Podemos ¿Fin del "socialismo" español?

Una nueva escena surge en España con la llegada del partido PODEMOS un movimiento político español creado en Enero de este año liderado por Pablo Iglesias, un profesor de 36 años doctorado en Derecho y Ciencias Políticas que dirige los programas La Tuerka y Fort Apache y acude regularmente a los debates que se emiten en La Sexta y Cuatro. Según sus palabras ha dedicado mucho tiempo a estudiar el funcionamiento de la democracia y la geopolítica mundial que lo ha convertido en una figura destacada por sus triunfos en las elecciones europeas de 2014, en la que participó con apenas cuatro meses de trayectoria, logrando cinco escaños de cincuenta y cuatro, con el siete noventa y siete por ciento de los votos, siendo la cuarta formación más votada en su país. Sus dirigentes son contrarios a los recortes sociales y entre otros abogan por la educación, vivienda y sanidad pública, subordinando al interés general toda la riqueza del país en sus distintas formas. También reclama la derogación de las leyes de extranjería, la salida de España de la OTAN y a favor de que Cataluña decida sobre su independencia. Todo un programa de paz social y humanitario que ha puesto en guardia al gobierno de Rajoy y a los señores de la guerra con sus importantes bases militares en la península. En un foro informativo en el suntuoso Hotel Ritz de Madrid, Pablo Iglesias impactó a los oyentes con su verbo ágil y directo: "Soy consciente de la expectación. Algunos solo me imaginaban aquí entrando con un grupo de militares para nacionalizar el hotel y expropiarles los visones a las señoras y los relojes a los caballeros", manifestó, y pasó a comparar los precios de las habitaciones y de la vestimenta de algunos asistentes con los salarios del personal del hotel y de varios periodistas presentes. "Habrá gente aquí que considera que lo que estoy diciendo es un ejercicio de demagogia y populismo y otros que estarán sonriéndose para dentro porque tenía ganas de escuchar verdades como puños", dijo. Y me recordó al Comandante Chávez llamando a las cosas con su nombre.

Previendo el peligro que amenaza al liberalismo la derecha dominante ha desatado una campaña brutal contra sus dirigentes temiendo que el numeroso grupo de “indignados” puedan engrosar sus filas. De hecho a Venezuela, la derecha satánica aprovecha para involucrarla también en falsos supuestos con PODEMOS a los que ya nos tiene acostumbrados.

Pero el problema no proviene de tiempo tan reciente. La situación se remonta a una época más lejana cuando el desprestigiado socialismo español (PSOE) traicionó a sus muertos y los dejó regados por todos los senderos y caminos de la patria. Fundado en 1879 por el tipógrafo ferrolano Pablo Iglesias Possé y durante cien años (1879-1979) se definió como un partido de clase obrera, socialista marxista hasta la muerte de Franco que dio fin a una férrea dictadura de 36 años. Con la traición de Felipe González y su camarilla a los ideales políticos, sociales y económicos de su fundador, en el 28° Congreso del partido en 1979 y posteriormente la de José Luis Rodríguez Zapatero se terminó aceptando la economía de mercado, renunciando a toda relación con el marxismo, incluidas las teorías revisionistas que predominaron en el siglo XX. Con esa capitulación de los representantes de la izquierda española de la época que se prestó también cobardemente a la implantación de la monarquía traicionando a la República, el franquismo logró incrustarse en las nuevas corrientes democráticas de su tiempo continuando de hecho dominando los hilos del poder, donde los socialistas fueron siempre marionetas del capital que lograba el dominio de la universalización de servicios sociales básicos, como la sanidad, la educación y las pensiones, adoptaba una política económica neoliberal que inició el proceso de privatización de sectores públicos económicos del Estado, tanto sectores primarios, como secundarios, como de servicios, y de diferentes ramas, tales como energéticas, telecomunicaciones, bancos, etc..etc., de consecuencias desastrosas ya conocidas luego de la explosión de la burbuja económica que no ha tocado fondo aun. Es el mismo programa que inició Venezuela en la Cuarta República con la privatización de los bienes públicos y que gracias al Comandante Chávez no es hoy una colonia del Imperio.

