Abjuración neoliberal

El Papa declaró recientemente en tumultuosa rueda de prensa que lo de la Trinidad es un pelón, que no hubo el tal Cristo y que todo fue un cuentazo. Esto causó convulsión entre los cardenales y reporteros presentes, algunos fueron desarmados por la Guardia Suiza vaticana porque se aprestaban a lanzar zapatazos.

Feligreses se arrancaban los pelos ante la inesperada declaración por cadena de radio y televisión. Brigadas antimotines tomaron posiciones estratégicas en Roma y otras metrópolis. Cundía la consternación, la depresión y la confusión entre los creyentes. Varios conventos de clausura se declararon en rebeldía, en otros los monjes y monjas se dispersaban, despojándose de los hábitos en evidente batahola, correteando por calles y campos sin rumbo fijo, lanzando bramidos e imprecaciones desgarradores. Los colegios religiosos comenzaron a preparar pupitrazos, trancazos de calles y el incendio de los Pirineos, los Cárpatos y Los Andes en abierta sublevación. Numerosas procesiones se echaron a las calles unas en rogativas y otras en zafarrancho de combate.

Hubo un breve silencio cuando un periodista acertó a preguntar por encima de la gritería:

--Y entonces, Santo Padre, ¿qué hacemos?

El planeta definitivamente estalló cuando Su Santidad confesó encogiéndose de hombros:

--¿Y yo qué sé, pues?

Este cuento delirante ilustra lo que pasó con Alan Greenspan en el Congreso de los Estados Unidos el 23 de octubre pasado. Dijo nada menos que había una “falla” (flaw) en su teoría económica, que no sabe cuán “significativa” es, ni si es “permanente”. Y encima dijo que sí, que se peló, pero que no sabe por qué. O sea, el saco de canicas rodando escaleras abajo, como si el capitán de un barco dijese en medio de una tormenta que no sabe manejar esa vaina.

Ayer nomás uno se exasperaba con el neoliberalismo, esa religión sin poesía, cuyos dogmas, expuestos con una arrogancia pestilente, no se podían ni rozar porque sus presbíteros y prioras se tiraban al piso lanzando espumarajos, profiriendo insultos y amenazas espeluznantes.

No sé qué dirán ahora que su Sumo Pontífice los desmiente. Seguro harán como aquellas chicas medio gafas de otrora, que metían la pata y decían: “Yo no sé cómo fue, yo no quería”.


rhernand@reacciun.ve


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Roberto Hernández Montoya

Licenciado en Letras y presunto humorista. Actual presidente del CELARG y moderador del programa "Los Robertos" denominado "Comos Ustedes Pueden Ver" por sus moderadores, el cual se transmite por RNV y VTV.

 roberto.hernandez.montoya@gmail.com      @rhm1947

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