De nuevo cierta autodenominada “izquierda” da muestra de su tremenda estupidez política y de una infinita irresponsabilidad histórica.
No contenta con la posición asumida en Libia, arremete con sus argumentaciones pueriles en contra del pueblo sirio y su gobierno, los cuales resisten a la criminal guerra no declarada llevada a cabo por una de las alianzas más retrógradas de la historia de la humanidad: el imperialismo-colonialismo yanqui-europeo; las petromonarquías árabes; las reminiscencias turco-otomanas; y el anarco-yihadismo de Al-Qaeda.
En distintas ocasiones hemos levantado nuestra voz contra las posiciones de estos intelectuales supuestamente de “izquierda” que bajo la premisa del respeto a los derechos humanos y a la democracia, en los hechos se han alineado con los perpetradores de las masacres y de las violaciones a los derechos humanos de millones de hombres y mujeres árabes, los que ellos dicen defender.
Sea cual sea la notoriedad alcanzada por algunos de estos intelectuales, en este caso concreto (referido a la realidad árabe) han cometido el error típico de quienes observan al mundo desde las cómodas nebulosas del campo intelectual a través del prisma del eurocentrismo. Disociados intelectualmente de la realidad mundial y de la lucha de clases, se muestran atrapados por la dicotomía conque el imperialismo –una vez debilitada su estrategia de “guerra global al terrorismo”- ha pretendido polarizar otra vez al mundo en su nueva arremetida: el modelo de democracia burguesa occidental versus las tiranías bárbaras de diversos tipos: orientales, tropicales, persas, árabes, etc.
Estos intelectuales han devenido en dignos defensores de la ideología secularmente dominante en Europa, sostenida históricamente por el imperio romano; por los conquistadores españoles (con la anuencia vaticana); por los expansionistas anglosajones que colonizaron el norte de América; por el narcotraficante imperio británico; por los fascistas del nazismo pangermánico; etc. Ellos veían a los pueblos a dominar conformados por seres inferiores incapaces de “comprender” o “aceptar” por las buenas sus sistemas políticos y sus estilos de vida y de consumo.
Esta atadura ideológica burguesa es la que los lleva, como en el caso del señor Santiago Alba Rico (SAR) en entrevista reciente publicada en aporrea.org y en rebelión.org, a opiniones como ésta: “Chávez era un héroe en el mundo árabe tras su reacción ante la guerra contra el Líbano de 2006 y la valiente ruptura de relaciones con Israel en enero de 2009; hoy es ‘el amigo de Gadafi y Al-Assad’.”
Expresión descontextualiza que pretende hacer creer al lector que las fuerzas políticas y sociales que hoy arremeten contra los pueblos árabes y que dominan la mal llamada Liga Árabe y su maltrecha “Primavera”, fueron en alguna oportunidad simpatizantes del “chavismo”, favor que hoy perdimos.
Pero a propósito, llama la atención la noticia de data reciente que señala el cambio de nombre de un estadio de futbol en Libia, otrora llamado “Hugo Chávez” por el de ¡¡¡Nicolás Sarkosy!!! Qué vergüenza para el pueblo libio y árabe en general, que esa mezcla de castas semi-feudales y neo-liberales en el poder, idolatre a sus verdugos.
La verdad es que esta gente asesina y vendida al imperialismo que hoy martiriza al pueblo libio e intenta hacer lo mismo con el sirio, jamás tuvo ni un asomo de “chavista”.
La trama urdida para derribar a los gobiernos de la región que han mantenido posturas inconvenientes al poder yanqui-europeo estaba trazada tiempo atrás por un imperialismo de sobrada experiencia en estos menesteres, realidad que el señor SAR sospechosamente subestima. El odio a Chávez que profesa la reacción árabe es un odio viejo (son prácticamente los mismos factores de poder que enfrentamos por aquí). Y el amor del pueblo árabe hacia Chávez –y viceversa- se basa en su posición inequívoca ante el imperialismo y las secuelas de hambre, guerras y miserias que éste deja tras de sí. ¿A quiénes Chávez visitó o recibió en Venezuela tiempo atrás de las rebeliones árabes? Precisamente a Gadafi, a Bachar Al-Asad y a Buteflika. El mensaje de solidaridad enviado por la revolución bolivariana al pueblo árabe ha tenido siempre claros interlocutores. Ello –independientemente de las responsabilidades de Estado dentro de la OPEP y otras instancias- no deja lugar a dudas acerca de cuál es la corriente que dentro del mundo árabe ha contado y cuenta con la simpatía de nuestra revolución: el panarabismo nasserista que aún –con altos y bajos- se expresa en Argelia, Palestina, Libia y Siria, ente otros países.
