"Deseamos que las aspiraciones democráticas de una gran parte de la sociedad lleguen a culminarse cuanto antes". Son palabras del presidente del Gobierno español, José Luís Rodriguez Zapatero. Pero no son de esta semana tras la revuelta juvenil en España, sino del pasado mes de febrero cuando los manifestantes resistían en la Plaza Tahrir de El Cairo.
Seguramente al presidente socialdemócrata no le hagan tanta gracia las muestras de indignación que se reproducen como la pólvora en nuestro país que desde el domingo día 15 han establecido en la Puerta del Sol de Madrid y en otras importantes plazas españolas el cuartel general de la Revolución.
Hoy me relataba mi amigo y compañero Pedro López: "No sé cómo ha sido en el resto de España, vengo ahora de la Puerta del Sol. Anoche desalojaron a unas decenas de chavales, pero esta noche no va a ser posible. Hay miles y miles... Cuando bajaba la escalera del metro hace un rato, en Sol, había unos cuantos tipos de seguridad con cara de auténticos rottweiler. El que parecía que mandaba, con traje, tenía una cara de odio como para rodar una película de miedo. Se ve que estaban de mala leche por no poder repartir palos, ya que no eran unos pocos los que protestaban, sino veinte o treinta mil dispuestos a pasar la noche en la plaza. En fin, que espero que el movimiento no se quede ahí, sino que sea un punto de arranque para una auténtica rebelión que pare los pies a los cuatro banqueros, especuladores y multinacionales que controlan todo el cotarro y que tienen secuestrada la democracia"
La realidad es que hoy hay más razones para hacer la Revolución que las que había en Mayo del 68 en Francia. Los indignados han decidido tomar las calles y han cogido al Partido Popular y al PSOE con el pie cambiado y sin saber reaccionar.
Rajoy arremetió contra los manifestantes y salió en defensa de una clase política desacreditada ante la mayor parte de la sociedad. Jauregui dijo poco más o menos que no vale para nada acampar en una calle y Rubalcaba que el PSOE lucha contra este sistema, aunque lo dice meses después de que su gobierno haya inyectado miles de millones de euros a la banca y haya recortado aún más los derechos sociales y laborales de los españoles.
Mientras tanto, quienes quieren destruir el movimiento pretenden despolitizarlo, cuando es un movimiento radicalmente político y que persigue unas reivindicaciones políticas claras:
Eliminación de los privilegios de la clase política.
Contra el desempleo (reparto del trabajo, reducción de la jornada y conciliación laboral)
Derecho a la vivienda
Servicios públicos y de calidad (sanidad, educación, transporte...)
Control de las entidades bancarias
Fiscalidad (aumento a las grandes fortunas, tasa de transacciones internacionales...)
Democracia participativa
Reducción del Gasto militar
"El movimiento no es de derechas ni de izquierdas", dicen algunos. No es cierto. Todas esas reivindicaciones - y otras - son abiertamente de izquierdas, por lo que el movimiento de desvanecerá si no se posiciona, lo que no significa que alguna organización política deba capitalizarlo.
Una cosa está clara, y es que el movimiento antisistema se ha fortalecido durante los últimos años y sobretodo, está adquiriendo una coherencia ideológica que puede acercarse a las defendidas históricamente por determinadas organizaciones políticas. Sin embargo, tanto el movimiento tiene que avanzar en la cuestión organizativa, como las organizaciones políticas de izquierdas deben asumir e integrarse en dicho movimiento, que va por delante de todas ellas sin duda.
La "Revolución española" tiene la posibilidad de asestar un duro golpe al régimen si consigue hundir su puño en el corazón del bipartidismo existente. Por eso, no participar en las elecciones del día 22 ni en las generales de 2012 sería un error por una razón principal: quienes no creen en ella sí lo harán y seguirán dando oxígeno a unas instituciones y a una clase política que seguirá dominando y dirigiendo nuestras vidas. No hay Revolución posible si no hay Revolución total, y eso implica dar la batalla también en el campo institucional, estableciendo una "cabeza de playa" con representantes y organizaciones que sirvan al movimiento ciudadano (y no al revés) en las instituciones, y seguir fortalecimiento el movimiento popular y el tejido social que en última instancia es quien debe ser el actor principal del profundo y necesario cambio.
Y para romper las costillas del bipartidismo y abrir una brecha en el régimen sólo hay una estrategia útil en las urnas: "Ni PP, Ni PSOE, Ni NULO, Ni BLANCO", y sobretodo, sólo hay una estrategia efectiva en la calle: "ni un paso atrás".
*director de La República
tejada57@gmail.com