La abusiva unipolaridad gringa amenaza con establecer la barbarie o con la extinción humana.
Además de la acelerada muerte a la que el capitalismo mundial somete a nuestra única nave espacial, Walter Martínez dixi, ahora se agrega la amenaza de muerte súbita por la vía de la hecatombe nuclear.
Qué desengaño para los millones de seres humanos que se ilusionaron con la propaganda que prometía que, una vez derrumbada la Unión Soviética como su contraparte en la Guerra Fría, el exclusivo dominio imperial norteamericano garantizaba la disipación de la amenaza nuclear. La amenaza nuclear quedaba ahora reducida por la ficción-propagandista hollywoodense al terrorismo de fanáticos musulmanes tercermundistas, que en combinación con la mafia rusa, utilizan artefactos explosivos nucleares para destruir modernas y pacíficas ciudades estadounidenses.
No pocas señales empezaron a mostrar la verdadera catadura moral del imperialismo con respecto al empleo del armamento nuclear. Estas señales echaron por tierra la excusa de “causa mayor” apelada para el uso del arma contra el Japón a finales de la Segunda Guerra Mundial. Aún en el llamado marco de la Guerra Fría (o antes de la caída soviética) el suministro de armas nucleares a Israel y la posibilidad de la utilización de éstas por el régimen racista de Sudáfrica, desdecían del sentido de responsabilidad que la humanidad exige a los tenedores de esta capacidad destructiva.
Sin necesidad de lanzar una nueva bomba, el uso atómico de las armas quedó al descubierto con el uranio empobrecido empleado en la munición usada masivamente en Irak, sobre todo en la carnicería contra la ciudad de Faluya, cuyas consecuencias están bien documentadas (mutaciones degenerativas, proliferación de distintos tipos de cánceres y un largo etcétera de males en la población civil de todas las edades). De nuevo la catadura moral del imperialismo quedó al descubierto.
En apenas 20 años del derrumbe soviético, el imperialismo yanqui, empujado por una especie de vorágine de ganancias desmedidas producto de su hegemonía global y sin contrapeso, amenaza a cualquier poder emergente que intente disputarle algún espacio, por pequeño que éste sea, ya no sólo con el poder destructivo convencional sino también con el empleo del arma nuclear.
Cierto que algo tiene que estar pasando en el mundo para que el imperialismo yanqui y su protegido estado sionista, estén apelando abiertamente a esta amenaza, dedicando esfuerzos a la creación de las condiciones mediáticas favorables para su empleo.
Todos y todas conocemos la importancia estratégica que para el capitalismo mundial tiene el llamado cercano Oriente y el Asia central, donde se encuentran las más grandes reservas mundiales de petróleo y gas. Área geográfica donde también convergen geopolíticas de otros polos menores de poder, tales como Rusia, China, Pakistán, India, Japón y la Unión Europea. Muy significativo en la geopolítica de la región es la alianza que se está forjando, impensable hasta hace pocos años, entre países otrora rivales: Turquía, Siria e Irán. Alianza que representa por sí misma el surgimiento de otro de los llamados polos emergentes de poder, que le restan espacios a la voracidad imperialista en la geopolítica regional y mundial.
Un factor que se agrega a la competencia mundial por el cada día más escaso recurso energético son los proyectados oleoductos y/o gasoductos que abastezcan de energía fósil tanto a Europa (atravesando a Siria y a Turquía) como a India y Pakistán. Tuberías que podrían conectar los yacimientos tanto de Irán como de los países ex soviéticos del Asia central, posibilitando la construcción de lazos económicos, políticos, militares e ideológicos que trastocarían el actual status quo de la región. Todo ello en detrimento de la presencia de los Estados Unidos e Israel como espinas imperiales clavadas en el corazón del mundo árabe y musulmán en general.
Lo que puede ser la resultante política más importante de esta alianza –y el acabose desde el punto de vista del imperialismo- es la posibilidad de finiquitar la larga conflictividad entre las dos grandes ramas del islamismo: la sunita y la chiita. La base de toda la estrategia imperialista yanqui –heredada del imperio británico- usada tradicionalmente para dividir al mundo musulmán, ha sido precisamente la de incentivar la confrontación entra estas dos ramas, puesta en práctica por los invasores gringos en el Irak ocupado, con relativos, temporales y muy efectistas resultados favorables para ellos.
Recordemos que no obstante el poderío militar sionista, en su última invasión al Líbano las fuerzas de Hizbola le propinaron, en una típica y digna de estudio guerra asimétrica, una tremenda derrota militar a la supuestamente invencible maquinaria bélica israelí. Los más recientes intentos para doblegar la resistencia del pueblo palestino de Gaza, la creciente resistencia afgana y la incertidumbre del mando invasor en Irak, ponen en evidencia que al lado de la capacidad destructiva de la panoplia militar convencional imperialista, los pueblos han sabido desarrollar formas disímiles y combinadas de resistencia, que van desde la guerra asimétrica hasta el desarrollo de capacidades tecnológicas de punta (incluyendo la capacidad nuclear defensiva como en el caso de Corea del Norte).
La posibilidad de los pueblos soberanos del mundo de acceder al uso pacífico de la energía nuclear es vista por las potencias imperiales, con los Estados Unidos a la cabeza, como una amenaza potencial a sus intereses monopólicos sobre los recursos energéticos y una amenaza a su rol de gendarme mundial, dada la capacidad tecnológica para desarrollar armas nucleares que por derivación podrían adquirir los países. Lo que ocultan los monopolios mediáticos globales es que, si de motivación hablamos, es la agresividad imperialista la mayor motivación que podría tener un pueblo pacífico para desarrollar un arma nuclear.
El pueblo iraní y su gobierno islámico revolucionario, no son precisamente un hueso fácil para el imperialismo. De allí que la amenaza atómica pasa de la retórica a la posibilidad cierta de ser usada, en combinación con la capacidad destructiva convencional. Buscarán destruir a una nación para poner de rodillas a un pueblo por el sólo delito de querer ser desarrollados e independientes. Esto no será aceptado ni por el pueblo iraní, ni por el mundo musulmán, ni por todos los pueblos del mundo. ¿Qué conexión existe entre este panorama y el cerco militar del imperialismo en el Caribe?
De producirse esta conflagración están dadas todas las condiciones para que pase a ser un conflicto que trascienda las fronteras iraníes alcanzando, primero, a toda la región, y luego replicándose en distintas y distantes regiones, como la península coreana.
El área del Caribe no escapa a esta lógica siendo, por razones geopolíticas no muy distintas a las señaladas, otra de estas regiones que pueden incendiarse. La caída misma del monstruo imperialista no queda fuera del escenario posible. En todo caso debemos estar preparados.
PATRIA SOCIALISTA O MUERTE, VENCEREMOS
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