La política internacional del Estado venezolano bajo la dirección de la revolución bolivariana ha tenido su basamento en principios de respeto a lo soberanía y auto-determinación de los pueblos, hermandad y solidaridad internacional. No hay lugar para la contradicción “política de Estado versus solidaridad internacional con los pueblos”, que a modo de chantaje el señor SAR pretende establecer. El oportunismo está en otro lugar, mucho más cercano a los posiciones del señor SAR.
La calaña ideológica de las fuerzas internas al mundo árabe que arremeten contra Libia y ahora contra Siria se retratan de mejor forma aún con la destrucción de que fue objeto el Memorial libio al Líder histórico del nacionalismo, anti-colonialismo y panarabismo, el egipcio Gamal Abdel Nasser. La carga ideológica de este ataque nos dice del profundo odio que estos sectores sociales del mundo árabe profesan contra sus propios pueblos y sus auténticos líderes, históricos y contemporáneos. Son los sectores sociales ligados históricamente al colonialismo europeo; al modelo feudal y semi-feudal de dominación de clase; y a la tergiversación sectaria del misericordioso islam con la intención de convertirlo en un verdadero opio del pueblo, manteniéndolo a éste postrado en la ignorancia y el atraso, dividiéndolo y anarquizándolo en sangrientas pugnas sectarias (para lo cual Al Qaeda es el perfecto comodín).
Se equivoca el señor SAR cuando pretende señalar algún tipo de retroceso político en la estrategia internacional de solidaridad de la República Bolivariana de Venezuela con respecto al mundo árabe. Se equivoca el señor SAR cuando ridiculiza nuestra irreductible postura antiimperialista calificándola como basadas en “absurdas teorías conspirativas”.
La miopía política del señor SAR es abismal. Nos permitimos, por ejemplo, analizar su entrevista revisando la probable mención de las palabras “petróleo”, “hidrocarburos”, “energía” o vocablos relacionadas y –como era de esperar- no conseguimos mención alguna. Qué tipo de analista puede ser aquel que pretende interpretar la realidad árabe ignorando olímpicamente el rol de los recursos energéticos existentes en la región, que han apalancado fundamentales cambios sociales y geopolíticos en la región, con el imperialismo como variable de alto impacto. ¿A quién sobremanera le interesa ocultar esta realidad?
Esta superficialidad analítica no es casual. Con este razonamiento idealista (en el sentido anti-materialista) el señor SAR intenta minimizar el interés estratégico del imperialismo por la región, sustituyendo arbitrariamente la contradicción fundamental que sacude a los pueblos árabes en su lucha antiimperialista, por la contradicción entre regímenes dictatoriales versus aspiraciones democrático-burguesas del pueblo árabe. Con este razonamiento pequeñoburgués pretende el señor SAR justificar las posturas claudicantes de una intelectualidad abobada por el “Estado Bienestar” europeo que se derrumba y que se pretende reconstruir sobre la ruina y la miseria de los pueblos árabes y del llamado Tercer Mundo en general, a través de la recolonización y la imposición imperial. Y en este contexto, y no otro que sólo existe en su mente, es donde el veneno de SAR pretende ser inoculado.
Transcurrido un año, el mito de la “Primavera Árabe” se pone en evidencia cuando el poder en Túnez y en Egipto está pasando de anti-populares y entreguistas regímenes militares o autocráticos, a anti-populares y entreguistas regímenes derechistas de los “Hermanos Musulmanes” y tendencias afines (¡que SAR apunta como “moderadas”!). El costo: miles de muertos y heridos puestos por el pueblo árabe en traicionadas revoluciones cuyos desenlaces eran altamente previsibles. ¿O es que alguien en su sano juicio puede señalar la existencia previa de alguna fuerza política auténticamente popular y antiimperialista con capacidad real para hegemonizar dichos procesos en Túnez y en Egipto? Mientras tanto, la “Primavera” se muestra de lo más “pacífica” e “institucional” en países como Jordania o Marruecos, dirigidas por sanguinarias monarquías pro-imperialistas enlazadas con las monarquías petroleras del Golfo. Los esfuerzos reformistas soberanos en Siria son anatemizados virulentamente por los defensores de la “democracia mundial” donde el señor SAR se ha hecho merecedor de un puesto en las graderías.
