Ponencia de Juan Carlos Monedero

Foro “Claves para el encuentro de las Fuerzas Revolucionarias”

Juan Carlos Monedero

Juan Carlos Monedero

Credito: YVKE Mundial

Siempre hemos dicho que un socialismo triste es un triste socialismo y siempre hemos apostado por la alegría; de hecho, si algo me enamoró de la Revolución Bolivariana era su alegría. Cuando nos fuimos involucrando en tareas de gobierno, es verdad que conforme te acercabas a los círculos, más hacia Miraflores, más perdías las compañías, de manera que para estar en el círculo central no tenías que tener pareja, ni amigos, ni tiempo: Nada. Esa lectura viejita de que ser revolucionario es pasarte el día triste, no podías tener gente que te recordase.

No sé si “Sombras del Proceso Bolivariano” podríamos llamarlo también “Dos años después a este encuentro”, y la verdad es que cuando organizamos hace dos años este encuentro había una cosa detrás que siempre nos acompañaba, y es que somos profundamente irreverentes.

Es curioso porque creo que quienes procuramos ser inteligentemente irreverentes no nos equivocamos de los momentos históricos y que curioso que nosotros, quienes fuimos las personas que hace dos años planteamos un debate fuerte y crítico dentro del proceso, somos los que ahora, en un momento también delicado de la Revolución, estamos aquí diciendo: “Esta Revolución está aquí para quedarse y vamos a dar hasta la última gota de sangre para que esta Revolución siga adelante”.

Hay gente que se equivoca y pensaba que hace dos años, cuando criticábamos lo hacíamos no se sabe muy bien por qué tipo de razones. Bueno, las razones para criticar hace dos años son las mismas que hacen que estemos aquí ahora cuando hay muchas ratas abandonando el barco. En este momento, donde hay gente que quizás empieza a buscar posiciones porque está haciendo lecturas catastrofistas, como si las revoluciones escribieran testamentos políticos, cuando las revoluciones no escriben testamentos políticos; esa gente que hace movimientos para ver cómo se ubica. En ese momento, los mismos que hace dos años criticamos fuerte y hacia arriba, somos los que estamos aquí diciendo: Esta Revolución lo que necesite, se lo vamos a dar.

Somos irreverentes. Vengo de España y allí si hay algo sagrado es la Iglesia. Siempre recuerdo que me encanta criticar a la Iglesia Católica y siempre digo que estudié en un colegio de curas y pongo cara triste y digo: no recuerdo qué nos daba más miedo si los curas que nos golpeaban o los curas cariñosos. Igualmente, siempre he contado que cuando Moisés bajó del Monte Sinaí y le dijo al pueblo: tenéis que obedecer estas tablas que me ha entregado Dios y uno le dijo: ¡Oye, si es tu letra!. También como para decir: en nombre de quién me vas tú a contar nada.

La última historia que tiene mucho que ver, aunque ustedes crean que no, con lo que estamos aquí discutiendo es una historia que he contado mil veces en Venezuela y, es la de la ciudad de Ur, cerca de Galilea, por la noche, en casa de Abraham se escucha una voz profunda, cavernosa, que dice: Abraham, agarra a tu hijo, llévalo al bosque y allí lo vas a sacrificar en nombre de Dios y su amor todopoderoso.

Abraham dice: Sara, levanta al niño. Sara llorando dice: hijo despiértate, ve con el padre por leña. El niño se levanta, se despereza y van hacia al campo. En mitad de un claro, sobre un montón de leña, Abraham agarra a Isaac, lo pone encima de la pila, le abre la camisa, saca el puñal y cuando está a punto de descargárselo en el pecho, se escucha una voz profunda, cavernosa, que dice: Abraham detente, ya haz demostrado tu amor por Dios Todopoderoso, guarda el puñal, regresa a casa y se feliz con los tuyos. Abraham guarda el puñal, encamina el rumbo hacia la casa y el joven Isaac se incorpora y dice: si no llego a aprender ventriloquía este loco me asesina.

