Correlación de Fuerzas en Centroamérica

Antecedentes:

En América Latina la crisis del neoliberalismo provocó desde febrero de 1989, con el caracazo en Venezuela, una serie de movilizaciones sociales que han tenido efectos políticos sustanciales, evidencia de ello es el surgimiento de gobiernos de izquierda, los cuales se han deslindado del neoliberalismo, visto este escenario, era difícil vaticinar por algunos analistas que Centroamérica tuviera el mismo despertar político. La región era considerada un bastión de la dominación imperialista estadounidense. Con el fin de la guerra fría y el auge neoliberal, el estallido revolucionario de los ochenta fue apagado. Los sandinistas fueron derrotados en 1990 y los acuerdos de paz en El Salvador en 1992 y en Guatemala en 1996, expresaron la correlación de fuerzas en la que quedaba la región en el contexto de un mundo unipolar.

A pesar de esto, el regreso del FSLN al gobierno en 2006 y su nuevo triunfo electoral en 2011, el triunfo electoral del FMLN en 2009, el surgimiento del Frente Nacional de Resistencia Popular y el partido Libre como la segunda fuerza electoral en Honduras en las elecciones de 2013, son muestras de la crisis hegemónica neoliberal en la región.

Es de destacar en este contexto, el surgimiento del partido Acción Ciudadana (PAC) en Costa Rica, el cual fundado en 2000, al igual que Libre en Honduras, logró romper el bipartidismo con un 26% de los votos en 2002 y obtuvo un empate técnico en las elecciones de 2006 con un 40% de los sufragios.

Situación Actual:

Mientras en Europa y Estados Unidos, se registra un ascenso de movimientos conservadores de derechas o fascistas, en América Latina se observa un repunte de movimientos sociales antineoliberales, así como partidos de izquierda en posiciones de gobierno.

Los países centroamericanos inclinan la balanza hacia las posiciones de izquierda en los márgenes de lo electoral. Los recientes comicios presidenciales en El Salvador y Costa Rica registran un desplome de las posiciones de derecha en la región. El tribunal electoral salvadoreño informó que en los recientes comicios presidenciales del pasado 2 de febrero, la derechista Alianza Republicana Nacionalista (ARENA) obtuvo 38.9% de la votación, diez puntos menos que en 2009 cuando perdió por primera vez las elecciones presidenciales al captar 48.7% frente al 51.3% del partido de izquierda Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN).

Hay que destacar que el triunfo del FMLN es muy meritorio, dado que el pueblo salvadoreño vive circunstancias específicas, como el hecho que la mayoría de medios de comunicación son aliados del partido ARENA y por tanto “sembraron el terror en un segmento electoral que tradicionalmente es oscilante”.

En 2014, la agrupación de izquierda ganó en 13 de los 14 departamentos a nivel nacional y la derecha perdió más de 300 mil votos. En la segunda vuelta realizada el 09 de marzo, Salvador Cerén se convirtió en presidente de la nación con el 50.11% de los votos, consolidando una perspectiva hacia la construcción de un Estado social de derechos, soberano e independiente. En Costa Rica, el partido de centro izquierda, Acción Ciudadana, ganó en la primera ronda electoral con el 30.9% de los votos al gobernante PLN que obtuvo 29.5%. Habrá también segunda vuelta el 6 de abril donde la correlación del electorado se inclina al PAC en posible alianza con el Frente Amplio, organización partidaria de izquierda que logró histórica votación con el 17.1%.

El Frente Amplio, viene realizando un fuerte trabajo político en la ciudad, el campo y en las asambleas legislativas, confrontando lugares comunes de la política tradicional, quebrando el conservadurismo moral, la intolerancia a la diversidad sexual y los fundamentalismos religiosos –de católicos y protestantes- que carcomen sociedades; así como los silencios cómplices sobre la injusticia social, la pobreza, la explotación de los trabajadores, la indiferencia y el consumismo que se han venido incubando, sistemáticamente, durante décadas de avance acelerado de la sociedad neoliberal.

Las poblaciones en la región centroamericana se mueven hacia el progresismo de izquierda con matices diversos. Reconocen las propuestas de apoyo social desde el Estado, al mismo tiempo, manifiestan un cambio de timón hacia la participación política; observa con simpatía movilizaciones sociales a favor de los derechos de las mujeres, el medioambiente, la lucha sindical y las reivindicaciones campesinas, reconociendo el fracaso del neoliberalismo en la región y sus estragos de pobreza, marginación, migración obligada y represión generalizada.

