Mujica y Aznar

El programa de Jordi Évole, Salvados, tuvo como protagonista al presidente del Uruguay José Mujica. Afable y pausado, Mujica declaró como el filósofo que sale de la caverna de Platón y vuelve a ella para decirles a los encadenados que miran a la pared, y que nunca salieron, que afuera hay luz y que viven viendo sus propias sombras; pero no le creyeron.

Pregunté a algunas personas su opinión sobre Mujica después del programa y todos me hablaron de las formas y ninguna del contenido, algunos hasta me llegaron a decir que estaban «decepcionados» por lo de los zapatos rotos o la ropa desaliñada.

Lo de los zapatos tiene mucho que ver con el «empaque». A fin de cuentas, Mujica no deja de ser un producto que, aunque de «buena calidad», no se vende muy bien.

La misma semana en la que era retrasmitido el programa de Mujica, el cocinero de los presidentes de Gobierno español, Julio González de Buitrago, escribía un libro de recetas y «anécdotas» relativas a los presidentes de Gobierno español y sus familias. Contó que Aznar quería comer de postre, siempre, un helado de café de la marca Häagen Dazs, helado que llegó a mandarse desde Madrid, por avión oficial, al lugar en el que estuviera Aznar.

Está claro que Aznar debe de tener otro «empaque», porque pocas críticas recibió en «la caverna», mientras Mujica decepcionó no sólo por sus zapatos... sino por lo que muchos creyeron una «puesta en escena». Es el mismo dilema de aquel que responsablemente volvió a la caverna para advertir, para informar... tal vez traía los zapatos sucios.

 

 



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Xurxo Martiz Crespo

Vivió 30 años en América Latina. Académico del exilio económico y político gallego

 xurxo.martiz@gmail.com      @XurxoMartiz

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