Esta historia siempre me ha gustado mucho, porque es verdad que en el desarrollo del proceso bolivariano había gente que trataba al Presidente Chávez como un Dios, sobre quien no se podía decir nada. Y nosotros irreverentes, porque venimos de tradiciones políticas no autoritarias, aprendimos que había que leer a Marx, pero nos dijeron aquello de que ni Marx ni menos, es decir, nos enseñaron a ir al pensamiento no como se va a un catecismo, sino ir al pensamiento para ser más libres, no para encadenarnos.

La gente que está sentada en esta mesa, las generaciones más jóvenes y las menos jóvenes, he hablado con ellos de marxismo. En Venezuela, ¡cómo te recordaban a Ludovico Silva!, que tenía esa frase tan brillante que decía: “si los loros fueran marxistas, serían marxistas ortodoxos”. Claro, porque repetirían como loros esos dictados que ni siquiera serían de Marx, como las tablas de Moisés, sino de los intérpretes del mismo.

Bueno, nuestra irreverencia siempre es muy leal con las cosas profundas y éstas son las que tienen que ver con la libertad y la justicia de los pueblos. Nietzsche, que está el Presidente leyéndolo ahora mismo, decía: “lo que no me mata, me hace más fuerte”, y es verdad que la enfermedad del Presidente lo cura a él y cura también a esta Revolución.

La Revolución en estos doce años ha hecho cosas fascinantes y también se ha equivocado como todas las revoluciones. Siempre nos has dado cierto susto gente bastante oportunista que decía que había un socialismo científico, ¡vaya que funcionaba como la ley de la gravedad!

Que poco marxista es eso. El pensamiento marxista implica estar interactuando con la realidad, estar siempre escuchando qué ocurre y qué no ocurre y, por tanto, no puede haber una revolución guiada por principios científicos. Al revés, la buena revolución es la que tiene un buen oído y aquí el oído se había llenado de cera, y resulta que mucha gente cuando le criticaban lo que hacía mal, decían: ¡contrarrevolucionario!, ¡Chavista sin Chávez! Dónde estará Acosta Carles ahora mismo, cuánta gente no criticaba lo que estaba haciendo ese señor y decían: ¡Usted es un contrarrevolucionario! Quien era realmente el contrarrevolucionario.

El cuerpo del Presidente Chávez le ha avisado a él y a esta Revolución, y en vez de comportarse de una manera necia y no escuchar esa advertencia y matarse, ha decidido vivirse. En ese vivirse, Chávez frente a su enfermedad creo que también ha lanzado a la Revolución Bolivariana una advertencia, de que tiene que dejar de matarse y tiene que empezar a vivirse.

Y como ha dicho también Miguel Ángel (Pérez Pirela), una revolución que ha asumido la vía electoral se mata cuando pierde votos y hemos tenido, en septiembre pasado, un aviso de que cuando las cosas se hacen mal, este pueblo, que no ha sido adoctrinado sino instruido, te puede decir: si no me das lo que me has prometido, te retiro el apoyo.

Estamos en un momento histórico. El hecho es que, créanme sin poder mucho, quería estar aquí con ustedes porque creo que es un momento histórico para Europa, para América, para África y también para América Latina. La enfermedad del Presidente Chávez nos emplaza a todos con una responsabilidad, quizás, como la que tuvimos hace doce años.

El momento es histórico porque estamos en una fase radical de crisis del modelo capitalista. No estamos en una crisis en el capitalismo, sino que estamos en una crisis del capitalismo. Sabemos, los que nos dedicamos a las ciencias sociales, que el sistema capitalista funciona con ciclos, ciclos más cortos y unos largos.

Estamos al final de uno de los ciclos largos e históricamente el final de los ciclos largos siempre se ha solventado, dentro del sistema capitalista desde hace casi quinientos años, primero con una financiarización de la economía, es decir, la economía se hunde, y en vez de construir riquezas lo que construimos es crédito. Se le da la maquinita de hacer dinero sin tener riqueza real, eso va manteniendo un poquito el tipo hasta que al final esas burbujas explotan y las soluciones siempre han sido guerras. Sobre todo cuando han habido potencias capaces de hegemonizar esas crisis del modelo capitalista.

Si miramos a la historia, estamos en un momento con la misma radicalidad tenebrosa que en otros donde el resultado tenía que ser crisis radical económica seguida de guerra. Hay gente que parece no enterarse.

