Jesús Manuel Silva
Alfonzo (05.10.1943-18.10.2009). Padre, Cumpliste sacrificadamente tu papel, sin manchas de delación, deserción
o cobardía y por eso siempre diré que aunque tu joven generación
guerrillera no logró tomar el poder, no es menos cierto que fue capaz
de poner los muertos y ello merece el mayor de los respetos, sobre todo
frente a quienes han mirado la lucha solo desde su ventana. Atrás
dejaste la celda del Tigrito y los calabozos, las UTC y las montañas,
pero nunca tus convicciones sociales; así tu andanza de Quijote
prosiguió en una lucha de clases ahora sin fusiles. De la mano de mi
madre, regresaste a la Universidad de Carabobo, allá ambos se titularon
abogados, hasta que en Maracay se casaron y me trajeron al mundo.
Inevitable es referirme a tus últimos 30 años de postguerra, porque fue
una etapa no menos fascinante que tu pasado en armas, ese tiempo lo
vivimos juntos y fueron los años más felices de nuestras vidas. Hiciste
del ejercicio libre del Derecho un gran apostolado social y tu
intransigente defensa de los pobres me enseñó el respeto a todas las
personas, pero con definitiva inclinación clasista por quienes menos
tienen.
Tu total desapego a la propiedad privada confirmaba tu ética propia del
hombre nuevo que nacerá y se multiplicará en una sociedad futura, más
fraternal y más humana. Quienes te conocimos, aprendimos que tu
concepto de familia iba más allá del límite de los parientes porque te
dabas al prójimo y convertías tu hogar en mágico epicentro de afectos,
libre de discriminación. Fuiste el amigo de todos y gran benefactor que
guió a cientos de excluidos al ámbito de la educación y el trabajo,
especialmente a los jóvenes infractores durante tu década en la Defensa
Pública Penal.
Como dedicado protector de la flora y de la fauna, principalmente de
las aves que aterrizaban en nuestro jardín, me mostraste la sublime
libertad implícita en su vuelo; por tus lecciones, desde temprano
aborrecí las jaulas, te deshiciste de mi rifle y jamás más volví a
cazar iguanas. Fuiste un permanente amante de la vida, ni la lucha
contra el cáncer te cambió, tanto así que pocos días antes de la
madrugada (18-10-2009) que te quedaste dormido para siempre entre mis
brazos, el Presidente del PCV, nuestro amigo Jerónimo Carrera, te
visitó en el área de cuidados clínicos intensivos para obsequiarte
palabras de ánimo en tu cumpleaños y nos regalaste una sonrisa de
satisfacción que nunca olvidaremos. Fuiste hasta el final un defensor
convencido de la unidad con Hugo Chávez.
Padre, tu digna vida me enorgullece, gracias por enseñarme a amar al
género humano y a entender que la única enfermedad que mata al hombre
es la tristeza. Fuiste un héroe, pues solo los héroes son capaces de
revivir en los adultos la felicidad de la infancia y juntos fuimos dos
niños. Siempre pudimos jugar, reír, soñar, conquistar corazones y
compartir una copa, disfrutamos extraordinarias lecturas y fuimos
dueños del mundo a nuestro modo.
Infinitas gracias te doy por no haber permitido que mi hermana creciera
en la prisión y ponerla en los brazos de mi abuela cuando aun eras un
fugitivo.
Gracias por haber sido el padre más amoroso del mundo. Nada apagará tu
llama porque las ideas no tienen lugar ni tiempo, vivirás en mi
conciencia cada día. Hasta la victoria siempre.
Tu hijo,
http://jesusmanuelsilva.blogspot.com
(*) Abg. Constitucionalista y Penalista. Profesor Universitario.