16 de noviembre 2008. - De cara al debate que hoy se da sobre la crisis actual, quisimos
conocer la lectura que de ella hace una de las voces estadounidenses
más relevantes en el análisis y la crítica de su país y del mundo, Noam
Chomsky. Esto fue lo que nos dijo.
- Quisiera que
hablemos sobre la crisis actual. ¿Cómo explicar que mucha gente la vio
llegar, pero quienes están a cargo de los gobiernos y de las economías
no estaban preparados?
Las bases para la crisis son
predecibles. Un factor constitutivo de la liberalización financiera es
que habrá crisis frecuentes y profundas. De hecho, desde que la
liberalización financiera fue instituida hace cerca de treinta y cinco
años, se ha establecido una tendencia a incrementar la regularidad de
las crisis, y crisis cada vez más profundas. Las razones son
intrínsecas y entendidas: tienen que ver fundamentalmente con las bien
conocidas ineficiencias de los mercados. Así, por ejemplo, si usted y
yo hacemos una transacción, digamos que me vende un coche, podemos
hacer un buen negocio para nosotros mismos, pero no consideramos el
efecto sobre otros. Si le compro un coche, aumenta el uso de la
gasolina, aumenta la contaminación, aumenta la congestión, etcétera.
Pero no contamos esos efectos. Esto es lo que los economistas llaman
externalidades, y no se cuentan en los cálculos del mercado. Estas
externalidades pueden ser enormes. En el caso de las instituciones
financieras, son particularmente grandes. La tarea de una institución
financiera es tomar riesgos. Si es una institución financiera bien
manejada, digamos Goldman Sachs, considerará los riesgos para sí misma,
pero la frase crucial aquí es para sí misma. No considera los riesgos
sistémicos, los riesgos para el conjunto del sistema, si Goldman Sachs
tiene una pérdida substancial. Y lo que eso significa es que esos
riesgos son subvalorados. Se toman más riesgos de los que deberían
tomarse en un sistema eficiente que toma en cuenta todas las
implicaciones. Es más, esta fijación errónea de precios se integra
simplemente como parte del sistema del mercado y de la liberalización
de las finanzas.
Como consecuencia de la subvaloración de los
riesgos, éstos llegan a ser más frecuentes, y,cuando hay fracasos, los
costos son más altos que lo considerado. Las crisis llegan a ser más
frecuentes, al tiempo que suben en escala a medida que el alcance y la
gama de transacciones financieras aumentan. Por supuesto, todo esto se
amplifica aún más por el fanatismo de los fundamentalistas del mercado
que desmontaron el aparato regulador y permitieron la creación de
instrumentos financieros exóticos y opacos. Es una clase de
fundamentalismo irracional porque queda claro que el debilitamiento de
mecanismos regulatorios en un sistema de mercado incorpora un riesgo de
crisis desastrosa. Se trata de actos sin sentido, salvo para el interés
a corto plazo de los amos de la economía y de la sociedad. Las
corporaciones financieras pueden, y lo han logrado, cosechar enormes
ganancias a corto plazo al emprender acciones extremadamente
aventuradas, incluyendo especialmente la desregulación, que hacen daño
a la economía general, mas no a ellas, por lo menos en el corto plazo
que es lo que orienta la planificación. No se podía predecir el momento
exacto de una crisis severa, ni se podía predecir el alcance exacto de
la crisis, pero que una ven-dría era obvio. De hecho, se han registrado
crisis serias y repetidas durante este período de desregulación
creciente. Solo que hasta ahora no habían golpeado tan duramente en el
centro de la riqueza y del poder, sino que han golpeado sobre todo en
el tercer mundo. Veamos el caso de los Estados Unidos. Es un país rico,
pero para una mayoría substancial de la población, los últimos treinta
años probablemente figuren entre los peores de la historia económica
norteamericana. No ha habido crisis masivas, guerras grandes, depre-
siones, etc. Sin embargo, los salarios reales han estado prácticamente
estancados para la mayoría durante treinta años. Para la economía
internacional, el efecto de la liberalización financiera ha sido
bastante dañino. Se podía leer en la prensa que los treinta años
pasados, los del neoliberalismo, han mostrado el mayor descenso de la
pobreza en la historia del mundo, un enorme crecimiento, etc., y tiene
algo de cierto, pero lo que falta decir es que el descenso de la
pobreza y el crecimiento han ocurrido en países que hicieron caso omiso
de las reglas neoliberales. Los países que observaron las reglas
neoliberales han su- frido gravemente. Es así que hubo un gran
crecimiento en Asia del Este, pero no hicieron caso de las reglas. En
América Latina, donde observaron las reglas rigurosamente, fue un
desastre.