Contaba hace poco que cuando la Revolución Francesa, María Antonieta desde su Palacio de Versalles, dijo: ¡Pero por qué protestan estos! y le dijeron: Majestad, es que no tienen pan. A lo que ella contestó: ¿y por qué no comen pastelillos? La buena monarca era incapaz de entender que si no hay pan, mucho menos hay pastelillos. Fíjense ustedes que hay gente que nos es María Antonieta, sino que sabe perfectamente qué ocurre.

En Europa, ahora mismo, esos sectores y pequeños grupos elitistas que controlan el sistema financiero, que es el pulmón con el cual se ha ido alimentando el sistema capitalista en los últimos cincuenta años, esos pequeños grupos elitistas lanzan el último órdago al sistema. Ya les da lo mismo condenar a Europa al hambre, como condenaron a América Latina al hambre, igual que condenaron al continente africano al hambre e igual que condenaron a Asia al hambre.

Esta es una situación novedosa, porque por vez primera en Europa estamos sabiendo de los planes de ajuste que ustedes durante tantas décadas han conocido. De repente, estamos aprendiendo lo que significa que venga el Fondo Monetario Internacional (FMI) a decirte: tienes que apretarte el cinturón.

Estamos entendiendo qué significa que venga el Banco Mundial a decirte: tienen ustedes que alargar la jornada laboral, cerrar los comedores públicos, privatizar las universidades; como estamos viendo en Grecia, privatizar hasta el Partenón. Privatizar hasta las ruinas que representan simbólicamente el nacimiento de la democracia en Europa, que es Grecia. Al final, en el Partenón abrirán un Mc Donald's y ese será como el triunfo de este modelo neoliberal.

Fíjense ustedes que la crisis tiene elementos que nos obligan a hacer análisis para no equivocarnos. Cuando uno está en una encrucijada, un paso en el camino equivocado te puede llevar a kilómetros de distancia. Estamos en una encrucijada y por eso es tan importante el pensamiento, por eso nosotros desde el Centro Internacional Miranda (CIM), en todos estos años, hemos insistido en que hay que hacer pensamiento, porque si te equivocas en la dirección te puedes ir demasiado lejos.

Por eso es que hemos insistido tanto, no porque fuéramos intelectuales, todos somos intelectuales, lo que pasa es que no todos tenemos la función de ser intelectuales socialmente, pero claro que lo somos, porque somos gente que piensa, que reflexiona. Los que tenemos la función social del intelectual y los que vivimos de ser intelectuales, venimos advirtiendo que hacen falta buenos análisis.

Y a dónde nos llevan esos análisis, a entender que la última crisis del capitalismo se solventó en cuatro lugares que están agotados. Qué hicieron en los años setenta para solventar la crisis del capitalismo, dijeron: vamos a generar mayor explotación. Ah bueno, parece que lo intentan. Ahí sí que siguen siendo vehementemente consecuentes.

En España, ahora mismo, acabamos de aumentar la edad de jubilación a los sesenta y siete años, se aumenta la jornada laboral y es más difícil ahora obtener una pensión. Ya no trabajas para toda la vida. La Unión Europea (UE) se ha inventado un concepto que es el de flexi-seguridad, que consiste en que trabajarás para siempre, pero seis meses vendiendo pizzas, seis meses dando clases, seis meses barriendo escaleras. Es decir, tú ya no puedes estudiar para algo y trabajar toda la vida para eso. Eso ya pertenece al pasado. Y lo que pensábamos que eran derechos obtenidos, desaparecen. Entonces, volvemos a la película Full Monty, donde esos parados de larga duración tienen que hacer un streptease masculino para ver si consiguen un poquito de plata. La metáfora sigue siendo buena, cuando no tienes trabajo estás desnudo.

Bueno, tenemos 20% de desempleo en España, 5.000.000 millones de personas sin trabajo y casi 2.000.000 millones de hogares que no reciben ningún tipo de ingreso. En España, que es la quinta economía de la UE, dónde también dijeron que iban a solventar la crisis, generando deuda para el futuro, vamos a generar deuda, déficit y qué hemos hecho con eso: alimentar al monstruo de los bancos. Cualquier ciudadano que nace en Europa, debe decenas de miles de euros.

