Entrevista

Eduardo Galeano: "Hay una demonización de Chávez"

El reloj, para Eduardo Galeano (Montevideo, 1940), marca todavía hora de la capital uruguaya aunque el ruido que se cuela en la charla por la ventana llega de la Puerta del Sol. "Disculpa si digo muchas tonterías. Es el jet lag". Ni por asomo, las cinco horas que separan a Madrid de la capital uruguaya ponen patas arriba la palabra del autor de Las venas abiertas de América Latina. El escritor ha visitado España para participar en la Semana de la Cooperación que organizan la AECID y la agencia Inter Press Service, ocasión que aprovecha para "echar un vistazo al mundo de hoy, un mundo al revés".

Pregunta. Vargas Llosa ha escrito que aún se considera periodista. ¿Y usted?

Respuesta. Sí, pero hay una tradición que cree que el periodismo es un ejercicio que se practica en los bajos fondos de la literatura, y en lo alto del altar está la creación del libro. No comparto esa división de clases. Creo que todo mensaje escrito forma parte de la literatura, incluyendo los grafiti de las paredes. Hace tiempo que, sobre todo, escribo libros y muy pocos artículos. Pero me formé en eso y tengo la marca de fábrica. Le agradezco al periodismo que me haya sacado de la contemplación de los laberintos de mi propio ombligo.

P. En ocasiones cita la frase de un anónimo: "Nos mean y los diarios dicen que llueve". ¿Sigue lloviendo?

R. Es un grafiti que vi en una calle de Buenos Aires. Las paredes son la imprenta de los pobres. Sigue lloviendo. Empezando por la imposición de un lenguaje mentiroso. Cuando llaman contratistas a los mercenarios mienten; cuando llaman catástrofes naturales a los desastres que el mundo sufre mienten también, porque la naturaleza no tiene la culpa de los crímenes que se cometen contra ella; se invoca a la comunidad internacional y se refieren a un club de banqueros y guerreros que dominan el mundo.

P. Hace tiempo que no escuchamos que la prensa es el cuarto poder. ¿Hemos bajado un peldaño?

R. No. Se han desarrollado formas de comunicación que te devuelven la confianza en que este mundo al revés es un centro de paradojas interesante. Internet nació al servicio de la industria militar, y luego se convirtió en otra cosa distinta. Se multiplicaron las voces no escuchadas que sonaban en campana de palo. Ha contribuido al desarrollo de formas alternativas de comunicación. Yo soy prehistórico y necesito que un diario me cruja las manos, el olor de la tinta y el papel. Tampoco puedo leer un libro en pantalla. Me gusta mucho el papel en la mano, el libro que me apoyo contra el pecho, lo escucho poniendo contra la oreja las palabras que transmite aunque a veces parecen muertas en el papel.

P. El encuentro de la AECID e IPS pretendía implicar a los medios en un "desarrollo más inclusivo". ¿Se nos olvidó incluir a alguien al contar la crisis?

R. Hubo una manipulación, creo que no inocente, de los grandes medios de comunicación de tal manera que los autores de la catástrofe, los banqueros de Wall Street, terminaron en algo similar a la inocencia hasta creer que la culpa de la crisis la tenía Grecia. Pero también hay voces alternativas que suenan como las radios comunitarias. Han sido despreciadas y perseguidas en muchos países, pero ahora han ido encontrando su lugar. Las voces de la gente, sin intermediarios, suenan más verdaderas.

P. ¿Existe una menor implicación ideológica del periodista?

R. Cualquier forma de apoyo de la diversidad de las voces humanas me parece estimulante, tenga la forma que tenga y se le ponga la etiqueta que se le ponga. Creo en la diversidad de la condición humana. Lo mejor del mundo es la cantidad de mundos que tiene. En Espejos. Una historia casi universal (2008) intenté abarcar el mundo sin hacer caso de las fronteras, el mapa o el tiempo para celebrar la diversidad.

P. Los episodios de violencia contra la prensa de los setenta en América Latina se repiten en nuestros días. ¿Se puede librar el periodista de la coacción?

R. Hay espacios de independencia que es posible abrir. En Argentina dirigí la revista cultural Crisis. Pero me tuve que ir porque la revista prefirió quedar parada y no inclinarse ante la voluntad del golpe militar triunfante que implicaba una censura cada vez peor. Pero mientras duró fue una experiencia extraordinaria. Llegamos a vender 35.000 ejemplares. Para los militares tenía un tufillo subversivo porque se le daba la palabra a los que habían nacido para tener la boca cerrada. Mi experiencia de vida me ha enseñado que todos tenemos algo que decir a los demás, algo que hacer por los demás, celebrado o por lo menos perdonado. Algunas voces resuenan y otras no. Hay muchos que están condenados al silencio eterno. A veces las voces desconocidas, despreciadas, ignoradas son mucho más interesantes que las del poder y sus múltiples ecos.

P. En Venezuela, Argentina, Bolivia, Ecuador, los Gobiernos andan a la gresca con los medios de comunicación...

R. Las generalizaciones corresponden a una visión de nuestra realidad, la latinoamericana o del sur del mundo, que el norte tiene. Los débiles, cada vez que intentan expresarse o caminar con sus piernas, resultan peligrosos. El patriotismo es legítimo en el norte del mundo y en el sur se convierte en populismo o, peor todavía, terrorismo. Las noticias son muy manipuladas, dependen de los ojos que las ven o el oído que las escucha. La huelga de hambre de los indios mapuches en Chile ocupa poco o ningún espacio en los medios que más influencia tienen, y una huelga de hambre en Venezuela o Cuba merece la primera plana. ¿Quiénes son los terroristas? ¿Son piratas los que asaltan los barcos o los que pescan violando las leyes y los límites?

P. El presidente venezolano, Hugo Chávez, es uno de los que andan enzarzados con la prensa ¿Tenemos veredicto con él?

R. Hay una demonización de Chávez. Antes Cuba era la mala de la película, ahora ya no tanto. Pero siempre hay algún malo. Sin malo, la película no se puede hacer. Y si no hay gente peligrosa, ¿qué hacemos con los gastos militares? El mundo tiene que defenderse. El mundo tiene una economía de guerra funcionando y necesita enemigos. Si no existen los fabrica. No siempre los diablos son diablos y los ángeles, ángeles. Es un escándalo que hoy, cada minuto, se dediquen tres millones de dólares en gastos militares, nombre artístico de los gastos criminales. Y eso necesita enemigos. En el teatro del bien y del mal, a veces son intercambiables como pasó con Sadam Husein, un santo de Occidente que se convirtió en Satanás.


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