- José Stiglitz escribió recientemente en un
artículo que esta última crisis marca el fin del neoliberalismo; y
Chávez en una rueda de prensa dijo que la crisis podría ser el final
del capitalismo. ¿Cuál cree que es más cercano a la verdad?
Primero,
debemos tener claro que el capitalismo no puede terminar, porque nunca
comenzó. El sistema en el que vivimos debe llamarse capitalismo de
Estado, no simplemente capitalismo. En el caso de Estados Unidos, la
economía se apoya muy fuertemente en el sector estatal. Por el momento,
hay mucha angustia sobre la socialización de la economía, pero eso es
solo una broma pesada. La economía avanzada, la alta tecnología y
similares siempre han dependido ampliamente del sector dinámico de la
economía estatal. Es el caso de la informática, la Internet, los
aviones, la biotecnología, casi todo lo que está a la vista. El MIT
(Massachusetts Institute of Technology), de donde le estoy hablando, es
una especie de embudo, en la cual el público vierte el dinero y de allí
sale la tecnología del futuro, que será entregada al poder privado para
que saque las ganancias. Entonces tenemos un sistema de socialización
de los costos y riesgos y privatización del beneficio. Y eso no solo en
el sistema financiero, sino en toda la economía avanzada.
De
modo que, para el sistema financiero, probablemente el resultado será
más o menos como lo describe Stiglitz. Es el final de una cierta era de
la liberalización financiera conducida por el fundamentalismo de
mercado. El Wall Street Journal lamenta que Wall Street como la hemos
conocido ha desaparecido con el derrumbe de la banca de inversión. Y se
darán algunos pasos hacia la regulación. Eso es cierto. No obstante,
las propuestas que se están formulando, por extensas y severas que
sean, no cambian la estructura de las instituciones básicas
subyacentes. No hay ninguna amenaza al capitalismo de Estado. Sus
instituciones fundamentales seguirán siendo las mismas, quizás incluso
sin remezones. Pueden reacomodarse de varias maneras, algunos
conglomerados podrían absorber otros, algunos incluso podrían ser
semi-nacionalizados tibiamente, sin que ello afecte mayormente la
monopolización privada de la toma de decisiones. No obstante, como van
las cosas, las relaciones de propiedad y la distribución de poder y
riqueza no cambiarán significativamente; si bien la era del
neoliberalismo, vigente desde hace unos treinta y cinco años,
seguramente será modificada de manera significativa. Sea dicho de paso,
nadie sabe qué tan grave se volverá esta crisis. Cada día trae nuevas
sorpresas. Algunos economistas están prediciendo una verdadera
catástrofe. Otros piensan que puede ser remendada con un trastorno
modesto y una recesión, que probablemente será peor en Europa que en
EE.UU. Pero nadie sabe.
- ¿Ud. piensa que veremos algo parecido a la depresión, con la gente
sin trabajo haciendo largas filas para conseguir alimentos,en EE.UU. y
Europa? ¿Y de ser así, veremos una gran guerra para reponer a las
economías en pie, o una terapia de shock, o si no qué?
No
creo que la situación sea comparable con el período de la gran
depresión, aunque hay algunas semejanzas con esa época. Los años ‘20
eran también un período de especulación salvaje y de una enorme
expansión del crédito y de los préstamos, con la creación de una enorme
concentración de riqueza en un sector muy pequeño de la población, y la
destrucción del movimiento sindical. En esto hay semejanzas con el
periodo actual. Pero también hay muchas diferencias. Existe un aparato
mucho más estable de control y regulación que resultó del New Deal y
aunque se ha erosionado, buena parte de él permanece intacto. Además,
ya hay la comprensión de que los tipos de políticas que se veían como
extremadamente radicales en el período del New Deal ahora son más o
menos normales. Así, por ejemplo, en el reciente debate presidencial,
John McCain, el candidato de la derecha, propuso medidas tomadas del
New Deal para enfrentar la crisis de vivienda. Entonces hay la
comprensión de que el gobierno debe asumir un papel importante en la
gestión de la economía y de hecho tienen cincuenta años de experiencia
en ella para los sectores avanzados de la economía.