Cuál es la otra solución que decían: explotar a los países del sur. ¡Ah! ahí está la “maldad” de Venezuela, cuando de repente asume: “no vais a seguir explotándonos, no vais a quedaros con nuestro petróleo, no vais a quedaros con nuestro gas”. De repente, Europa dice: “pero estos qué se han creído”. Además, Venezuela no hacía eso sólo para ella, sino que contamina a Bolivia, a Ecuador, a Paraguay, a Brasil.

Hay que recordar que el Presidente Chávez estuvo durante mucho tiempo solo defendiendo ese modelo, porque recuerdo en Belem de Pará, en el Foro Social Mundial, a los presidentes Correa, Lula, Lugo, Evo, todos; diciéndole, allí delante de todos, “Chávez si estando ahora todos juntos nos cuesta tanto aguantar, cómo pudiste aguantar solo tanto tiempo”.

Los países del Sur se levantan y le dicen al norte: no vamos a seguir financiando vuestro bienestar. Qué es lo último que queda: la naturaleza, pero la naturaleza antes no se quejaba y ahora se empieza a quejar, ya grita. Por tanto, no podés seguir intentando mantener esa tasa de beneficio explotando la naturaleza.

Señoras y señores, estamos en una crisis terminal del sistema capitalista. Y eso nos lleva a una reflexión terrible, porque qué es lo que dicen los centros de poder económicos y políticos: “No hay alternativa”. Todos ustedes recuerdan hace dos años a Nicolás Sarkozy y a Obama diciendo: “Vamos a construir un capitalismo con rostro humano”, “vamos a cerrar los paraísos fiscales”. Por qué no se ha tomado ni una sola de esas medidas: porque no había pueblo en la calle respaldando esas medidas, porque las luchas de ayer son los derechos de hoy y las luchas de hoy son los derechos de mañana.

Y no se iban a cerrar los paraísos fiscales a no ser que hubiera mucho pueblo en la calle doblándole el brazo a los dirigentes. En los paraísos fiscales, los banqueros tienen más fuerza para doblarle el brazo a los gobernantes que un pueblo que está en sus casas.

El momento es muy complicado, pero resulta que los pueblos no esperan a los teóricos. Leí una vez una pintada en Buenos Aires que decía: “No sabía que era imposible, fue y lo hizo”.

Todo lo contrario de esa otra historia que cuentan: en un circo, el niño le pregunta al padre: papá, por qué el elefante ese tan grande y está atado con una cadenita a un palo pequeño, por qué no arranca el palo y se marcha y recupera la libertad. El padre le explica que cuando era jovencito, ese elefante estaba atado a la misma estaca y con la misma cadena. Tiró y no tuvo resultado, volvió a tirar y tampoco tuvo resultado, lo intentó una tercera vez y le dieron con palo y se asustó, pero lo hizo una cuarta vez y no pudo. Ya interiorizó que no se podía hacer nada y al final bastaba esa cadenita y esa pequeña estaca para que el elefante se quedase condenado a quedar sin libertad.

No hay información sobre eso, pero el pueblo de EEUU ya está en la calle y hay bastantes probabilidades de que el mes que viene entre en default como el de Argentina en 2001. EEUU solamente puede pagar la nómina de los funcionarios del Estado incrementando el nivel de crédito. Si aumenta el nivel de crédito es posible que esas empresas que controlan, ya no ellos sino un grupo de ellos, le diga que la deuda de EEUU tiene el mismo nivel que los bonos basura. Estos sectores financieros que mandan en el mundo, ya ni siquiera responden a los gobiernos y les da igual tumbar a países como Grecia, Portugal, Italia, Irlanda, España, que disparar contra EEUU.

América Latina sigue levantada, marcó la pauta y lleva diez años señalando el camino correcto. Ustedes van en la dirección de conseguir derechos, mientras que Europa va en la dirección contraria, de perderlos.

Pero resulta que también se ha levantado el norte de África, eso que parecía imposible. Esos pueblos supuestamente atrasados del norte de África ahí están. Han echado a Ben Alí de Túnez, a Mubarak de Egipto y hay conflictos en Yemen, hay conflictos en todo el norte de África para recuperar su democracia. Por supuesto, al final nos estamos empezando a levantar en Europa.

