Un año de crecimiento formidable, pero sin inclusión social, donde los problemas fundamentales son la corrupción y la inseguridad ciudadana. Seguimos sin entender que mantener la bonanza macroeconómica, sin valor agregado, significa recursos humanos calificados con una educación de calidad, como decía Noam Chomski: “La calidad de la educación dada a las clases sociales inferiores debe ser la mas pobre y mediocre posible, de forma que la distancia de la ignorancia que planea entre las clases inferiores y las clases sociales superiores, sea y permanezca imposibles de alcanzar para las clases inferiores” (“Armas silenciosas, para guerras tranquilas”).
Las elecciones regionales y municipales 2,010, borraron los partidos políticos de la escena política, y con mucha razón el ciudadano desconfía de los políticos tradicionales en el Perú. Es decir de los oportunistas, los sin partido, sin ideología, sin doctrina, sin organización, de los que cambian de bandera en cada proceso electoral, no permitiendo que el país se estabilice y que la política se institucionalice y sea un menester digno y respetable.
Hasta hoy tenemos 11 candidatos a la Presidencia de la República 2011, cuya característica fundamental es su divorcio de las propias expectativas del Perú profundo (etnias serranas y selváticas, informales, jóvenes, intelectuales y ciudadanos en general). Salvo un “outsider”.
Al cierre 2,010, no se consolidan movimientos, sí caudillos personalistas, que saltan de un movimiento o partido a otro, de elección a elección con mucha facilidad, donde los partidos y movimientos no son mucho más que una inscripción o etiqueta que permite postular personas y los partidos tradicionales son vientres de alquiler.
Hace falta, la visión de Basadre que otro rumbo es necesario y es posible, de una nación independiente, soberana, digna, integrada reconociendo su diversidad étnica y cultural, descentralizada, con identidad propia, abierta al mundo desde su realidad, de sus intereses y de sus objetivos estratégicos. Una sociedad culta y libre, con inclusión social y eliminación de la pobreza, pacífica y ordenada, de bienestar para todos, con pleno disfrute de sus derechos humanos, de la solidaridad, de la paz y la justicia social, ajena a toda forma de discriminación. La condición es la unidad por una patria para todos.
La política, es principios, ética, lealtad, que sólo se logra con cambio de actitud, para ennoblecerla, recuperarla, liberarla del pragmatismo y del utilitarismo a ultranza, de su mercantilización, de los cupos y cuotas, solamente así podemos liberar a la vida política de este secuestro.
Esos son los políticos tradicionales de éste país, que no se organizan en torno de un proyecto nacional que delinee el rumbo a seguir en los próximos 30 años. Tanto el caudillismo como la visión de corto plazo han impedido proyectar una visión de futuro y organizar las fuerzas humanas necesarias para lograrlo. Vivimos en una era de tolerancia, donde es mucho más valioso proteger los sentimientos que proclamar la verdad, donde se utiliza el aspecto emocional mucho más que la reflexión sobre nuestra realidad nacional.
Una sociedad fragmentada como es el Perú del hoy, y una clase dominante sin más capacidad de convocatoria que el lucro desmedido y desarraigada de su realidad, está condenada a reproducir las condiciones de atraso, miseria moral y dependencia.
¡Que Dios nos proteja!
utguerrero31@yahoo.es