Por eso cuando Felipe González declaró que era preferible una España capitalista a una España repartida y empobrecida (aunque naturalmente no fueran estas sus palabras encubiertas sino su significado), ratificó claramente la incompetencia del socialismo español como sistema social y político, ya que no fue capaz de encontrar la fórmula viable para acabar o minimizar los grandes latifundios sin menospreciar a su vez a la misma clase a la que decía representar. La Historia implacable se encargará de juzgarlo. Lo que sí también cuestionamos es su condición de hombre de izquierdas y sobre todo el nombre del partido que representa. Esta importante deducción nos conduce a pensar en otras no menos graves a la que nos lleva la lógica sucesión de los hechos consumados. Si el socialismo es la denominación de las diversas doctrinas económicas, sociales y políticas que propugnan una distribución más justa de la riqueza y condenan la propiedad privada de los medios de producción y de cambio, es evidente que el socialismo español al no poder cumplir estas normas deja de serlo como tal y a nuestro entender debiera cambiar de nombre y no seguir usando un gentilicio que le queda demasiado grande y que solo sirve para confundir a los incautos.

A ese monstruo tricípite iglesia-monarquía-izquierda, nunca debió llamársele socialismo ni los socialistas de verdad prestarse a tan engañoso juego si es que honestamente creen en los principios de la doctrina que representan. Y aun más. Si en la España monárquica, católica y fascista no había ningún importante cambio social y económico que impugnarle, ni ningún reproche oficial a sus crímenes, queda muy claro que tampoco estaban justificados los cambios de relevo en su dirección o el falso giro de nombre hacia la izquierda. Esa desafortunada triple alianza ha servido solamente para que por una ironía del destino le haya tocado al socialismo español el deshonor de reivindicar el nombre del Caudillo y a su vez el milagro de que muchos que padecieron en carne propia el genocidio de su revolución hayan dignificado con su silencio medio siglo de oprobio e iniquidad. ¿Qué podemos pensar y deducir de todo esto? ¿Luego Franco tendría razón cuando aplastó una incipiente República en sus fracasados intentos de reducir el latifundismo; cuando a sangre y fuego instauró el fascismo y exterminó a los que se oponían a sus designios? ¿Tendría razón con todo lo que hizo puesto que no ha sido siquiera moralmente juzgado por sus crímenes y la misma izquierda socialista a la que aniquiló en su día, hoy lo exhiben y agasajan en un mausoleo faraónico? Y sí tenía razón: la directiva de la izquierda española es inepta como tal, oportunista y no mereció, no merece en el futuro volver al poder. “Delenda est Cartago”. Si, habría que restaurar de nuevo la España de Franco para que los campesinos andaluces, hoy desengañados con el socialismo, puedan seguir soñando quimeras con el advenimiento de un nuevo régimen social, llámese como quiera, pero más humano con sus prioridades, sin bastardas uniones, sin silencios inconfesables. Para que los Gómez Heredia, un humilde campesino de mi pueblo como nos dice en sus memorias, “no pierdan la esperanza y aquellos trágicos días no vuelvan a repetirse.” Ni allá ni acá, tampoco la fe para que el venezolano no pueda algún día por falta de justiocia añorar la Cuarta República.

Ya era tiempo de que un líder de la izquierda española surgiera del fracaso no solo del mal llamado socialismo sino también de la incompetencia del neoliberalismo para solucionar los graves problemas que les atañen. De ahí la brutal campaña lanzada estos días por los medios de comunicación contra PODEMOS por todo lo que pueda representar en el futuro para sus intereses el liderazgo de Pablo Iglesias que curiosamente tiene el mismo nombre del fundador del socialismo español en el siglo XIX.

¿Una casual coincidencia para unos, o una encarnación para otros que vuelve a reivindicar el nombre enlodado del socialismo español y por qué no también europeo? O una vez más se repetirá la historia donde los líderes de la izquierda fueron asesinados o desbancados violentamente como tantos en América Latina? Nos preguntamos, si asesinado Chávez, el presidente Maduro podrá resistir la silenciosa guerra económica y el embate diario de la potencia más poderosa. Dios nos salve de caer de nuevo en las garras del fascismo.


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