He estado, estos dos últimos meses, profundamente implicado en el Movimiento de los Indignados. Y qué ventaja tenía, porque venía de estar diez años acompañando al proceso Revolucionario Bolivariano. Cuando escuchaba las discusiones en la calle en Madrid, cuando nos quedábamos hasta las 3:00 de la mañana en la Puerta del Sol y en las plazas de Madrid discutiendo sobre el Poder Electoral, sobre el Poder Judicial, sobre el revocatorio de los mandatos, decía: ¡madre mía, cuanto han avanzado en Venezuela!

Resulta que mencionar siquiera a Venezuela, que estaba prohibido porque los medios de comunicación habían demonizado a Venezuela y de repente, poco a poco, podíamos empezar a explicar en esa plaza pública con un micrófono diciendo: ¿saben ustedes que el loco de Chávez puso un artículo en la Constitución del 99 que permite el revocatorio de los mandatos? ¡Ay, pero si eso es lo que estamos pidiendo aquí! En la Constitución Bolivariana de Venezuela ya está eso.

Fíjense ustedes en los indignados que se levantan en Grecia, en España, en Portugal, en Irlanda, es Islandia, esa gente empieza a mirar desde abajo qué está pasando en América Latina. De repente ustedes, que han estado en esta soledad, sepan que de manera creciente van a recibir otra vez la mirada y la atención de esta Europa que se da cuenta de que por no salir a la calle empieza a perder sus derechos.

Venezuela fue pionera en todo esto. Venezuela empezó con puro amor, cuando uno venía aquí en los años iniciales se tenía que necesariamente enamorar de este proceso, porque tocábamos a los ministros, al Presidente, existían programas en televisión donde circulaba el micrófono entre la gente y donde estaban los alcaldes, los ministros y la gente les decía: tú que estás haciendo y de ese roce salió mucho amor.

Venezuela además estaba intentando una solución diferente, no era el socialismo del siglo XX que había construido campos de concentración, que había cerrado el paso a su propia ciudadanía. Aquí de repente la confianza era para el pueblo, cómo no enamorarnos de este proceso. Era emocionante y saben por qué, porque los enemigos de este proceso eran demasiado malos.

Recuerdo que al comienzo de la Revolución Bolivariana, en España no nos interesaba este proceso; a la izquierda no le interesaba por qué un militar, veníamos de una dictadura militar, los militares en América Latina se habían caracterizado por hacer Golpes de Estado, por utilizar el control de las armas para someter a sus pueblos. No nos enterábamos.

Pero, en el entorno del Golpe, recuerdo una discusión con una venezolana en Madrid decirle: “Si el enemigo de Chávez es el Vaticano, los Estados Unidos y Fedecámaras, algo debe estar haciendo bien este señor. Si los enemigos son tan malos, este señor debe estar haciendo algo bien y empezamos a acercarnos a este proceso”.

Pero cuidado. Hay un poema de Cavafis que plantea que los romanos, siempre al final de su Imperio, decían: cuidado que vienen los Bárbaros, pongámonos alerta, hagamos defensas, discutamos, levantemos almenas, hagamos acopio de alimentos que vienen los Bárbaros. Y un día la noticia fue que: los Bárbaros no vienen. Y de repente se hundió aquello, porque al fin y al cabo, los Bárbaros, dice Cavafis, eran una solución.

Cuando de repente Venezuela derrota a sus enemigos, se queda sola con sus aciertos y errores; y la Revolución Bolivariana empezó a darse cuenta que tenía muchos errores sin solventar.

Hace dos años plantemos en este foro, a mí me correspondió el honor de hacer la conferencia de arranque, con la televisión en directo, presentando al ministro Acuña, pensando que era un evento más de gloria y loa, de solamente luces a la Revolución Bolivariana.

