El comportamiento electoral del pueblo colombiano, expresado en los comicios parlamentarios del 9 de marzo, refleja sólo una cosa: la gran mayoría no cree en el sistema electoral vigente. Si se busca un adjetivo apropiado para calificar la democracia colombiana, basándose en los recientes resultados electorales, podría reputarse, simplemente, como: Absurda.
Es imposible, para una lógica crítica, aceptar que se constituya un poder legislativo con una abstención del 56.42%, un voto en blanco del 6.17%, un número de votos no marcados que alcanza el 5.88%, además de los votos nulos que registran el 10.38%, según cifras emitidas por las autoridades comiciales colombianas. Las matemáticas son exactas: el nuevo Congreso neogradino fue elegido en ausencia del 78.85% de electores. Peor aún: el órgano legislativo nacional colombiano fue designado, apenas, por el 21,15% de votantes.
Pero, no se han escuchado las voces de organismos internacionales, ni mucho menos los escándalos mediáticos, que cuestionen la legitimidad del proceso electoral colombiano. Claro, si estos resultados correspondieran a un proceso electoral venezolano, seguramente los titulares de primera, en los Mass Media del mundo entero, estarían llamando a intervención de lo ONU, OEA y Otan, entre otros.
Propuesta social alternativa
Sin embargo, una mirada a los hechos invisibilizados por la mediática indica que en Colombia una gran mayoría está cansada de hacerle el juego a estructuras viciadas por factores como la corrupción, el narcotráfico y la violencia. Participar en elecciones no garantiza cambio, porque, a pesar de que importantes sectores como los campesinos, trabajadores, estudiantes, indígenas, negritudes, entre otros, representan una fuerza de oposición al imperante sistema de gobierno neoliberal, no tienen garantías para presentarse como alternativa electoral.
Partiendo de esa certeza masiva, el movimiento popular levantacon fuerza una propuesta que apunta haciacambios radicales: convocar unaAsamblea Nacional Constituyente. Este proceso, que implica la toma de decisiones trascendentales por parte del pueblo organizado,ya empezó a caminar con las movilizaciones campesinas y urbanas que desde el año pasado ocupan la escena política nacional, y reflejan un gran avance de unidad orgánica. La recién concluida Cumbre Agraria Campesina, Étnica y Popular, más la movilización urbana contra la destitución del alcalde de Bogotá, Gustavo Petro, contrastadas con el comportamiento electoral, son medidores importantes que marcan perspectiva.
Constituyente y Paz
De otro lado, la solución política al conflicto armado, imposible de ignorar, sólo puede lograrse a la luz de una profunda transformación del Estado colombiano, que es irrealizable en el marco legal vigente. La composición actual del Congreso, repartida entre el Partido Social de la Unidad Nacional, el Centro Democrático, el Partido Conservador, el Partido Liberal y Opción Ciudadana, sólo representa la continuidad del neoliberalismo imperante, pues todos estos factores personifican a la derecha en sus diversos matices.
Desde ese ángulo, y considerando el poder ostentado por la ultraderecha en Colombia, que continuará presionando por políticas de guerra; además de la injerencia e intereses estadounidenses en este territorio, el panorama dibuja un camino de movilización y lucha socialhacia la Asamblea Nacional Constituyente,como posibilidad para construir una sociedad diferente que no se identifique con el absurdo, sino conpaz y justicia, convertidas en hecho cotidiano.