El líder de la política petrolera mundial y miembro fundador de la Organización de Países Exportadores de Petróleo, es Venezuela. Esta organización abarca trece países con las mayores reservas y mejores tipos de crudo, repartidas en Latinoamérica, Asia y África.
Su producción promedio engloba la asistencia directa a la sobrevivencia de más de quinientos cincuenta y cuatro mil millones de habitantes.
Los duros ejemplos de Angola, hasta Kuwait e Irak, pasando por Libia, Irán, Ecuador, y Venezuela mas las amenazas contra el resto del cartel OPEP, ponen en dudas reales tiempos de paz y prosperidad para los países dueños de las pletóricas reservas de crudo.
En el caso venezolano nuestras reservas han ascendido a la magnífica suma de trescientos diez y siete mil millones de barriles comprobados con proximidades de aumentar un setenta por ciento más.
Esta “amenaza” activó a un grupo de senadores estadounidenses muy interesados en apoyar un proyecto de ley que le abrirá escarpados caminos a su Departamento de Justicia, pudiendo sancionar a miembros de la OPEP cuando aumentó el precio del galón promediado -3,68 dólares– experimentados en este primer semestre y consideren amenazada su destartalada economía.
Este no ha sido el único intento de verse las caras en contra de la OPEP, desde las diversas administraciones norteamericanas. En una constante, consideran que los costos del crudo son intimidaciones que amainan la economía del mayor consumidor y despilfarrador del mundo.
La estrategia centra la idea en no permitir que los países productores y proveedores intenten “conspirar” para limitar el suministro permanente de grandes tanqueros.
La
acusación va directamente contra las posturas de nuestro país y la
defensa del Presidente Hugo Chávez por reflotar los reales precios
de la canasta petrolera. Y más allá, permitir que los intereses de
los súperconsumidores se atrevan a balcanizar nuestra región como
lo están desarrollando contra buena parte del resto de los integrantes
del cartel OPEP.