Mucho de lo
que se lee sobre esto es pura mitología. Por ejemplo, leemos que la
creencia apasionada de Reagan en el milagro de los mercados ahora está
siendo atacada, siendo que a Reagan se le ha asignado el papel del Gran
Sacerdote de la fe en los mercados. De hecho, Reagan fue el presidente
más proteccionista de la historia económica estadounidense de la
posguerra. Él aumentó las barreras proteccionistas más que todos sus
precursores juntos. Convocó al Pentágono a desarrollar proyectos para
entrenar a administradores norteamericanos rezagados en métodos
avanzados de producción japoneses. Operó uno de los salvamentos
bancarios más grandes de la historia norteamericana, y conformó un
conglomerado basado en el Estado para tratar de revitalizar la
industria de semiconductores. De hecho, él creía en un gobierno
poderoso, de intervención radical en la economía. Cuando digo “Reagan”,
me refiero a su administración; lo qué él creyó sobre todo esto, si
creyó algo, realmente no lo sabemos, y no es muy importante.
Hay
mucha mitología que tenemos que desmontar, incluyendo lo que se dice
del gran crecimiento y la reducción de la pobreza. En los propios
EE.UU., en la medida en que sí se aplicaron las reglas neoliberales,
fueron bastante dañinas para la mayoría de la población. Viendo más
allá de la mitología, podemos percibir que una economía capitalista de
Estado que, particularmente desde la segunda guerra mundial, ha
dependido muy fuertemente del sector estatal, ahora está volviendo a
depender del Estado para el manejo del sistema financiero que se
derrumba.Por ahora, no hay señales de que se producirá nada parecido al
desplome de 1929.
- Entonces, ¿no considera que nos encaminamos hacia un cambio en el orden mundial?
Bueno,
hay cambios muy significativos en el orden mundial y esta crisis quizás
contribuirá a ellos. Pero han estado en camino desde hace algún tiempo.
Uno de los cambios más grandes en el orden mundial, lo estamos viendo
ahora en América Latina. Se dice que es el patio trasero de EE.UU. y
que desde hace tiempos EE.UU. la maneja. Pero esto está cambiando.
Apenas hace algunas semanas, a mediados de septiembre, se dio una
ilustración muy dramática de ello. El 15 de septiembre hubo una reunión
de UNASUR, la Unión de Naciones Suramericanas, donde acudieron todos
los gobiernos suramericanos, incluyendo Colombia, el favorito de EE.UU.
Tuvo lugar en Santiago, Chile, otro favorito de EE.UU. La reunión salió
con una declaración muy contundente en apoyo a Evo Morales de Bolivia,
y en rechazo a los elementos cuasi-secesionistas en ese país, que
cuentan con el apoyo de Estados Unidos. Hay una lucha muy significativa
en Bolivia. Las élites se están movilizando por la autonomía y quizás
la secesión, llegando a niveles fuertes de violencia, con la evidente
venia de EE.UU. Pero las repúblicas suramericanas asumieron una postura
firme, en apoyo al gobierno democrático. La declaración fue leída por
la presidenta Bachelet de Chile, una favorita de Occidente. Evo Morales
respondió agradeciendo a los presidentes por su respaldo, a la vez que
señaló, correctamente, que ésta era la primera vez en 500 años que
América Latina había tomado su destino en sus propias manos, sin la
interferencia de Europa ni, sobre todo, de EE.UU. Ése es un símbolo de
un cambio muy significativo que está en curso, a veces llamado la marea
rosada. Fue tan importante que la prensa estadounidense no lo reportó.
Hay una oración aquí y allí en la prensa que anota que algo sucedió,
pero suprimen totalmente el contenido y la importancia de lo que
sucedió.
Esto es parte de un proceso a largo plazo, en el cual
Suramérica está comenzando a superar sus enormes problemas internos y
también su subordinación a Occidente, principalmente a los Estados
Unidos. Suramérica también está diversificando sus relaciones con el
mundo. Brasil tiene relaciones cada vez mayores con Sudáfrica e India,
y particularmente China, que está cada vez más involucrada con
inversiones e intercambios con los países latinoamericanos. Son
procesos extremadamente importantes, que ahora están comenzando a
llegar también a América Central. Honduras, por ejemplo, es la clásica
república bananera. Fue el campamento base para las guerras del terror
de Reagan perpetradas en la región y se ha subordinado totalmente a
EE.UU. Pero Honduras se sumó recientemente al ALBA, la Alternativa
Bolivariana para los Pueblos de América, basada en Venezuela. Es un
pequeño paso, pero no deja de ser muy significativo.
- ¿Ud.
piensa que estas tendencias en Suramérica, como ALBA, UNASUR y los
grandes acontecimientos en Venezuela y Bolivia y otros países, pudieran
ser afectados por una crisis económica de la dimensión que ahora
estamos enfrentando?
