Ciertamente,
han sido muchas las veces que el presidente Chávez ha citado al
Amauta, sobre todo aquellas palabras de la editorial de la revista
del mismo nombre, aparecidas en septiembre de 1928, en la que ésta
tomaba abiertamente partido por el socialismo y en la que Mariátegui
nos dejó una reflexión que, en sí misma, constituye una importante
base teórica-programática para la construcción del socialismo para
el siglo XXI: “No queremos, ciertamente, que el socialismo sea en
América calco y copia. Debe ser creación heroica. Tenemos que dar
vida, con nuestra propia realidad, en nuestro propio lenguaje, al socialismo
indoamericano. He aquí una misión digna de una generación nueva”.
Desde la Venezuela del alba del siglo XXI enrumbada en la construcción
de la sociedad socialista (parece redundancia pero no es), la exhortación
de Mariátegui no sólo parece hecha por un intelectual de avanzada
contemporáneo de la Revolución bolivariana, sino que recuerda poderosamente
las palabras del gran Simón Rodríguez cuando, con la misma preocupación
de fondo, afirmaba “¿Dónde iremos a buscar modelos? La América
Española es original. Originales han de ser sus instituciones y su
gobierno. Y originales los medios de fundar unas y otros. O inventamos
o erramos”.
Es
así como, observando la clara coincidencia de carácter y método,
la misma actitud sensata y la misma crítica dirigida hacia la tendencia
a la imitación, al “calco”, de lo foráneo –sobre todo de lo
europeo- y por consiguiente haciendo el mismo llamado a la heroica creación
o a la invención, nos aventuramos a plantear no sólo una coincidencia
metodológica entre Simón Rodríguez y J.C. Mariátegui, sino el hecho
de que el Amauta pudo haber conocido la obra –al menos una parte de
ella- de nuestro Robinson. De esta manera, esbozando lo que bien podría
ser materia de una interesante investigación, nos parece que la reivindicación
y difusión de la obra mariateguiana, en un contexto como ninguno para
hacerlo, es en primer lugar justa por ser el trabajo del que para Néstor
Kohán “representa el vértice más alto del pensamiento socialista
latinoamericano durante la primera mitad del siglo XX”, y en segundo
lugar necesaria por ser una obra dotada de una personalidad que, producto
de la mágica complejidad de nuestra tierra, la reviste de una originalidad
que consistió en haber hecho un análisis de su realidad concreta,
el cual no pudo menos que llevarlo a proponer un modo de organización
social donde la nación predominante de su país, quedara claramente
expresada: el socialismo indoamericano.
Recordemos
también, a propósito de la celebración del día del periodista, el
pasado 27 de junio, que el Amauta fue, ante todo y sobre todo, un periodista.
Por el libro de Mónica Bruckmann Mi Sangre en mis ideas Dialéctica
y prensa revolucionaria en José Carlos Mariátegui,
sabemos que el Amauta escribió alrededor de 900 crónicas, de las cuales
745 fueron crónicas políticas publicadas en los diarios El Tiempo
y La Razón. Claro está, no fue sólo eso. Digamos que fue el
oficio principal de su vida. Pero agreguemos que fue un ejemplo luminoso
de periodismo de investigación; de auténtica, versátil y profunda
comunicación social; de intelectual orgánico al servicio de la liberación
desde el pensamiento crítico-reflexivo pero también desde la praxis
política, con considerables incidencias en la realidad social.
Con
estas breves líneas pretendo dejar, apretadamente, una reflexión orientada
no sólo a recordar que el 14 de junio no es sólo el aniversario del
Che, sino también a destacar la importancia de un pensador socialista
que nos legó una obra que, entre intuiciones y datos, esbozó –como
quien escribe un libro sin habérselo planteado- las líneas fundamentales
de lo que más adelante se desarrolló sistemáticamente como la
Teoría de la Dependencia, la teoría de la Revolución Permanente
y la Teoría Decolonial, razón suficiente para dedicar mayor
tiempo y esfuerzo en el conocimiento de la obra mariateguiana, más
allá del editorial Aniversario y Balance; más allá de la consigna
política.
@maurogonzag