Permítanos conversar sobre la República Popular China

Por ahí han salido descripciones sobre el “boom de la modernidad china” cuales buscan trasladar ciertas comparaciones con la Revolución Bolivariana bajo la batuta del Comandante en Jefe, Hugo Rafael Chávez Frías. En nuestra muy personal opinión en base a cierta conversa con nuestro Comandante en Jefe en aquel “cacharrito” que volaba nos, nos permitimos opinar que Chávez Frías si estaba profundamente interesado en el proceso evolutivo y perfectible del proceso de aplicación de las políticas de “reforma y apertura” que había impuesto Deng Xiaoping en el seno del Partido Comunista Chino (PCCh) en aquel helado frío de Beijing en 1978, sí mal y bien nos recordamos.

En nuestra Patria solemos tener ciertas debilidades por no profundizar sobre los “hechos históricos” buscando entender, a través de ellos, las realidades presentes en momentos específicos y concretos. Como en alguna ocasión, Eduardo Fernández lo expresó con una contundente frase: “…no somos suizos…” y nos adicionamos y contribuimos con tal ideario expresando que “…no tenemos talento alemán…”. No se preocupen, los historiadores ya me comprenden la ironía revolucionaria por que la teoría sin praxis no tiene vida y la realidad cotidiana en desarrollo no va a ningún lado sin la teoría; es decir, no podemos comportarnos, únicamente, como pragmáticos ni teorizar todas las realidades en corsé.

¿Por qué Deng Xiaoping decidió discutir y lograr que se votara su propuesta política de “reforma y apertura” en el PCCh? Esa es la pregunta que deberíamos elevar al público presente, es decir, a la UBCH, es decir, al pueblo revolucionario y más allá, a toda la sociedad venezolana para poder comprender, como primera fase, el desarrollo de las políticas que fuera impulsando nuestro Comandante en Jefe, Chávez Frías, desde el mismo momento que fuera votado mayoritariamente por la sociedad votante venezolana en aquel diciembre ganador.

La siguiente pregunta se corresponde con la inquietud: ¿por qué Deng Xiaoping llegó a la conclusión que significaba una profunda reforma real en el proceso revolucionario chino que permitiera a China volver a ser el país que se había ido expresando en 5.000 años de Historia de China junto a todos sus procesos políticos históricamente consecuenciales? Claro, la experiencia personal de Deng Xiaoping, aquel pequeño líder chino convertido en comisario político del Ejército Popular de Liberación, quien debemos destacar su pertenencia al grupo del Presidente Liu Shaoqi, del Premier y Canciller chino, Zhou Enlai, muy cercano al fundador del Ejército Popular de Liberación (ELP), Zhu De y líder fundamental durante la “Guerra Civil” junto a Mao Zedong siendo Deng, también, un alto funcionario del “cogollito” del Gobierno y el Estado chino en Zhongnanhai desde la fundación de la República Popular en aquel otoñal mes de 1949 en la ciudad de Beijing. Aquel líder que el propio Mao Zedong respetaba sería objeto de persecución durante la tétrica “Revolución Cultural”. Aquella persecución inclemente sería atenuada por la protección de aquel líder militar del sur de China, héroe de la “Comuna de Cantón” (11 -14 diciembre 1927), Ye Jianying, lo que le permitiría a Deng la reflexión sobre lo estudiado, su experiencia política y militar junto a la conversa con los líderes fundamentales particularmente con sus compañeros de armas y líderes fundacionales, el análisis objetivo de la real quiebra de la economía china que llevaba a la destrucción objetiva e inevitable del Estado chino, producto de decisiones adversas al progreso que se irían imponiendo por decisiones de la esposa de Mao Zedong, Qiang Qin, acompañada por la no menos famosa “Banda de los 4” quienes, en esa praxis en “caos continuado”, cerrarían fábricas, universidades, escuelas, la agricultura en comunas en desaparición “aguas abajo” por aquella relación “costos-precios”.

Aquella realidad en “caos continuado” iba marcando su camino hacia el “caos profundo” cuando las estructuras del Estado chino comenzaron a, seriamente, deteriorarse. Ante aquella realidad la única institución que permaneció, relativamente, inmune al debacle nacional sería el “Ejército de Liberación Popular (ELP)”.

Era evidente que Deng Xiaoping, gracias a aquella protección militar referida, tuvo las consecuentes oportunidades de sentarse a conversar con sus compañeros de armas, la denominada, posteriormente, como la “vieja guardia” para objetivar la ralidad en curso y proponer las soluciones apropiadas. Pero dentro del propio PCCh había importantes cuadros que, calladamente, iban entrelazando líneas de cooperación y compromiso con las necesidades de realizar cambios profundos sobre aquella caótica realidad contra-nacional y contra-revolucionaria. Un par de realidades sucedieron que aceleraron las realidades históricas: el deceso del muy respetado líder, Zhou Enlai, y, posteriormente, de Mao Zedong quien fuera sucedido por un designado (Hua Guofeng) de débil carácter y muy escasa aceptación dentro del sector militar y líderes civiles del PCCh. Todo aquel escenario se conjugó para que el PCCh llamara a la realización de la III Plenaria del XI Congreso Nacional del PCCh en aquel diciembre de 1978 cuando, como hemos referido, se aprobaría la política de “reforma y apertura”.

¿Qué significa, entonces, en su praxis, la política de “reforma y apertura”?

