"El alma de Bolívar en Puerto Rico está."
Julia de Burgos
"Jamás habrá noche porque sus ojos miran."
Juan Antonio Corretjer
"Político, militar, héroe, orador y poeta.
Y en todo grande. Como las tierras libertadas por él,
que no nació hijo de patria alguna
sino que muchas patrias nacieron hijas dél."
Luis Lloréns Torres
Cuando está en la casa, enciende una vela ante Simón Bolívar y José Martí, en lo que pareciera ser un altar. Ambas figuras las trajo de Cuba en el año 2009. El Bolívar se lo obsequió el Embajador Ronald Blanco La Cruz, cuando lo visitó en la Embajada de la República Bolivariana de Venezuela en La Habana. El Martí fue un regalo de Margarita, la compañera del Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos en la provincia de Matanzas. Margarita se lo obsequió durante su participación en la Jornada que el ICAP había organizado en solidaridad con la lucha del pueblo puertorriqueño.
Cerca de la vela, posa una piedra que ella le llama "piedra preciosa", según una apreciación inusual. Se la regaló una amiga hace pocos años y ha significado un elemento muy reconfortante. En realidad, es una piedra dividida en dos partes: la piedra inferior es una especie de base donde la piedra superior acomoda. En la piedra superior puede leerse una inscripción. Es la palabra "Imagine", como la canción de John Lennon, que a tantos ha inspirado en armonía con una humanidad más hermanada. Esa piedra anida en la piedra inferior. Al levantarla, se expone la superficie cóncava de la piedra inferior, en la cual se observa grabada la palabra "Believe". Entonces el mensaje es claro: "Imagina" y "Cree". En el altar también está presente la diminuta figura de un ángel, con los puños cerrados y los brazos extendidos al cielo. De sus alas formadas por alambre cobrizo cuelga una pequeña tarjeta con la palabra "Courage". Es un mensaje de "Coraje", "Valentía" o "Valor".
Otra figura de Bolívar se yergue alta. Es una talla en madera de un artesano venezolano, obsequio del dedicado y revolucionario compañero Oscar, para quien nada es imposible. Aledaño, un ejemplar de la Constitución de 1999, adoptada por la Asamblea Nacional Constituyente de la República Bolivariana de Venezuela, configurada bajo el mandato presidencial del comandante Hugo Rafael Chávez Frías. Es el ejemplar que pertenecía a Olga, y que legó a Puerto Rico como muestra de solidaridad bolivariana, para alentar la lucha de los puertorriqueños. Bordea los objetos una bufanda tricolor que lee Venezuela. Olga se la regaló en un día en que ni siquiera hacía frío. Todos los objetos reposan sobre el bolso rojo con la inscripción Venezuela. El bolso se lo obsequió Titina, la hija de Olga, cuando la recibió en su despacho en Caracas. Recuerda que fue durante ese viaje que llevó a cabo su ansiada peregrinación hasta San Sebastián de los Reyes, en el estado Aragua, para visitar la casa del general puertorriqueño Antonio Valero. En el árbol de cotoperí que sembró Valero en el patio colocó una pequeña bandera puertorriqueña en honor al General que siempre fue leal a Bolívar.
Ese altar es como un crisol donde deposita sus deseos. Por la salud del presidente venezolano Hugo Rafael Chávez Frías. Por el futuro del pueblo venezolano, territorio libre de América.
Otros objetos no están en el altar, pero los lleva consigo. Una pulsera tricolor con una medallita que alberga el arco de ocho estrellas, evocando la bandera venezolana. También, un prendedor tricolor en forma de corazón con una estrella blanca. La pulsera la trajo de Caracas, del callejoncito largo como la esperanza donde se acuartelan los artesanos a ofrecer en venta sus piezas y objetos, producto de su creatividad y arte. El corazón se lo regaló Javier, su hermano venezolano a quien conoció gracias a la Revolución bolivariana. La pulsera significa la cultura y el orgullo del pueblo venezolano, y el corazón late con el significado de "Chávez, corazón de mi patria".
A esos objetos se aferra para sentir la cercanía del presidente de los venezolanos, quien también encarna una de las grandes fuerzas de la patria grande latinoamericana. Y todos los días enciende la vela. Para que arda con la intensidad del fuego sanador.
En la mañana del tradicional Día de los Reyes Magos, llegó hasta el parque de San Juan donde habita Bolívar. Se fijó en la espada desenvainada y le pareció verla vibrar. Al pie de la estatua del Libertador depositó una humilde ofrenda. Una flor blanca, una heliconia que fue cultivada en los campos de Morovis, uno de los municipios centrales de Puerto Rico. Ante el general Bolívar, pidió por el comandante Chávez, por su recuperación y por el bienestar del pueblo hermano.
Se alejó en silencio, pensando en las fuerzas que se generarían con sus deseos y sus objetos simbólicos. De seguro, todas esas energías debían ir a reconfigurarse con las de tantos otros seres humanos que tenían al presidente Chávez en su corazón. No tenía duda: al sumarse esas energías y pensamientos junto a los cuidados tan esmerados que estaba recibiendo en la hermana isla de Cuba, el Presidente tendría que sanar. Es importante imaginar. Es importante creer. Tener valentía y coraje. Recordó la frase tan enarbolada por los venezolanos: "alerta, alerta que camina, la espada de Bolívar por América Latina". Había comprobado que era cierto. Allí en el Parque, vio vibrar la espada del Libertador, no había sido el viento. Eran las energías, que rugían vivas y fogosas emanando de Bolívar, corazón de nuestra patria latinoamericana.
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