Pero la gente que vinimos aquí, sabíamos que sólo con las luces no ayudábamos a este proceso. Siempre he dicho que un buen asesor, y el Centro Internacional Miranda es un asesor del Gobierno, tiene que cumplir tres funciones: primero, tiene que ser un buen escriba, tiene que hacer buenos documentos, tenemos que escribir buenas reflexiones; en segundo lugar, un buen asesor es el que realmente confronta a su asesorado si los argumentos son sólidos o no, y, por tanto, tiene que vocear con el asesorado, ¡qué diferencia con esos asesores que está medrando!, son asesores a ver si les cae un cargo, ¡No vale para un carajo! Falta la tercera razón que te hace asesor, que es la tarea histórica que tenían los bufones, el bufón es quien tiene que decirle al Rey que está desnudo, que: lo haces mal; y esa advertencia salva al reino. El bufón que no se atreva a decirle al Rey “lo estás haciendo mal”, es un bufón patético, en vez de ser un bufón inteligente.

Nosotros decidimos hacer las tres cosas: la producción intelectual del Centro Internacional Miranda es referencia de ese proceso contra el neoliberalismo, pero están los fantasmas históricos de este país y esos son más complicados de vencer. Y hay que enfrentarlos, porque si no se enfrentan, los problemas históricos resucitarán. Y señalamos que había un problema histórico del centralismo, donde había un miedo a descentralizar la gestión política y al final tenían que seguir viniendo de Maracaibo a solventar el problema aquí. Y dijimos que había un problema de militarismo; por qué, porque históricamente el Estado no ha funcionado en Venezuela, y cuál era la única institución estatal que tenía cierto orden: el Ejército, y al final éste estaba cumpliendo funciones de los civiles, porque era el único aparato del Estado que de alguna manera cumplía órdenes y jerarquías.

Pero eso no significa que sea una buena solución. Qué maravilla el acercamiento entre el Ejército y la ciudadanía que se ha logrado en Venezuela. Sabemos lo que ha pasado cuando el Ejército no está con el pueblo, lo hemos visto en Honduras. Pero, eso no significa que el Ejército tenga que olvidar su función específica y hacer funciones que le corresponden a los civiles.

Dijimos que había un problema de corrupción e ineficiencia, y creo que la corrupción en Venezuela es un problema de ineficiencia. Y dónde están los cuadros del proceso bolivariano, hemos intentado construir cuadros, y ha habido gente que no ha querido; dimos un empujón fortísimo a escuelas de cuadros, pero como rotaban a los ministros tanto, esos esfuerzos se perdían, se perdía la continuidad del funcionamiento del Estado por esa rotación constante de los ministros. Y llegaba un ministro nuevo y parecía que llegaba un ministro de la oposición, y de repente entra un ministro que es del mismo Gobierno Bolivariano y botaba a todo el mundo, y decías: “pero esto no puede ser”, “no tiene sentido”. Qué pasa, ¿es que no era bolivariano ese ministro que había?, ¿es que tienes que cambiar hasta a los choferes? Pero, eso no tiene sentido. Deberá cambiar, a lo mejor, sólo al grupo de asesores, pero cómo que tiene que cambiar todo el Ministerio. Eso no se lo puede permitir ni Suecia, ni los países ricos del mundo, se pueden permitir cambiar tanto a los ministros, pero los funcionarios que están debajo de los ministros no, pero aquí había que cambiarlo todo.

Y eso hace que el Estado no sea eficiente y como no eres eficiente se te cuela la corrupción por cualquier lugar y no puedes perseguir la corrupción, porque ser corrupto en Venezuela para demasiada gente sigue siendo gratis. A veces, eres corrupto y el castigo es la patada hacia arriba. Si hubiera mecanismos claros y eficientes eso no ocurriría.

Y planteamos, también, que había un clientelismo de partido, que históricamente ha sido adeco, pero cuidado que puede también ser del Psuv (Partido Socialista Unido de Venezuela) y eso es peligroso, porque no te deja crecer, no te permite asumir tus propias responsabilidades. En el momento que estás clientelizado te tienes que portar bien, perdemos lo del comienzo, la desobediencia, la irreverencia, quedas fuera. Hay que dinamitar y desterrar ese clientelismo de partido.

Y luego lo último, lo que nos ha convocado de alguna manera. Cuando dándole vueltas y vueltas al concepto, llegas a uno que pensaba que por ser un eufemismo iba a ser mejor, pero por su novedad se convirtió en algo problemático: el hiperliderazgo.

