos de las comunidades y redes sociales protagonistas del nuevo orden civilizatorio emergente. Nótese que esta "transferencia" va mucho más allá del proyecto ilustrado de democratización de la ciencia y la técnica producida por la modernidad. Implica además (y en esto se juega su carácter auténticamente revolucionario) la posibilidad de refundar los procesos sociales de producción y reproducción de la ciencia y la técnica sobre las nuevas bases epistemológicas y axiológicas aportadas por los sujetos populares del cambio.”

Por su parte Armando Hart Dávalos en un artículo publicado en la revista Rebelión nos decía;

La actividad humana no viene preceptuada por una conclusión científica por muy rigurosa y profunda que sea. Las normas y principios que pueden orientar la conducta humana tienen que ver con la educación, la cultura y, en especial, la formación política y ética ciudadana. Es sabio guiarnos y apoyarnos en los resultados de las ciencias sociales e históricas y en los fundamentos de la filosofía, pero ello sólo sirve —y ya es bastante— de pauta y orientación para la actividad humana.”

Estos conceptos y apreciaciones claramente muestran la necesidad de avanzar en la construcción de un nuevo modelo en la gestión de la ciencia y la tecnología, que haga posible la realización progresiva de los cambios planteados y permita el surgimiento de lo que Antonio Gransci llamaba una nueva cultura, que no es otra que la cultura socialista, por eso la creación de cualquier institución, centro o espacio científico bajo la revolución bolivariana adquiere un nuevo significado que tiene un carácter estratégico determinante en la construcción de una nueva sociedad que otorgue a sus ciudadanos el principio bolivariano de la máxima felicidad posible.

Hoy más que nunca, cobra vigencia las previsiones de pensadores como Herbert Marcuse (1964), Murray Bookchin (1971), Fritz Schumacher (1973), Iván Ilich (1973) y David Dickson (1977), para quienes los instrumentos técnicos diseñados por las instituciones hegemónicas del capitalismo globalizado, tanto con fines productivos como destructivos, no podrán ser integrados dentro de un modo de producción alternativo sin que su adopción reproduzca las mismas - o incluso peores -relaciones de dominación y sin que la ideología materializada en su estructura y su funcionamiento impida la maduración de un nuevo orden social verdaderamente orientado a la liberación del hombre y la preservación de la vida”.

Es por lo tanto imperativo en el marco de la revolución bolivariana latinoamericana y caribeña, iniciar un proceso vigoroso para impulsar con fuerza la creación de una nueva cultura, que relacione al ser humano con el conocimiento, que garantice el acceso del mismo y su apropiación por parte de las comunidades (no por las elites), como componente fundamental en su lucha contra la alienación y la enajenación, Es allí donde deben enmarcarse los esfuerzos del Ministerio de Ciencia y Tecnología en sus diversos programas que van desde la creación y puesta en marcha de las redes socialistas de innovación productiva, (RSIP) pasando por el programa nacional de alfabetización tecnológica (PNAT), el fondo de innovación, desarrollo e investigación (IDI), el fondo de riesgo, hasta la misión ciencia.

Sin la socialización del conocimiento no es posible desarrollar con éxito un proceso de liberación, solo entonces podríamos decir como decía Antonio Gramsci:

“Crear una nueva cultura lo cual no significa solo hacer individualmente descubrimientos “originales”; significa también, y especialmente, difundir verdades ya descubiertas, socializarlas”. porque; "En realidad la ciencia es también una superestructura, una ideología"

Por eso necesitamos como señala John Cornwell :

“(…) urgentemente científicos que no sean sólo diestros practicantes de sus especialidades sino que además posean una elevada visión de la política y la ética, que estén preparados para cuestionar, demostrar, exponer y criticar las tendencias de la ciencia dominada por el ejército imperial”.

“para evitar la prostitución del saber científico y su mal uso, los científicos deben organizarse en agrupaciones en las que sean primero seres humanos y sólo después científicos”

Solo incorporando nuevos actores sociales a la creación del conocimiento lograremos dar el salto cualitativo que nos permita como seres humanos desmitificar la ciencia y la tecnología y liberarlas como componentes fundamentales de la superestructura que conforma la ideología de dominación y opresión capitalista. De allí que debemos urgentemente iniciar un proceso donde con las palabras de Gustavo Fernández Colón podríamos decir:

“ (…) veremos surgir una ciencia y una técnica iluminadas por valores ecológicos, no depredadora y no contaminante; una ciencia y una técnica emancipadas y emancipadoras, que no reproduzcan la dinámica de explotación y exclusión propia de las relaciones de dominación capitalistas; una ciencia y una técnica surgidas de la raíz de las culturas originarias, indígenas, campesinas y populares aún sobrevivientes; una ciencia y una tecnología creada y gestionada equitativamente por hombres, mujeres y niños; una ciencia y una técnica que sin negarse a dialogar con los saberes heredados de la modernidad, impida activamente a las burocracias y las corporaciones arrebatarle el protagonismo en la configuración de su destino a los poderes creadores del pueblo. En fin, se trata de la enorme tarea de sustituir una ciencia de las minorías concebida para el sostenimiento del poder y la universalización de la muerte, por una ciencia gestada por las mayorías para el florecimiento de la vida y la diversidad de las culturas sobre el suelo nutricio de la Madre Tierra”.

  1. Salvador Lopez Arnal. Ciencia y consciencia. En Línea. Disponible en: http://www.lainsignia.org/2005/febrero/cyt_004.htm
  2. Brian Easlea, La liberación social y los objetivos de la ciencia. Madrid, Siglo XXI 1977, p.467
  3. Gustavo Fernández Colón. Ciencia, técnica y crisis civilizatoria. N línea. Disponible en: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=35744
  4. Haiman El Troudi, Juan Carlos Monedero. Empresas de Producción Social Instrumento para el Socialismo del Siglo XXI.
  5. Herbert Marcuse. El Hombre Unidimensional. Editorial Planeta-De Agostini, S. A. (1993)
  6. Alfredo Embid Cómo se falsificó la ciencia sobre el bombardeo de Hiroshima y Nagasaki . http://www.rebelion.org/noticia
  7. John Cornwell, Los científicos de Hitler. Ciencia, guerra y el pacto con el diablo. Barcelona, Paidós, 2005, 485 páginas (traducción de Ramón Ibero).
  8. Armando Hart Dávalos La ética: clave esencial del socialismo en el siglo XXI. http://www.rebelion.org/noticia


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