Lea en Internet el libro "Mi Vida" de León Trotsky

Portada del libro "Mi Vida"  autobiografia de León Trotsky

Portada del libro "Mi Vida" autobiografia de León Trotsky

Credito: Fundacion Federico Engels

León Trotsky en México donde fue asesinado en agosto de 1940.

León Trotsky en México donde fue asesinado en agosto de 1940.

Ante el interés manifestado en el día de hoy por algunos trabajadores y dirigentes sindicales de saber sobre la obra y vida de León Trotsky, Prensa Marea Socialista Carabobo, por ahora, para tratar de satisfacer estas solicitudes, publica los siguientes fragmentos del prólogo de su libro ¨Mi Vida¨.

Hasta la edad de nueve años, viví sin interrupción en una aldea apartada del mundo. Pasé ocho estudiando en el Instituto. Al año de salir de las aulas, fui detenido por vez primera. Mis Universidades fueron, como tantos otros en aquella época, la cárcel, el destierro y la emigración. Dos veces estuve en las cárceles zaristas, por espacio de cuatro años en total; las deportaciones del antiguo régimen me alcanzaron otras tantas veces, la primera poco más o menos, la segunda unas semanas. Las dos veces pude huir de Siberia. He vivido emigrado, en junto, unas doces veces, en varios países de Europa y América: dos años antes de estallar la revolución de 1905 y hacia diez después de su represión. Durante la guerra, fui condenado a prisión en rebeldía en la Alemania de los Hohenzollers (1905); al siguiente año expulsado de Francia a España, donde, tras breve detención en la cárcel de Madrid y un mes estancia en Cádiz bajo la vigilancia de la policía, me expulsaron de nuevo rumbo a Norteamérica. Allí, me sorprendieron las primeras noticias de la Revolución rusa de febrero. De vuelta a Rusia, en marzo de 1917, fui detenido por los ingleses e internado durante un mes en un campo de concentración del Canadá. Tomé parte activa en las revoluciones de 1905 y 1917, y en ambos años fui Presidente del Soviet de Petrogrado. Intervine muy de cerca en el alzamiento de Octubre y pertenecí al Gobierno de los Soviets. En funciones de Comisario del Pueblo de las Relaciones Exteriores, dirigí en Brest Litovsk las negociaciones de paz entabladas con Alemania, Austria-Hungría, Turquía y Bulgaria. Ocupé el Comisariado de Guerra y Marina, y desde él dediqué cinco años a la organización del Ejército Rojo y la reconstrucción de la flota. En el año 1920, me encargué, además, de dirigir los trabajos de reorganización de los ferrocarriles, que estaban en el mayor abandono. Dejando a un lado los años de la guerra civil, la parte principal de mi vida la llena mi actividad de escritor y militante dentro del partido. Las ¨Ediciones de Estado¨ emprendieron en 1923 la publicación de mis obras completas. De entones acá, han visto a la luz, sin contar los cinco tomos en que se coleccionan mis trabajos sobre temas militares, trece volúmenes. La publicación fue suspendida en 1927, cuando empezó la campaña de persecución contra el ¨trotskismo¨. En enero de 1928 me envió al destierro el actual gobierno ruso, y hube de pasar un año junto a la frontera china. En febrero de 1929 fui expulsado a Turquía, y escribo estas líneas en Constantinopla.

Véome obligado a escribir estas líneas en la emigración, la tercera de la serie, mientras mis mejores amigos, que lucharon con denuedo decisivo por ver implantada la República de los Soviets, pueblan sus cárceles y sus estepas, presos unos y otros deportados. Algunos hay que vacilan, que retroceden y se rinden al adversario. Unos porque están moralmente agotados; otros, porque, confiados a sus solas fuerzas, son incapaces para encontrar una salida a este laberinto en que los colocaron las circunstancias; otros, en fin, por miedo a las sanciones materiales. Es la tercera vez que presencio una deserción en masa de las banderas revolucionarias.

La primera fue tras el reprimido movimiento de 1905; la segunda, al estallar la guerra. Conozco harto bien, por experiencia, lo que son estas mareas y reflujos. Y sé que están regidos por leyes. No vale impacientarse, pues no han de cambiar de rumbo a fuerza de impaciencia. Y yo no soy de esos que acostumbran a enfocar las perspectivas históricas con el ángulo visual de sus personales intereses y vicisitudes. El deber primordial de un revolucionario es conocer las leyes que rigen los sucesos de la vida y saber encontrar, en el curso que estas leyes trazan, su lugar adecuado. Es, a la vez, la más alta satisfacción personal que puede apetecer quien no une la misión de su vida al día que pasa.

El libro completo se puede leer en:

https://www.marxists.org/espanol/trotsky/1930s/mivida/



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