¿Y qué quisimos decir con hiperliderazgo? Es que había demasiada gente que actuaba como los extras en las películas, el extra lo que procura es que en las escenas donde hay muchedumbre no se les vea la cara, porque si se te ve la cara no puede salir en otra escena, así que se las tapan, y aquí habían ministros así, dirigentes del Psuv haciendo así y alcaldes haciéndolo. Y al final, hasta que el Presidente no bajara líneas, aquí nadie hacía su trabajo.

La gente decía “no voy a hacer nada, para no hacerme notar y me boten”. Y al final, lo importante era mantenerte unos años en el cargo poniéndote de lado, ya habías conseguido que te nombrasen y ya sabías que tenías garantizado un tiempito, y por qué no aprovechar ese tiempo para después intentar sobrevivir sin tener que trabajar el resto de tu vida. ¡Qué disparate!

Con la cuestión del hiperliderazgo queríamos decir que el trabajo que no hicieran los ministros, lo tendría que hacer el Presidente Chávez. El trabajo que no hiciera la dirección del Psuv, lo tendría que hacer el Presidente Chávez. El trabajo que no hiciera cada venezolana y venezolano, lo iba a tener que hacer el Presidente Chávez. Y al final, ustedes todos se clientelizaban y el Presidente Chávez tenía casi hasta que barrer Miraflores.

Y no solamente eso, sino que una revolución que está cambiando las estructuras de las cosas necesita el diálogo de todos y cada uno de nosotros. El Presidente, al final, tenía más información que nadie, cómo no iba a compartir, si sólo contando esa información se le iba el día. ¿Y acaso habían ministros que se atrevieran a decirle, Presidente eso no es así? Es plantear un diálogo, porque sino no estás haciendo bien tu tarea.

Hace dos años cuando planteábamos estos problemas ocurrió una cosa terrible. Hay gente que cree que lo terrible es cuando el Presidente se enfadó con el concepto de hiperliderazgo en un Aló Presidente. Pero pasaron 10 días desde el acto en el CIM hasta ese Aló Presidente y en esos 10 días nadie habló. Saben por qué no hablaron, porque los ministros lo sabían, los alcaldes lo sabían, los diputados lo sabían. Diez días y toda la clase política chavista callada, ¿ese es el coraje con el que van a ayudar al Presidente Chávez a mantener la Revolución más hermosa de América Latina? ¿Esperando líneas para saber qué tienes que pensar?

Al fin y al cabo soy un extranjero que ha venido a hacer suya esta Revolución. Esta gente es la que le echó coraje, porque cuando se armó el problema, hubo gente que vino al Centro Internacional Miranda, que reunió a la gente con la que trabajaba para decirles que no habló mal en el encuentro del CIM, y decían: “ve a pedir los videos para que quede claro que no dije nada en contra de gobierno”. ¡Qué vergüenza! Gente que te dice en privado unas cosas y en público otras, pero eso es stalinismo, y esta Revolución es bonita.

Esta Revolución nació con la gente discutiendo todo en las plazas, y cuando venía alguien para acá te enseñaban la esquina caliente, como una señal de que aquí se estaba discutiendo todo.

Después de hablar el Presidente Chávez en el Aló Presidente nos llamaron: pajúos, agentes de la CIA, saboteadores, contrarrevolucionarios, lo que ustedes quieran pensar; y no movimos un músculo de la cara, no pedimos disculpas a nadie, hablamos mucho entre nosotros y dijimos: “hemos hecho lo que hay que hacer, hemos sido honestos”. Y también dijimos que si nuestros hijos nos vieran dirían: “Estoy muy orgulloso de ti, porque has sido honrado”.

En cambio, qué dirían los hijos de esa persona que dice un discurso y luego lo niega, si sus hijos lo vieran dirían: “Tú valiente no eres, no es tu fuerte la valentía”.

Los científicos sociales, sobre todo los politólogos, estamos bajo el cuidado de Cassandra, que es una diosa griega que quería predecir el futuro, sedujo a Zeus y le pidió que le diera el don de la profecía a cambio de sus favores. Zeus le entregó el don, pero ella no quiso cumplirle, él le escupió en la boca y la condenó a predecir el futuro, pero que nadie le creyera. Ella sabía que si los troyanos iban a rescatar a Helena sería el fin de Troya, sabía lo que ocurriría, pero tenía el dolor de que nadie la escuchara.