Bueno, serán afectados por la crisis,
pero por el momento, no tanto como Europa y EE.UU. Si se mira la bolsa
en Brasil, se derrumbó muy rápidamente, pero los bancos brasileños no
están en quiebra. Asimismo, en Asia, las bolsas están declinando
agudamente, pero los gobiernos no están tomando el control de los
bancos, como sucede en Inglaterra y EE.UU. y buena parte de Europa.
Estas regiones, Suramérica y Asia, de alguna manera se han aislado de
las calamidades de los mercados financieros. Lo que desató la crisis
actual fueron los préstamos subprime para activos construidos sobre
arena, y éstos, claro, están en manos de estadounidenses, aunque al
parecer, la mitad está en bancos europeos. El hecho de poseer activos
tóxicos basados en hipotecas les ha involucrado muy rápidamente en
estos acontecimientos -y además tienen sus propias crisis de la
vivienda, particularmente Gran Bretaña y España-. Asia y América Latina
han sido mucho menos expuestas, por haber mantenido estrategias de
crédito mucho más cautelosas, particularmente desde el descalabro
neoliberal de 1997-8. De hecho, un gran banco japonés, Mitsubishi UFG,
acaba de comprar una parte substancial de Morgan Stanley, en EE.UU.
Entonces no parece, hasta ahora, que ni Asia ni América Latina estarán
afectadas tan gravemente como EE.UU. y Europa.
- ¿Piensa
que habrá una gran diferencia entre Obama y McCain como presidente para
asuntos como el Tratado de Libre Comercio y el Plan Colombia? Porque en
Colombia, donde vivo, se puede sentir que el presidente y el
establecimiento están algo asustados frente a una elección de Obama. Sé
que usted tiene la sensación que Obama es como una hoja en blanco;
¿pero piensa que habrá una diferencia?
En efecto, Obama se
ha presentado más o menos como una hoja en blanco. Pero no hay motivo
para que el establecimiento colombiano se asuste de su elección. El
Plan Colombia es política de Clinton y hay muchas razones de suponer
que Obama será otro Clinton. Él es bastante impreciso, a propósito.
Pero cuando explicita políticas, se parecen mucho a políticas
centristas, como Clinton, que modeló el plan Colombia y militarizó el
conflicto, etc.
- Tengo a veces la sensación que los dos
periodos de Bush se dieron en un contexto de cambio del orden mundial,
tratando de mantener el poder con el uso de la fuerza, y que en cambio
Obama podría representar la cara buena para renegociar el orden
mundial. ¿Qué opina?
Recuerde que el espectro político en
EE.UU. es bastante estrecho. Es una sociedad manejada por las empresas,
básicamente, es un Estado de partido único, con dos facciones,
demócratas y republicanos. Las facciones tienen algunas diferencias, y
éstas a veces son significativas. Pero el espectro es bastante
estrecho. La administración Bush, sin embargo, se situaba bastante más
allá del final del espectro, con nacionalistas radicales extremos,
creyentes extremos en el poder del Estado, en la violencia en el
exterior, en un alto gasto gubernamental. De hecho estaban tan fuera
del espectro que han sido criticados ásperamente incluso por parte del
mainstream, desde los primeros tiempos.
Quienquiera que asuma el
mandato, es probable que vaya a desplazar el tablero más hacia el
centro del espectro, Obama quizás en mayor medida. Entonces contaría
que en el caso de Obama, habrá algo así como un renacimiento de los
años de Clinton, adaptado por supuesto a las circunstancias cambiantes.
En el caso de McCain, sin embargo, es bastante difícil de predecir. Él
es temerario. Nadie sabe lo que haría...
- Ahora que estamos
llegando al fin de la globalización neoliberal, ¿existe la posibilidad
de algo realmente nuevo, una globalización buena?
Pienso
que las perspectivas están mucho mejor de lo que han estado antes. El
poder está todavía extraordinariamente concentrado, pero hay cambios, a
medida que la economía internacional se hace más diversa y compleja. El
Sur se vuelve más independiente. Pero si se mira a EE.UU., aún con todo
el daño que Bush ha hecho, sigue siendo la economía homogénea más
grande, con el mercado interno más grande, la fuerza militar más fuerte
y tecnológicamente más avanzada, con gastos anuales comparables a los
del resto del mundo combinados, y con un archipiélago de bases
militares a través del mundo. Éstas son fuentes de continuidad, aun
cuando el orden neoliberal se está erosionando tanto dentro de EE.UU.,
como en Europa e internacionalmente, a medida que crece la oposición a
dicho orden. Entonces, hay oportunidades para un cambio real, pero
hasta donde llegarán depende de la gente, de lo que estemos dispuestos
a emprender.