Lamentablemente, circunstancias y/o errores estratégicos cometidos en algún momento por la dirigencia árabe provocaron que el panarabismo nasserista se debilitara siendo penetrado por un pragmatismo político que a la postre facilitó la recuperación –sobre todo bajo el ropaje seudo-religioso- de las fuerzas reaccionarias de siempre. Fue precisamente el “ablandamiento” de las “dictaduras” de Gadafi y Bachar Al-Asad, lo que permitió la infiltración de fuerzas del neo-liberalismo internacional. Gadafi no tuvo tiempo para rectificar. El caso Sirio está aún “en pleno desarrollo” (con el control de Homs por el ejército siro –el eventual Bengasi sirio-.y el referendo constitucional votado mayoritariamente por el pueblo, más la firme posición de Rusia, China, Irán y los países del ALBA, la desesperación imperial está por desbordarse).
Allí donde la religión se ha expresado en forma políticamente correcta haciéndose causa justiciera de las masas oprimidas, entonces es reprimida a sangre y fuego. ¿De qué otra forma se explica el aplastamiento de la rebelión en Bahrein por la combinación de fuerzas imperialistas y de la ultra-reaccionaria petromonarquía saudita? Parte de la estrategia global del imperialismo y de las monarquías del Golfo es impedir la insurgencia de un Islam (chií o suní) que incluya en sus banderas la redención del pueblo de sus miserias, la tolerancia en todas sus formas y una clara postura independentista.
Las “teorías conspirativas” que el señor SAR caprichosamente nos indilga, no son -según él- válidas como variables desencadenantes de las revueltas reaccionarias de Libia y Siria (según él, producto de “causas internas”; como las “guarimbas” venezolanas, decimos nosotros). Pero, vaya incoherencia, si son válidas para justificar los magros resultados de la “Primavera Árabe” cacareada por la señora Clinton. Ahora resulta que el señor SAR reconoce entre líneas y con pasmosa mojigatería que el auge popular fue finalmente conducido por las fuerzas más reaccionarias en pro de sus intereses conservadores. Esta es la típica postura de los adoradores del espontaneísmo de las masas, incapaces de asumir ante dichas masas las posiciones genuinamente revolucionarias, agazapados siempre tras el más ramplón de los oportunismos. Oportunismo expresado en esa especie de trabalenguas escénico con que el señor SAR dibuja la realidad árabe.
Por un lado homologa acientíficamente todas las rebeliones populares metiendo en un mismo saco los alzamientos contra el hambre y la miseria de los pueblos egipcio y tunecino, con las revueltas conspirativas y terroristas, armadas por el imperialismo, contra los gobiernos de Libia y Siria. La realidad es que tanto en Túnez como en Egipto la rebelión popular tuvo como disparador la insoportable situación económica creada por las políticas hambreadoras impuestas por sus respectivos regímenes con beneplácito imperial. El pueblo ha ido en contra de éstos regímenes en la medida que los mismos son percibidos como facilitadores de la precaria situación que padece. El factor economicista es tan evidente que aún el pueblo utilizando herramientas revolucionarias de lucha, al final son las fuerzas conservadoras quienes usufructúan del poder, al mejor estilo gatopardo.
El carácter político-revolucionario de cualquier lucha es determinado por los objetivos radicales que se trazan el movimiento y su vanguardia. ¿Cuál es el objetivo revolucionario en Siria proclamado por la revuelta mercenaria financiada por los reyezuelos del Golfo y armada hasta los dientes por el imperialismo y el sionismo? ¿Cuál “democracia” se impuso en Libia? El pueblo libio es hoy martirizado por una dictadura ejercida atrozmente por bandas armadas que se disputan los recursos propiedad del pueblo libio y que compiten entre sí por los favores del imperio.
