Dos décadas después de la caída del Muro de Berlín, que durante 28 años separó a la capital de Alemania entre el sector comunista y el occidental, y que fue uno de los íconos de la Guerra Fría, Colombia y Venezuela parecerían reeditar un enfrentamiento de bloques, según analistas consultados por BBC Mundo.
El imperialismo sabe que América Latina dividida le permitirá seguir usurpando los recursos energéticos, la biodiversidad y apoderarse de las cuencas hídricas de agua dulce, pues ellos ya dilapidaron sus propios recursos. Esto es lo central.
El imperialismo se centra ahora, en socavar el soporte de la integración latinoamericana concretada en el ALBA-TCP, conformado por 9 países de la región: Antigua y Barbuda, Bolivia, Cuba, Dominica, Ecuador, Honduras, Nicaragua, San Vicente y las Granadinas y Venezuela; como resume la declaración del 17/10/2009 en Cochabamba, el ALBA-TCP es “… una Alianza política, económica y social en defensa de la soberanía, la autodeterminación, la identidad de los pueblos y como un referente de que ‘Un mundo mejor es posible’. Defiende los principios del Derecho Internacional, particularmente, el respeto a la soberanía, la autodeterminación de los pueblos, el derecho al desarrollo, la integridad territorial y la promoción de la justicia social y la paz internacional, así como el rechazo a la agresión, la amenaza y uso de la fuerza, la injerencia extranjera y las medidas de coerción unilateral contra los países en desarrollo”. Promueve los principios de solidaridad, cooperación, complementariedad, respeto mutuo a la soberanía de nuestros países, justicia, equidad, respeto a la diversidad cultural y armonía con la naturaleza; desempeña un papel fundamental para los procesos revolucionarios y progresistas a nivel mundial convirtiéndose en una alianza promotora de la solidaridad entre los países del Sur.” Es decir, el ALBA-TCP, es un instrumento de integración regional nacida en América Latina, promovida por latinoamericanos para los latinoamericanos. Sus principios fundamentales para relacionarse entre naciones son la solidaridad y la complementariedad, recusa la “competitividad” tan pregonada por el imperialismo en su expresión neoliberal”. Ello exige la unidad más amplia latinoamericana.
Estado Unidos, apenas si le queda el 4% de sus bosques originales, más del 40% de sus ríos han dejado de ser potables, son menos del 5% de la población mundial pero consumen más del 30% de los recursos del planeta y producen más del 30% de los desechos tóxicos globales. Para mantener un consumo como el estadounidense (paradigma del capitalismo) se requerirían por lo menos 3 planetas tierra. Justamente, este consumismo ha colocado como cúspide de actividad económica a un sistema financiero usurario y parasitario que lleva implícito la acumulación desmedida de riquezas y consecuentemente, la quema acelerada de los recursos naturales. Aquí radican las causas del actual calentamiento global o el aumento de la temperatura promedio de la tierra, por acción de la voluptuosidad de un sistema (el capitalismo) depredador y expoliador, que ha puesto a la especie humana al borde de su extinción.
El imperialismo plantea la unidad o las asociaciones en función a sus intereses económicos y políticos; utiliza a la ONU y la OEA para imponerse como en Copenhague o legitimar el golpe de Estado en Honduras en contra de un Presidente elegido por el pueblo. En su accionar el imperialismo recurre a los métodos más repudiables, como los golpes de estado; el crimen, el ataque personal y descrédito de dirigentes incorruptibles; el objetivo actual del imperialismo es el Presidente Hugo Chávez de Venezuela, motor de la integración latinoamericana como el ALBA-TCP, Telesur, UNASUR; es justamente en contra del Presidente Chávez que el imperialismo y sus lacayos han centrado sus ataques, que van desde el agravio personal a las más inimaginables campañas de desgaste, al puro estilo goebbelsiano (miente, miente, miente que algo quedará, para lo cual dispone de una frondosa infraestructura mediática, denominada como “los grandes medios”, cuyos dueños han amasado fortunas esquilmando el erario nacional de sus países a través de campañas de chantaje, intimidación y crímenes, como el caso de corrupción de Estado de García Pérez en Perú.
En un ataque conjunto por tierra de Ecuador, Venezuela y las FARC sobre Colombia, en un escenario de este tipo no tardaría en producirse la intervención de Estados Unidos en defensa de su aliado. El apoyo de Estados Unidos daría un control total de mar y aire, y la guerra se desarrollaría a partir de ese momento como una guerra de guerrillas donde las FARC intentarían ir ganando terreno con el apoyo de los ejércitos regulares de Venezuela y Ecuador, donde el objetivo sería intentar la internacionalización del conflicto, arrastrando a países vecinos y confiando a la suerte la no intervención de Estados Unidos, que con las guerras de Irak y Afganistán tendría que pensarse mucho su participación directa.
Como socialistas revolucionarios rechazamos tajantemente la perspectiva de una guerra fratricida entre Colombia y Venezuela, ya que esto sólo serviría a los intereses del imperialismo y de las burguesías locales, interesadas en reinflar con propaganda patriotera y chauvinista los regímenes burgueses que administran el Estado capitalista en Colombia y que junto a Perú, y Chile forman un eje.
América Latina construye su unidad desde abajo, con la aprobación de los pueblos del continente. Carecen de todo valor las acciones, opiniones y sentencias de políticos y gobernantes venales; total sabemos cómo piensan y que intereses defienden; la unidad se construye desde abajo, así lo demuestran Venezuela, Bolivia, Ecuador, Uruguay, Cuba. Si los pueblos están de acuerdo, el resto viene solo; incluso, a estos procesos se irán sumando las capas medias, soporte masivo del poder dominante; lo fundamental es que el objetivo supremo de la unidad este consagrado al bienestar de todos los pueblos y no a satisfacer la codicia de una elite de acaudalados, responsables de la actual crisis económica y estructural del capitalismo y del calentamiento global mundial de la tierra.
Por otro lado, los revolucionarios rechazamos tajantemente la perspectiva de que el pueblo pobre, que es al fin y al cabo el que engrosa las filas de los ejércitos a ambos lados de la frontera, termine poniendo muertos al servicio de gobiernos burgueses o de los intereses imperialistas. Antes bien, les decimos a los colombianos que su verdadero enemigo es de clase, y está representado por la burguesía que los explota, así como por el imperialismo. No podemos olvidar que los de Colombia son un pueblo que históricamente está subyugado por el imperialismo y no logra su liberación definitiva. ¡Fuerza y valentía venezolanos!
utguerrero31@yahoo.es