Angela enciende la mecha

La historia de las relaciones internacionales no brinda ejemplos de un grande e influyente estado que le pide a sus socios que señale a los "topos" que trabajan en su territorio. La lógica de semejante solicitud implicaría eso de "yo no recluto espías y no dejaré que Uds. lo hagan." Ahora, el precedente ya quedó sentado. El gobierno de Angela Merkel solicita a otros países que entreguen listas completas de sus agentes de servicios especiales que trabajan en Alemania.

Pocos agentes alemanes han sido jamás descubiertos. Esto no se debe a que la inteligencia alemana sea muy buena, todo lo contrario, se duermen en sus puestos. Cuando los social demócratas estaban en el gobierno, lograron reducir la dependencia del espionaje contra el Oriente gracias a ágiles esfuerzos diplomáticos y a contactos personales al más alto nivel. Por ejemplo, Egon Bahr, quien era cercano al canciller de entonces, Willy Brandt, logró un acuerdo efectivo sobre el intercambio de informaciones clasificadas con la URSS. El Servicio Federal de Inteligencia, BND ni en sueños podía alcanzar semejante eficiencia. Alemania cumplió de manera estricta con los acuerdos entre los servicios especiales y no reclutó espías en países aliados. Esto hizo muy felices a los anglosajones, aunque sin embargo ellos no se adhirieron a ninguno de los acuerdos. Más bien había un interés limitado por las informaciones del BND. En realidad, el BND nunca fue una agencia de espionaje de alto vuelo. En cuanto a inteligencia humana, este servicio se ubica muy atrás del de sus socios. Angela Merkel utilizó este aspecto en su juego político. En cierto modo, esto le dio el derecho para decir "yo no recluto espías y no permitiré que Uds. lo hagan." ¿Qué razón hay detrás de la exigencia de la canciller de exigir deshacerse de los espías de otros países que trabajan en Alemania? Ella comprende perfectamente que prohibir las actividades de inteligencia humana llevadas a cabo por otros países no sería más efectivo que prohibir la prostitución. Se podría prohibirla de muchas maneras y por mucho tiempo, pero siempre existirá adonde quiera que uno vaya.

Ella sabe que no ha habido precedentes en la historia en que servicios especiales revelen sus secretos voluntariamente. Existe solo una excepción a esta regla cuando Vadim Bakatin, jefe de la KGB en su época, le presentó al embajador norteamericano, Robert S. Strauss, los planos con la ubicación de los micrófonos en su embajada. Pero se trata de un caso especial, más relacionado con la historia de la traición. No se trata de limpiar las reparticiones del gobierno alemán de "topos" extranjeros. La solicitud es un paso que refleja los sentimientos que se han estado incubando desde hace mucho tiempo. Alemania está cansada de la arrogancia norteamericana y el irrespeto por su dignidad nacional.

La verdad es que Alemania tenía que asumir el hecho que las oficinas norteamericanas, diplomáticas y de otro tipo, hervían en espías mientras existían los dos sistemas mundiales. Hordas de espías parecían proteger los intereses transatlánticos de manera que Alemania tenía que hacer la vista gorda con sus actividades. Con anterioridad al colapso de la Unión Soviética, la embajada norteamericana en Bonn tenía un personal de más de mil personas, cifra que superaba lejos cualquier límite imaginable. Las actividades de la inteligencia norteamericana abarcaban las oficinas del gobierno alemán. Había furiosos pero silenciados conflictos ardiendo tras bastidores cuando los espías eran descubiertos, pero Alemania tenía que soportar todo eso.

Han transcurrido veinte años y ese es el límite. Se agotó la paciencia. Según Der Spiegel en línea, esta provocativa solicitud demuestra cuan frustrados están los alemanes con las reiteradas actividades de espionaje que se realizan en su territorio. Cerca de 200 agentes norteamericanos de inteligencia trabajan bajo cobertura diplomática en Alemania, mientras que el personal de otros países alcanza solo unos pocos. Existe un representante oficial de la Agencia Central de Inteligencia en la embajada de Estados Unidos que es responsable del intercambio de informaciones con sus socios alemanes. Fue expulsado del país el pasado mes de julio. Evidentemente sus actividades incluyen la recolección informal de informaciones al tiempo que comanda a un ejército de agentes que operan de manera encubierta.

Al ser informada del descubrimiento de agentes norteamericanos en las filas del ejército alemán y en los servicios de inteligencia, Angela Merkel dio justo en el clavo diciendo que el espionaje contra uno de nuestros propios aliados no es otra cosa que dilapidar el dinero. Sus palabras reflejan la indignación en torno a la manera como Alemania es tratada por Estados Unidos.

El insensato despilfarro de dinero se explica por el hecho que los círculos dirigentes norteamericanos tienen una mentalidad obsoleta que nunca evolucionó desde los años 80 y comienzos de los 90 cuando vieron, en ese entonces, una oportunidad de convertir al mundo en su territorio. Justamente Barack Obama ha demostrado esa mentalidad al señalarle al congreso que "Estados Unidos siendo el país más poderoso de la Tierra, todavía no lo controla todo en el mundo."

Alemania no desea contribuir a la intrusión norteamericana que constantemente está observando a cada alemán y escuchando las conversaciones telefónicas de la gente al tiempo que trata de controlar al país a través de una red de agentes. Los alemanes tienen otra visión de lo que es una sociedad. Por otra parte, los alemanes no gustan de las aventuras internacionales de Washington cuando ahora trata de implementar una política de "iranización" hacia Rusia y una política de "afganización" hacia Ucrania. Ellos entienden que el inminente colapso económico de Ucrania golpeará a Europa que fue lo suficientemente imprudente como para seguirle el juego a Estados Unidos mientras este encendía la crisis de Ucrania. Europa y Rusia deberían focalizar los efectos negativos que resulten del futuro colapso de Ucrania e impedir el efecto dominó, algo que está fuera del alcance de Europa.

La demanda del gobierno alemán de limpiar el país de agentes de inteligencia extranjeros es el comienzo de un proceso en el que Alemania trata de combatir la desigualdad en sus relaciones con Estados Unidos. La demanda está dirigida hacia todos y refleja el intento de dar a conocer su descontento también en Londres ya que el Reino Unido, sumisamente sigue la política europea de Washington.

En realidad, Alemania está poniendo en práctica un nuevo enfoque de la idea de la unidad atlántica. Esto podría definirse como "los amigos están bien, siempre que no se atraviesen en el camino." La solicitud planteada por Berlín es una suerte de mecha encendida para producir un gran chispazo. Esto podría resultar en la detonación de una mina desplegada hace un largo tiempo. Se espera que muy pronto, grandes cambios afecten las relaciones de los socios atlánticos.

Nota.- Sus comentarios y opiniones acerca de este artículo serán bienvenidos en

editorial@strategic-culture.org

Traducción desde el inglés por

Strategic Culture Foundation Sergio R. Anacona

 



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