Monarquía: el elefante blanco

¿Ha cambiado el Estado español en los años de reinado de Juan Carlos? Sí, por supuesto. Cambió materialmente, en sus infraestructuras, cambió en la mentalidad de sus ciudadanos. Temas como el divorcio o el adulterio femenino, que en 1975 era un pecado mortal y un delito el segundo, como la homosexualidad, como  la membresía política, sindical, el trabajo femenino etc, hoy están superados, forman parte de una España en blanco y negro, distinta aunque no distante.

Pero los derechos políticos que trajo la escasamente votada Constitución de 1978 venían dentro de un paquete difícil de digerir, en el que instituciones no democráticas, como la monarquía, eran disfrazadas de legitimidad.

La única legitimidad posible en democracia es la de los votos. La monarquía puede ser una institución del Estado... pero no el rey ni el príncipe, que son personas y no instituciones. El acceso a cualquier cargo en democracia debe provenir de la legitimidad de los votos. Preguntar a los ciudadanos sobre la conveniencia o inconveniencia de mantener instituciones anacrónicas, oscuras y costosas en un Estado social y de Derecho es lo propio.

Muchos defenderán la conveniencia de la monarquía, defensa sólo posible por cierto en democracia, legitimándola con base en monarquías como la belga, la británica, la holandesa o la noruega. Olvidan que la actitud de ciertos monarcas, disolutos y con estrechas relaciones con la extrema derecha (Italia, Grecia... etc) determinó el fin de la monarquía en esos países. Las democracias europeas persistentes tienen una continuidad en el tiempo. Estuvieron con su pueblo, en el exilio londinense, luchando contra la barbarie alemana de 1939-1945, mientras el Estado español franquista colaboraba con la misma y colocaba a la actual monarquía española donde está.

Aquí hay un problema de legitimidad que no se arregla enarbolando la Constitución de 1978. Mientras muchos monarcas estuvieron con sus pueblos en los momentos difíciles, más allá de los discursos, otros andaban mundo adelante mandando callar y cazando elefantes.



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Xurxo Martiz Crespo

Vivió 30 años en América Latina. Académico del exilio económico y político gallego

 xurxo.martiz@gmail.com      @XurxoMartiz

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