Deng Xiaoping, líder del proceso de “cambios profundos”, conjuntamente con el máximo liderazgo militar-histórico de la Revolución China desde sus inicios por aquellos años del “Levantamiento de Otoño” y la “Comuna de Cantón”, comenzaron la ardua tarea de llevar a cabo la reingeniería del Estado, del Gobierno, del PCCh y de los órganos fundamentales de la educación, la agricultura y la industria pesada, como primer paso hacia el reordenamiento de la estructura total del Estado chino. En objetividad sin límites, aquel conjunto revolucionario tenían que enfrentarse a actitudes sicológicas heredadas de la “Revolución Cultural”, tenía que aceptar las realidades tecnológicas con más de 70 años de atraso real comparativamente con países de desarrollo intermedio alto y alto; sabían que las arcas del Estado, objetivamente, no estaban suficientemente llenas como para afrontar una profunda reingeniería tecnológica de lo fundamental-industrial además de, realmente, no poseer las tecnologías que le permitieran a China dar el “salto adelante” que se correspondía a esos 70 años de atraso arriba en mención. Aquel era un problema de Estado y como tal afectaba, evidentemente, el marco ideológico lo que llevó al PCCh a una discusión interna profunda pero, al tiempo, objetiva.

En el marco del diseño de la Política de Estado que le permitiera a China, como nación, al PCCh como órgano director y evitar una confrontación por el desarrollo de las contradicciones heredadas por la revolución cultural mencionada pero, a su vez, de escasa cultura y educación colectiva y personal, aquella real realidad obligaba a ser realista y sincerar las necesidades en función de esa política referida de apertura y su correspondiente reforma cuales eran, sencillamente, la modernización de China.

Decimos que el PCCh tenía que asumir la discusión ideológica contenidas en las líneas propuestas y aprobadas por el propio PCCh cuales nos hemos referido como eran la de “reforma y apertura”. Es decir, la propuesta de Deng Xiaoping aprobada por la colegiatura del PCCh era, en simples palabras, llevar a cabo “la profunda y objetiva reforma estructural, en primera instancia, en el marco de la revolución socialista con características chinas”.

Aquella decisión político-ideológica sería conversada por Mihail Gorbachov y Deng Xiaoping en aquellos albores de las realidades que se estaban desarrollando en la plaza de Tian Anmen. Durante aquella visita oficial del líder ruso a Beijing, Deng Xiaoping le diría a Gorbachov que China había decidido llevar a cabo la reforma de la estructura económica para, muy posteriormente, se desarrollaran los cambios a nivel de la super-estructura porque “…revolución con hambre, refiriéndose a las políticas que impulsaba Gorbachov en Rusia, siempre fracasaría, inevitablemente…”; es decir, las propuestas tradicionales de la profundización de las contradicciones, en los tiempos actuales, en última instancia, llevarían a las consecuentes confrontaciones sociales y, en obviedad objetiva, la pérdida de la revolución tal como ya conocemos pasaría en Rusia. Es decir, Gorbachov con sus decisiones políticas enterró “el estalinismo” y le dio paso a un “chucuto capitalismo” neo-liberal del mejor gusto de Washington.

¿Cómo se desarrollarían las relaciones sino-estadounidenses en función de las inversiones norteamericanas y la transferencia de tecnologías y cuáles efectos tendrían en la estructura económica china?

Los EEUU de América, inmediatamente, percibieron la extraordinaria oportunidad de entrar en el mercado socio-económico chino y las posibles consecuencias que sus aportaciones podrían tener tanto en los sectores laboral-obreros y el probable crecimiento de una sólida clase media urbana china. Las inversiones y transferencias de tecnologías se concentraron, fundamentalmente, sobre la base de la tradición histórica china, al sur del río Yangtzé y en la propia Shanghai; es decir, lejos del poder político que representa Beijing. La “división del trabajo” aceptado por Beijing traería no solo discusiones internas en el marco de lo tradicional-ideológico-marxista sino sería muy criticado por el marxismo internacional pero el pragmatismo obligaba a no-agradables contradicciones en función de elevar lo real-estructural-y-social-intelectual como herencia negativa de aquella “Revolución Cultural” de políticas de “caos social y económico profundo”, las realidades de la situación del agro producto de la política de las comunas (nos visitamos alguna comuna en las afueras de Beijing) que había afectado la producción de alimentos con lo cual era demostrable el hambre y miserias que habían que superar contra el tiempo (nos pudimos conocerlo en sus reales escenarios). Es decir, frente a la realidad nacional de crisis profunda alimentaria, industrial, social, política e ideológica eran necesarios sacrificios inevitables en función de la realidad que se correspondía con 900 millones de habitantes a los cuales había que alimentar, crear empleos y solucionar problemas de transporte, habitación y consumo general como primera fase de la “reforma en la revolución con características chinas”, es decir, era necesario “romper en cazo de hierro”.

Hoy en día, el mundo entero que no investiga se llena la boca hablando de la realidad china pero sin conocer aquellas realidades de caos profundo producto de políticas equivocadas y de las objetivas consecuencias catastróficas de la “Revolución Cultural”.

Aquella primera etapa de “reforma y apertura” tuvieron su primera contradicción social en la plaza de Tian Anmen cuando las fuerzas armadas chinas se vieron en la necesidad inevitable de actuar para poder salvar a la Revolución China y evitar su derrumbe como así lo estaba esperando Washington y que muchos sacrificios personales de reales revolucionarios habían costado; no se podía perder aquel proceso histórico y Deng Xiaoping y los mariscales asumieron su importante rol histórico a pesar de las consecuencias provenientes desde el exterior.

Algunas consideraciones.



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Miguel Ángel Del Pozo


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