Indignados, democracia y las élites: Una crítica constructiva


Para afilar las ideas de los indignados, debemos dejar las medias tintas. Es decir, dejar los reformismos pro-ballenas, a favor de lo 'diet' y 'light'

Hoy se llenan portadas de diarios, revistas, noticieros televisados, y hasta programas periodísticos especiales, dedicados al hastío de los “indignados”. Esta columna no espera criticar su accionar para negarle su potencialidad política, cultural y práctica, mas bien, espero generar una crítica para afilar sus ideas, y apuntar con claridad al corazón de la bestia que provoca esta indignación.

Este planteamiento surge debido a la intencionalidad de la élite, que busca persuadir a los indignados de las soluciones. Al minoritario grupo dominante, que pasea su sombra por los pasillos del poder, le gusta creer lo que sus Think Thank’s le mencionan, y por lo mismo, cree que “los indignados” son más o menos, los mismos en todas partes. El problema no es que lo crea la élite; de hecho, su confusión puede convertirse en una oportunidad política para los manifestantes; el problema es que los grupos dominantes saben difundir sus presuposiciones de manera hegemónica, y, por lo mismo, saben enchufarle a los pobres, las propuestas de solución que sean más convenientes a su aletargada existencia.

Esto es aún más increíble. Primero, como ya hemos mencionado, los grupos en el poder, fabrican la solución que permita prolongar su presencia; segundo, difunde su propuesta de solución para que los “indignados” la tomen en cuenta, y; tercero, lo que nos parece más grave y profundo, logra que gran parte de los manifestantes la exijan con ansias, la necesiten con desesperación, perpetuando al grupo dirigente en el poder, o al menos, manteniendo la legitimidad del sistema, su gobernabilidad y sus estructuras.

Digámoslo claro: Para afilar las ideas de los indignados, debemos dejar las medias tintas. Es decir, dejar los reformismos poco esclarecedores, que se presentan con el tufillo desalineado pro-ballenas, a favor de lo 'diet' y 'light', y que promueven el capitalismo verde. Pero que no destruye lo más profundo del sistema político, económico y social.

He aquí la madre de las desgracias. El capitalismo. Eso parece que se nos olvida, “los indignados” surgen en todas partes porque están artos de aguantar el sistema que los oprime. Es un proceso que esta germinando por el mundo, que no comenzó hoy, pero que sin duda, se masificó con rapidez en los últimos años. A mi parecer, el problema es que la capacidad de respuesta del capitalismo fue rápida, y que el control hegemónico es mucho más amplio de lo que pensábamos. Don Capital estaba escuchando detrás de la puerta cuando nos juntábamos a rezar nuestra indignación. Por tanto, se adelantó en las propuestas, masificó nuestra rabia, nos vendió soluciones, a pesar de mostrarse opuesto a nosotros cuando llegaban las cámaras televisivas. Y vaya, en este periodo ha logrado que le compremos las propuestas.

En la revista Times -que no se caracteriza, precisamente, por ser la más “indignada”, popular, comunista, anarquista o libertaria-, salió hace muy poco, publicada en su portada, la cara de un manifestante encapuchado, titulándolo como “el personaje del año”, con un aire festivo y ganador. Con lo cual, estamos de acuerdo, pero inmediatamente, enganchó la indignación de este manifestante “mundial”, con la demanda de “más democracia” y el fin de las dictaduras de medio oriente… ¡Epa! ¿Más democracia?... ¿Cuál democracia? ¿Qué parte me perdí? Ante esto, creo que debemos pensar varias cosas.

Primero, tengo la impresión de que agrupar la indignación bajo un solo título, es no entender, que las expresiones, motivos, repertorios de acción, contextos, oportunidades políticas, etc, son distintas en todas partes, no necesariamente opuestas, pero si distintas. Caminan a sus propios ritmos. Prefiero mirar estos procesos como “manifestaciones de las indignaciones”, más que de “la indignación” como unicidad. Ahora bien, si es que se le quiere denominar bajo esta unicidad, pues, me da la impresión, que cada movimiento tiene maneras de nombrarse, o al menos, de concebirse.

Como segunda idea, creo que a veces, al interior de la indignación, de un solo movimiento, se construyen propuestas distintas. Realidades y concepciones heterogéneas, no se puede pensar que todo el movimiento estudiantil chileno tiene las mismas ideas de Camila Vallejos o Gabriel Boric, representantes de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile. En el amplio movimiento estudiantil chileno que se ha desplegado en el último año -pero cuyo origen es más lejano temporalmente-, persisten ricas y profundas diferencias entre sus actores, que no están mal. La gracia está, justamente en un movimiento diverso.

Tercero, las luchas de los movimientos sociales a lo largo y ancho del mundo, ciertamente, no se generan a partir de los mismos motivos. Si bien es cierto, existen movimientos en medio oriente que han promovido la democracia, no sé si la práctica de aquellos movimientos se dirige a aplicar la misma democracia neoliberal y occidentalizante que tanto le gusta a los medios norteamericanos como la revista Times. De la misma forma, no sé si los manifestantes Griegos estarán a favor de aquella propuesta democrática, pues ha sido justamente esa democracia la que ha generado la crisis económica que los obligó a levantarse.

Fue la crisis generada por “esa democracia” la que los tiene hoy en las calles, esto, sin contemplar que las propuestas sobre “¿qué hacer?” en Grecia son variadas, contemplando incluso los aprendizajes provenientes de los núcleos anarquistas e insurreccionalistas. Entre los manifestantes norteamericanos también se puede ver una fauna amplia de propuestas populares, que dejan entrever una extensa diversidad de “izquierda extraparlamentaria” (como le gusta llamarnos a la élite en el poder), que contempla Zapatistas, Troskistas, Anarquistas, Ecologistas, etc. En Inglaterra, es increíble como los saqueos nocturnos han dado que hablar, cuestionando la defensa de la propiedad privada, dirigiendo la recuperación justamente hacia los supermercados y tiendas comerciales, donde se acumulan los alimentos y los productos tecnológicos que las élites venden como necesidades, a través de la televisión, pero que para los pobres, están vedados.

Creo que “los indignados” que se multiplican por el mundo, no deben perder sus identidades plurales, no deben sumergir sus movimientos para encajar en “la indignación mundial”, más que como propuesta de acción práctica. Sin embargo, si es que quieren encajar en aquel movimiento mundial, no deben olvidar afilar las ideas, la autocrítica, identificar con claridad quien es el enemigo, despojarse de los reformismos tibios, de las propuestas a medias, que no tocan las estructuras, que no destruyen pilares, sino que los hacen más amigables.

Hay que definirse. En lo personal, según lo que planteo, el enemigo que une a “los indignados” -si es que pueden unirse bajo un solo título- de una u otra manera, es el capitalismo, en cualquiera de sus formas y expresiones. Por ende, no creo en la propuesta de los trink thank’s neoliberales, de que la alternativa que buscan todos los indignados sea “la” democracia (liberal, occidental, representativa o presidencialista).

Creo que el capitalismo, y aquella formula de democracia están ubicadas justamente, en los profundos pilares del sistema de dominación, por ende, hay que superarla. Ambas propuestas están unidas, y lo que teme la élite en el poder, es justamente, que alguien se indigne en serio, que se vuelva un ludita y que quiera destruirle los engranajes a la máquina de dominación, para construir otro mundo, otra propuesta, otra alternativa. En definitiva, los grupos en el poder buscan desviar la atención, para que los indignados no se indignen de verdad, o para que al menos, su indignación sea de corto alcance.

La Haine


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