La América Latina ha vivido momentos históricos parecidos a los de Túnez o Egipto. Emblemático el paso del modelo generalizado en la región latinoamericana de dictaduras militares pro-imperialistas a “democracias” burguesas igualmente pro-imperialistas. Muchas de estas “evoluciones” se dieron en el contexto de alzamientos populares y cívico-militares como fue el caso del 23 de Enero de 1958 en Venezuela. Fue la dirigencia de izquierda de la época que no supo percibir a tiempo la alianza estratégica entre el imperialismo y la derecha socialdemócrata y socialcristiana, el primer factor subjetivo que determinó la derrota final de aquel movimiento (igual que el señor SAR con respecto a la “Primavera Árabe”). Nosotros finalmente aprendimos. Será por ello que el señor SAR arremete contra los revolucionarios latinoamericanos que no “compramos” su cantinflérica tesis árabe.
El señor SAR y sus seguidores, a sabiendas de la debilidad del movimiento revolucionario en Túnez y Egipto, optaron por idolatrar un movimiento espontáneo de masas condenado finalmente a sucumbir ante los intereses del capitalismo yanqui-europeo y sus lacayos locales. Y aun existiendo la posibilidad de que en medio de aquel momento insurreccional se pudiera acumular alguna fuerza política para futuras luchas, el señor SAR y sus seguidores prefirieron darle la espalda a esta posibilidad “desconociendo” el profundo entramado de intereses, ambiciones y traiciones que el imperialismo ha tejido en la región, justificando el aniquilamiento político y físico de los sectores más avanzados de la región. Se ponen a la cola de lo que “salga” del movimiento. Esto es, sencillamente, oportunismo de los peores.
La debilidad del imperialismo que señala el señor SAR como argumento falaz que minimiza el activo y protagónico intervencionismo imperial en la realidad árabe, tiene el peligroso veneno de intentar desarmar a los pueblos en su lucha antiimperialista.
Cualquiera que haya realizado un somero análisis de la evolución del mundo durante estos últimos 25 años, no podría sino destacar los siguientes elementos:
1. Con el derrumbe de la URSS, el imperialismo yanqui se asume como triunfador de la Guerra Fría y de inmediato pasa a la ofensiva con la meta de establecer un mundo unipolar (“fin de la historia”). La recuperación o emergencia de Rusia, China y de otros países y bloques de países, que pujan por un mundo pluripolar, pero sin Guerra Fría, va en contrapelo de la necesidad globalizadora del capitalismo imperialista hegemonizado por EE:UU. Someter a Rusia y a China es un imperativo estratégico para evitar ese mundo multipolar. Esta realidad ha sido perfectamente percibida por muchos de los revolucionarios latinoamericanos que han actuado en consecuencia.
2. La crisis del sistema capitalista tiene un factor energético que amenaza seriamente en profundizarla. Por lógica priorización de recursos, los principales esfuerzos imperiales (políticos, económicos, militares, comunicacionales, etc.) están centrados allí donde se encuentran los mayores yacimientos energéticos del mundo (Medio Oriente y Asia Central) y sus rutas de aprovisionamiento. De paso, estas regiones representan encrucijadas de intereses geopolíticos de la Unión Europea, Rusia, China, India, Japón, Turquía e Irán (por mencionar los más emblemáticos).
3. No obstante la crisis económica del imperialismo yanqui, su poder militar y tecnológico es desequilibrante representado por el hecho de gastar más del 50% de lo que se gasta en el mundo en el área militar y específicamente en el desarrollo de armas letales con tecnología de punta.
4. El aparato propagandístico nazi es un niño de pecho en comparación a la enorme panoplia comunicacional desarrollada por el imperialismo. Los intelectuales que hoy sometemos a la crítica están objetivamente jugando como peones de la realidad virtual que se le pretende “vender” a los pueblos del mundo.
La tesis del “doble rasero” (dictaduras “buenas”, dictaduras “malas”) que blande el señor SAR contra nosotros, no es más que la negación más descarada del método marxista y del materialismo histórico (en realidad y en su descargo no está claro si el señor SAR se declara marxista).
