José Carlos Mariátegui: ejemplo cabal de pensamiento crítico latinoamericano

     El pasado 14 de junio se conmemoró el aniversario 82 del nacimiento del Che Guevara, el guerrillero heroico. En nuestro país, como seguramente en otros países hermanos como Cuba y Argentina, la fecha no pasó bajo la mesa; no podía pasar. Reseñas en varios portales en Internet, micros televisivos, programas de radio, notas de prensa y diversos actos públicos así lo demostraron. Sin embargo, lo que si pasó bajo la mesa fue el aniversario de otra gran figura de Nuestramérica, de otro pensador revolucionario, quien también nació un 14 de junio, 34 años antes del Che: José Carlos Mariátegui.  

      Ciertamente, han sido muchas las veces que el presidente Chávez ha citado al Amauta, sobre todo aquellas palabras de la editorial de la revista del mismo nombre, aparecidas en septiembre de 1928, en la que ésta tomaba abiertamente partido por el socialismo y en la que Mariátegui nos dejó una reflexión que, en sí misma, constituye una importante base teórica-programática para la construcción del socialismo para el siglo XXI: “No queremos, ciertamente, que el socialismo sea en América calco y copia. Debe ser creación heroica. Tenemos que dar vida, con nuestra propia realidad, en nuestro propio lenguaje, al socialismo indoamericano. He aquí una misión digna de una generación nueva”. Desde la Venezuela del alba del siglo XXI enrumbada en la construcción de la sociedad socialista (parece redundancia pero no es), la exhortación de Mariátegui no sólo parece hecha por un intelectual de avanzada contemporáneo de la Revolución bolivariana, sino que recuerda poderosamente las palabras del gran Simón Rodríguez cuando, con la misma preocupación de fondo, afirmaba “¿Dónde iremos a buscar modelos? La América Española es original. Originales han de ser sus instituciones y su gobierno. Y originales los medios de fundar unas y otros. O inventamos o erramos”.  

      Es así como, observando la clara coincidencia de carácter y método, la misma actitud sensata y la misma crítica dirigida hacia la tendencia a la imitación, al “calco”, de lo foráneo –sobre todo de lo europeo- y por consiguiente haciendo el mismo llamado a la heroica creación o a la invención, nos aventuramos a plantear no sólo una coincidencia metodológica entre Simón Rodríguez y J.C. Mariátegui, sino el hecho de que el Amauta pudo haber conocido la obra –al menos una parte de ella- de nuestro Robinson. De esta manera, esbozando lo que bien podría ser materia de una interesante investigación, nos parece que la reivindicación y difusión de la obra mariateguiana, en un contexto como ninguno para hacerlo, es en primer lugar justa por ser el trabajo del que para Néstor Kohán “representa el vértice más alto del pensamiento socialista latinoamericano durante la primera mitad del siglo XX”, y en segundo lugar necesaria por ser una obra dotada de una personalidad que, producto de la mágica complejidad de nuestra tierra, la reviste de una originalidad que consistió en haber hecho un análisis de su realidad concreta, el  cual no pudo menos que llevarlo a proponer un modo de organización social donde la nación predominante de su país, quedara claramente expresada: el socialismo indoamericano.  

      Recordemos también, a propósito de la celebración del día del periodista, el pasado 27 de junio, que el Amauta fue, ante todo y sobre todo, un periodista. Por el libro de Mónica Bruckmann Mi Sangre en mis ideas Dialéctica y prensa revolucionaria en José Carlos Mariátegui, sabemos que el Amauta escribió alrededor de 900 crónicas, de las cuales 745 fueron crónicas políticas publicadas en los diarios El Tiempo y La Razón. Claro está, no fue sólo eso. Digamos que fue el oficio principal de su vida. Pero agreguemos que fue un ejemplo luminoso de periodismo de investigación; de auténtica, versátil y profunda comunicación social; de intelectual orgánico al servicio de la liberación desde el pensamiento crítico-reflexivo pero también desde la praxis política, con considerables incidencias en la realidad social.  

      Con estas breves líneas pretendo dejar, apretadamente, una reflexión orientada no sólo a recordar que el 14 de junio no es sólo el aniversario del Che, sino también a destacar la importancia de un pensador socialista que nos legó una obra que, entre intuiciones y datos, esbozó –como quien escribe un libro sin habérselo planteado- las líneas fundamentales de lo que más adelante se desarrolló sistemáticamente como la Teoría de la Dependencia, la teoría de la Revolución Permanente y la Teoría Decolonial, razón suficiente para dedicar mayor tiempo y esfuerzo en el conocimiento de la obra mariateguiana, más allá del editorial Aniversario y Balance; más allá de la consigna política.  

amauryalejandro@gmail.com

@maurogonzag



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