La gente de la
revista mexicana Letras Libres, como siempre tan demócratas, tan libres,
tan liberales golpean pero no les gusta aguantar vara y le sacatean
a un debate sin trucos, ni mentiras. En su último número incluyen
un texto del mexicano Víctor Manuel Monteseco, el cual se suma a una
de las aristas del eterno hostigamiento de los gringos contra la Revolución
cubana, o sea el acoso artero en el terreno ideológico. Como una no
puede aceptar tanta manipulación, decidí responder con la ingenua
pretensión de que me publicaran la réplica, de perdida en el blog
de la revista y me salieron con que siempre no, como corresponde a gente
tan demócrata, tan liberal, y tan dispuesta al debate. Estas fueron
mis palabras censuradas por una revista con supuestas pretensiones de
seriedad ideológica pero, en el fondo simple instrumento de las peores
causas del mundo, como son el imperialismo yanqui, el sionismo, el neoliberalismo,
la persecución de los movimientos de liberación latinoamericanos.
Estimado Dr. Enrique Krauze:
Con relación
al artículo de Víctor Manual Camposeco, publicado en Letras Libres
de este mes de enero con el título de “La Habana antes de Fidel”
quisiera exponer mis opiniones críticas apelando a mis derechos como
lectora de su revista. No sé de estadística, ni tengo informaciones
específicas en ese rubro, así es que no cuento con bases para cuestionar
lo que dice el Sr. Camposeco en ese terreno sobre la Cuba revolucionaria
(y no solo sobre La Habana, como se desprendería del título del artículo
mostrando así la primera incoherencia), pero creo que no necesito contar
con esas bases para darme cuenta que se trata de un texto interesado
más en descalificar la Revolución cubana que en presentar la verdad
neta sobre la Isla en los tiempos posbatistianos.
La estrategia
de Camposeco se limita a una truculenta comparación de datos que saca,
en su mayoría de fuentes extrañas o de plano enemigas de la Revolución
cubana, con la situación en que se encuentra la Isla desde que hombres
como Fidel tuvieron los tamaños de enfrentarse al imperio norteamericano.
La estrategia es burda y tramposa porque precisamente deja de lado el
punto fundamental que ha determinado dicha situación, a saber la agresión
constante, el acoso permanente de nuestro vecino del norte contra un
país cuyo único “delito” no ha sido otro que el no dejarse someter
por el mentado imperio. No está demás recordar, que se trata de un
estado de sitio que viene siendo la prolongación de las intentonas
del naciente imperio yanqui de apoderarse de Cuba a finales del siglo
19, cuando la Isla todavía era colonia española.
Le repito que
no sé de estadística, aunque me encantaría leer en las páginas
de su revista la versión estadística del otro lado (qué ingenua me
estoy viendo), pero se me hace que el artículo de Camposeco y la estrategia
en la cual se basa quedan automáticamente descalificados desde el momento
en que no toma en cuenta para nada el medio siglo de bloqueo ominoso,
criminal, ilegal, simplemente imperial impuesto y mantenido, por sus
pistolas y sus portaviones y sus bombas atómicas, por los gobiernos
de los Estados Unidos en todo ese tiempo. Es un torpe truco comparar
las estadísticas de un país que antes de Fidel desarrollaba un capitalismo
feroz y restos de un feudalismo rural bajo la tutela y la conveniencia
de los gringos, con las de un país al que estos le imponen la prohibición
de recibir libremente medicinas, alimentos, materiales para la construcción,
desarrollo de infraestructuras y muchos otros productos básicos, y
se ve obligado a procurar todo esto donde le sea posible, sea la antigua
Unión Soviética, sea China o Venezuela, en condiciones no siempre
fáciles.
El artículo de
Camposeco se aleja de la más elemental objetividad desde el momento
que para nada menciona que sus estadísticas responden a un contexto
en el cual Cuba llegó a ser visto por los Estados Unidos simplemente
como un mero burdel y centro de recreación de millonarios y turistas
gringos, un casino espectacular administrado por las peores mafias que
tanto han proliferado en el imperio, y todo esto en un contexto de guerra
fría donde el Departamento de Estado y sus tentáculos controlaban
todo lo que sucedía en la política del Caribe y de América Latina.
Es de una ingenuidad gigantesca o una perversidad infinita comparar
las colonias y zonas residenciales de los ricachones de antes de la
revolución, privilegiados del mercadeo y todos los negocios que mantenían
con los yanquis, con la situación de una pequeña isla atada de pies
y manos por un bloqueo antipopular y antihumano, aunque manteniendo
contra viento y marea su dignidad nacional y revolucionaria. No puede
ser objetivo un análisis que no tenga en cuenta –como sucede con
el Sr. Camposeco- que un militar de medio pelo como Batista no podía
romper el hilo constitucional de su país, sin el permiso de los amos
del norte que siempre estaban al tanto de la mínima hojita que se moviera
en el Caribe de los cincuentas.
Todo mundo sabe
que las estadísticas son un instrumento al servicio de la propaganda
de todos los gobiernos y que se pueden usar al antojo de los grupos,
partidos, movimientos y campañas del más variado signo. No voy a meterme
en el carnaval de las cifras, sobre todo porque sé que mucho tendrán
que aportar los conocedores del tema en el bando revolucionario. El
Sr. Camposeco es muy libre de manejar unas estadísticas relacionadas
con situaciones en las que incide la acción nefasta y corruptora del
crimen organizado y el capitalismo neocoloníal impuesto por el imperio
yanqui. Lo que no se vale es que ni siquiera dedique una palabra a esta
verdad para nada goebelsiana tan solo para aparentar que su análisis
es objetivo.
¿Pero cuál es
el propósito del Sr. Camposeco al poner en práctica ese truco tendencioso?
No es otro que el de endilgarle a Fidel Castro y la dirigencia revolucionaria
cubana toda la responsabilidad de la difícil situación económico-social
actual en Cuba, y sobre todo dizque demostrar que los logros de la Revolución
no son méritos de esta sino consecuencias de unas supuestas infraestructuras
anteriores a la revolución. Este falso argumento no es la primera vez
que se avienta como piedra arrojadiza contra los camaradas cubanos,
ni es un ataque aislado sino que es parte de una campaña permanente
de desprestigio de la Revolución y el socialismo, y que tiene capítulos
especiales como la actual persecución imperialista contra el reportaje
de Michael Moore, donde se constatan precisamente, con lujo de detalles,
los logros revolucionarios en materia salud pública.
Es de veras lamentable
aunque no sorprendente que Letras Libres se preste a ser parte de esa
campaña. Ya nadie se asombra de la conversión de esa revista con pretensiones
dizque culturales y democráticas en mero pasquín inescrupuloso de
propaganda progringa, en el que tienen cabida artículos como el del
Sr. Camposeco, con apariencia de seriedad pero destilando el más barato
veneno ideológico.
Mucho le agradeceré,
Dr. Krauze la cabida que se sirva dar a estas reflexiones en las páginas
de su revista.
Atte.
Ciudad de México,
19-1-2011
loboestasahiii@gmail.com