Para Jorge Mora, director de FLACSO Costa Rica, el ascenso de la izquierda se debe interpretar más bien como “el descontento acumulado y a una decisión de la ciudadanía de castigar a quienes, desde su punto de vista, no han hecho bien las cosas ni han dado respuestas a sus demandas”.

En otros países de la región, la izquierda institucional adquiere presencia importante. En Honduras, el partido Libre se erige como la fuerza política y social con amplia participación en las luchas populares, partidarias como parlamentarias. Su acción y movilizaciones rechazan las políticas oficialistas de derecha, al tiempo que propone medidas y reformas en favor de los sectores sociales marginados.

En Nicaragua, los sandinistas afianzan su poder social. Mantienen un activo proceso de consolidación de los derechos sociales y son los principales promotores en Centroamérica de la Alianza Bolivariana para los pueblos de Nuestra América (ALBA) como una nueva forma de relación entre Estados, basada en la cooperación, solidaridad y complementariedad. En Guatemala y Panamá, los movimientos sociales proliferan en el campo como en la ciudad. Movimientos contra los proyectos de integración geoestratégica del libre mercado, mineros, represas, farmacéuticas y contra el gran comercio se unen y van construyendo un proyecto alternativo de hecho. Su actividad permanente representa la lucha de los movimientos sociales contra las empresas transnacionales. La región centroamericana que por décadas fue considerada el protectorado estadunidense, cada vez mira más hacia el sur donde comenzó un proceso de articulación independiente de las políticas hemisféricas de la Doctrina Monroe y el desmantelamiento del neoliberalismo.

En la última década, nuevas fuerzas políticas de la región han dado lugar a otro tipo de esquema de integración latinoamericana. Este es el caso del ALBA (Alternativa Bolivariana para América Latina y el Caribe). La iniciativa partió de los gobiernos venezolano y cubano de Hugo Chávez y Fidel Castro quienes firmaron el primer acuerdo en el 2004. Bolivia adhirió en el 2006 y Nicaragua en el 2007. Basándose en los principios de solidaridad y cooperación para la lucha contra la pobreza, las áreas en las que más ha avanzado la integración entre estos países son las de la salud y la educación. Venezuela ha tenido un rol importante dentro del ALBA a través de la cooperación financiera y la asesoría energética que ha dado a un país como Bolivia.

Apreciaciones y Alcances:

El triunfo del FMLN fortalece la unidad latinoamericana, fortalece a la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA) y todo lo que es el proyecto de desarrollo en toda la región, y con un posible triunfo de la unión izquierda – centro izquierda en Costa Rica tendríamos otro aliado más en el organismo regional.
Sin duda, las elecciones de El Salvador y Costa Rica ilustran de un proceso de deslizamiento de la región a la izquierda, con programas de contenido antineoliberal. Eso es lo que dicen las urnas en estos dos países, con historias diversas, pero que ahora presentan objetivos comunes: derrotar las políticas neoliberales. Cómo lo hagan, con qué ritmos y profundidad es algo que está por verse
Independientemente de los resultados de la elección en segunda vuelta en Costa Rica, la izquierda recupero protagonismo luego de décadas de marginación. Además, construyeron una estructura partidaria de alcance nacional y de convocatoria popular, que establece un nuevo equilibrio de fuerzas en el sistema político nacional: todo una hazaña para un partido que inició como una agrupación provincial hace apenas 8 años, en el contexto de la resistencia social contra el Tratado de Libre Comercio entre Centroamérica y los EE.UU.
Centroamérica debe plantearse un proyecto de integración que reúna tres elementos estratégicos. En primer lugar, la integración tiene que ser autóctona y no definirse en función de un objetivo ajeno a la región (EEUU, Europa, China u otro). En segundo lugar, tiene que responder a un objetivo estratégico con una definición política que se encuentre sólidamente sentada sobre una base material. En tercer lugar, requiere de un sujeto social (un grupo o una alianza de grupos sociales) que le pueda dar liderazgo al conjunto de fuerzas sociales de la región.


amartinez@parlatino.org.ve



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Aidiana Martinez

Politóloga / Analista Internacional

 andruwam09@hotmail.com      @aidiana09

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