No existen, estrictamente, dictaduras buenas ni dictaduras malas, o depende del cristal por donde se mire. Si el señor SAR se preocupara un poco por mejorar su discurso buscaría el significado del vocablo y su aparición en la historia. Nos imaginamos que el señor en cuestión ha escuchado o leído sobre la “dictadura del proletariado”, expresión acuñada por Marx; Engels y Lenin los cuales utilizan el térmico “dictadura” en su connotación exacta. Estos gigantes asumieron el término respetando su origen histórico enmarcado en la lucha de clases. Es decir, el Estado es, en esencia, expresión e instrumento dictatorial de una clase o bloque de clases para dominar a otra clase o bloque de clases. Para los revolucionarios es menester la utilización del aparato del Estado para impedir que la burguesía retorne el poder allí donde ha sido desalojada del mismo. Utilizar el Estado y su aparataje político, legal, militar e ideológico para garantizar democracia para la mayoría gigantesca del pueblo, y represión-disuasión para los opresores del pueblo, hasta el momento histórico de la desaparición definitiva de toda clase social y por ende de todo Estado (el cual, como instrumento dictatorial, se va “desvaneciendo”). Depende de cada circunstancia específica las formas concretas en que esta “dictadura” se exprese o evolucione, con más o menos democracia burguesa o popular.
Un sistema de gobierno verdaderamente popular que sea incapaz de utilizar al Estado para “someter” a la clase burguesa por el temor a ser calificada de “dictadura” estará cavando su propia tumba. Al imperialismo le conviene que en aquellos Estados nacionales gobernados por sectores sociales revolucionarios o independentistas, sus dirigentes y pueblos se confundan y se liberalicen, es decir, depongan la acción dictatorial del Estado sobre la clase burguesa amamantada por el imperio.
Ese es el clamor de la lucha de señores como nuestro SAR empeñados en que desaparezcan de la faz del planeta los Estados, como el sirio, que mantienen férrea postura antiimperialista y anti-sionista, a la par que se tolera todas las expresiones culturales-religiosas del pueblo llano.
En el caso venezolano, si bien es cierto que los revolucionarios y las revolucionarias hemos jugado con las reglas de la democracia burguesa, también es cierto que el poder del Estado, en sus diversas formas, ha sido usado para contener a la clase burguesa en su afán restaurador (de allí que ven a Chávez –acertadamente según esa visión- como “dictador”). Los intelectuales de “izquierda” que se empeñen en utilizar el prisma burgués para observar la sociedad no tardarán en asumir la defensa de los derechos de personeros de la derecha venezolana “perseguidos” por las tendencias “dictatoriales del régimen chavista”.
Nos imaginamos al señor SAR en la reunión de intelectuales de La Habana asumiendo la “crítica” no sólo al supuesto “doble rasero” de los revolucionarios latinoamericanos sino también, para ser coherente, su crítica al “régimen” cubano que inferimos que SAR debe tener in pectore. Sí, precisamente, el gobierno dictatorial del pueblo revolucionario cubano alzado contra los intereses de un imperialismo “debilitado” (según SAR) que lleva más de medio siglo bloqueando criminalmente a la isla, y más de 200 años intentando anexarla a su territorio.
Qué decir de los Estados árabes nacionalistas que al borde de la frontera europea y de la OTAN, con la implantación cercana del guerrerista Estado sionista y con la presencia de infinitos recursos apetecibles por el imperialismo, han tenido que enfrentar las más disímiles conspiraciones de los enemigos del pueblo. Una situación que merece como mínimo la comprensión de los revolucionarios y las revolucionarias del mundo, y no el trato irresponsable dado por estos intelectuales que ven la realidad árabe como una “isla” desconectada de la realidad mundial a través de esquemas y visiones eurocéntricas.
La guinda del pastel la pone nuestro señor en cuestión con el llamado a los medios alternativos a sumarse a esa especie de tercera posición para que no reproduzca las mentiras imperiales pero tampoco reproduzca “nuestras mentiras”. ¿Cómo podemos interpretar esto? ¿Qué salgamos a contradecir la postura revolucionaria internacional de Venezuela y del ALBA? Señor Santiago Alba Rico, váyase al diablo (es decir, al imperialismo).
Es hora de responder a estos farsantes.
INDEPENDENCIA Y PATRIA SOCIALISTA. VIVEREMOS Y VENCEREMOS.
Luis2000aponte@gmail.com