Mejor que se vayan todos

El PRI gestiona otra consulta popular para eliminar 100 de los 200 diputados plurinominales y los 32 senadores de primera minoría. En caso de darse la consulta el resultado será, sin lugar a dudas, abrumadoramente afirmativo. Igual sería el resultado si la consulta fuese en el sentido de eliminar a la totalidad de los diputados y los senadores, no sólo los plurinominales. ¡Que se vayan todos! Si algo está desprestigiado en este país es el poder legislativo, parte por mérito ganado a pulso por su ignominiosa actuación y por los excesos de los emolumentos de sus miembros, y parte por la muy escasa cultura política que no ha conocido en la historia, salvo muy breves momentos, la razón de ser y el funcionamiento de la división de poderes.
La propuesta del PRI se argumenta en que tal reducción permitiría: a) hacer más operativo el congreso y b) ofrecer un importante ahorro de recursos. En ningún momento se aborda el tema de la calidad de representación que sería el ingrediente fundamental para decidir del número de diputados y senadores. En cuanto al ahorro de recursos se soslaya lo verdaderamente grave que es el costo directo de cada uno de los legisladores, que incluye un salario excesivo, más un presupuesto cuantioso para actividades de gestoría en los distritos y, además, el pago de personal auxiliar y de “asesoría”. Creo que la propuesta se presenta carente de una argumentación sólida que amerite una consulta popular.

La pregunta es qué pretende el PRI con esta promoción. Yo creo que es un escopetazo con varios propósitos, uno de ellos es el de ayudar a la Suprema Corte para negar la autorización de la consulta relativa a la reforma energética a base de también negar la priísta, ambas forzadamente sustentadas en que la ley establece que no procede la consulta en tratándose de asuntos electorales o de ingresos fiscales. Es una especie de gambito para la izquierda: si presionas para que se autorice tu consulta energética yo presiono por la de reducción de los plurinominales cuyo efecto sería mortal tanto para el PRD como para MORENA y no se diga para la chiquillada. La corte se vería forzada a resolver ambas consultas en el mismo sentido, sea afirmativo o negativo.

En el caso de autorizarse las dos consultas el PRI lleva todas las de ganar en ambas, esto es: SI a la reducción de plurinominales y NO a la marcha atrás de la reforma energética, ya no sólo por la gran capacidad manipuladora mediática, sino por el beneplácito popular por la reducción, lo que influiría en la otra respuesta. La izquierda difícilmente podría manifestarse en contra de la reducción, sería un suicidio. En este esquema tramposo la menos mala suerte para el país sería la negativa de la corte para ambas consultas.

Sin embargo algo positivo puede buscarse en la iniciativa del PRI: la posibilidad de debatir sobre el espinoso cuan necesario tema de la representatividad en una democracia que se define como representativa. La realidad actual es clara en cuanto que la población –supuestamente el sujeto a representar- considera no ser representada; en el caso de los legisladores de mayoría, porque siempre habrá una franja, frecuentemente mayor al 50%, de quienes votaron en contra; mientras que en el caso de los plurinominales supone que nadie votó por ellos. En adición a lo anterior se registran graves confusiones en la materia, por ejemplo: la ley dice que los senadores representan a los estados de la federación, pero son electos por votación directa, al igual que los diputados, cuando original y debidamente eran designados por los congresos estatales; igual sucede con los diputados que, de acuerdo a la ley, una vez electos por un determinado distrito son representantes de la nación y no del distrito por el cual fueron votados, pero en la práctica se les encajona en el distrito donde además deben realizar tareas cuya ejecución corresponde a los ayuntamientos o a otras instancias de servicio público.
Yo ya he expresado en estas páginas mi propuesta en el sentido de eliminar el senado y reemplazarlo por un órgano similar a la Conferencia Nacional de Gobernadores (CONAGO) debidamente institucionalizado por la ley y sin funciones legislativas. También he propuesto perfeccionar la representatividad de los diputados mediante su elección por listas que presenten los partidos y la designación en número proporcional al total de votos recibidos por cada partido.
Sería muy saludable para el desempeño político general que se abra a debate el tema y se propicie una mayor ilustración a la sociedad sobre el significado de la división de poderes y de las condiciones de la representación. Es asunto que debe interesar a todos, particularmente a los partidos y a la academia, en aras de romper el estancamiento político que nos agobia.

gerdez777@gmail.om


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Gerardo Fernández Casanova


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