Los científicos sociales no tenemos ninguna bola de cristal, pero sí que tenemos herramientas para intentar entender qué ocurrirá. Y nosotros llevamos dos años doliéndonos, porque sabíamos que había muchas posibilidades de perder las elecciones de septiembre, porque escuchamos a la gente. Tenemos el dolor de que se hacían mal las cosas y perdíamos apoyo popular y nadie los escuchaba. Y quisimos decirlo y nos acusaban de cualquier barbaridad, con esa mentira de que los trapos sucios se lavan en casa. Los trapos sucios, lo ha reconocido el viejo Fidel Castro, se lavan al aire que es donde hay sol y oxígeno.

Dos años después, el Presidente Chávez con una moralidad que la quisiera para mí llama al programa de Ernesto Villegas, no sabía nada. Me interrumpe Ernesto y era el Presidente; y empieza a decir, desde una humildad y una humanidad que nos dice que este señor es muy grande, que hace dos años tenía razón. Que cuando se planteó lo del hiperliderazgo tenía razón, que ha sido uno de los problemas fundamentales de la Revolución.

Y de repente, el Presidente Chávez nos lanza a todos un mensaje sobre la crítica real, las 3R reales. Resulta que en ese acto de coraje revolucionario y de honestidad revolucionaria que hubo aquí hace dos años, teníamos razón. Y el Presidente en ese proceso de introspección y señala que tiene que aprender a hacer un liderazgo colectivo, y dijo “si dejo que mis ministros gobiernen, ellos crecen y hacen cosas. Y si el Psuv se atreve, hace muchas cosas. Y si la gente en sus barrios, en el sitio donde viven, en su lugar de trabajo hace cosas, le reconocerán esa tarea”.

En uno de mis últimos trabajos planteé que hay una ecuación de la transformación social que es doler, saber, querer, poder y hacer. Si no te duelen las cosas, no transformas ese dolor en conocimiento, no vas a querer acabar con ese dolor y no vas a buscar el momento político para acabar con eso.

El modelo neoliberal ha hecho todo lo posible para que estemos solamente viendo televisión o pensando que nuestra alegría está en comprarnos el último modelo de lo que sea. Y eso no es cierto.

Saben cuál es la principal causa de muerte de la juventud en Europa, la juventud que más tiene en el mundo: El suicidio. Tener no es ser, como decía Erick Fromm. Y los medios de comunicación te dicen que todo es “Yo, ahora”, cuando quieres todo para ti y ya de repente te quedas sin proyecto de vida.

El Presidente Chávez nos ha recordado con su dolor que el hecho de que nos duelan las cosas es el primer paso para la transformación social.

Nosotros fuimos honestos con nuestro dolor y lo quisimos compartir para convertirlo en conocimiento.

Creo que Venezuela debería convertirse, otra vez, en una lámpara de Diógenes, como ese programa de Venezolana de Televisión (VTV) en donde el micrófono lo tenía el pueblo y ahí estaban los ministros teniendo que escuchar al pueblo.

Creo que los líderes grandes son los que entienden el dolor y cuentan su dolor para saber si ese también es el dolor del pueblo. La enfermedad del Presidente Chávez se ha convertido en la salud del proceso revolucionario.

Hay gente que no entiende por qué se han alejado los intelectuales internacionales de este proceso, porque no has mandado a firmar Manifiestos sí o sí, sin preguntarnos qué nos parecía, lo teníamos que firmar sin cambiarle nada, como si fuéramos unas focas. No se dan cuenta que del diálogo es de donde salen realmente los procesos de transformación.

Vine a Venezuela en este viaje a compartir con ustedes el dolor y a dejar claro que los verdaderos revolucionarios, en los momentos difíciles es cuando se demuestra si apoyan o no apoyan los procesos.

Y me voy con el regalo de un Presidente Chávez que puede estar enfermo de un cáncer, pero que ha recuperado una salud moral que me llena de optimismo y de esperanza ante el proceso revolucionario.

Gracias, porque si el Presidente ha tenido ese gesto de humildad, es porque ustedes le estaban diciendo que tuviera ese gesto. Gracias.




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