México, 13 feb (Aporrea).- Dos de los rubros económicos más dinámicos por su crecimiento y aportación de divisas al Producto Interno Bruto (PIB) en México y América Latina son sin duda, la industria maquiladora textil y el Turismo, cuya desregulación favorece toda clase de abusos contra niños y mujeres mediante redes de prostitución y crimen.
La “industria” sin chimeneas del sector turismo y la así llamada “maquiladora” enmarcan el escenario del abuso sexual contra niños y mujeres, -que derivan en ocasiones en frío asesinato de las víctimas-, dada la absoluta sumisión e indefensión de dos de los sectores sociales más vulnerables.
Varios análisis han procurado desentrañar el misterio de las “Muertas de Juárez” como se llama al escándalo por el elevado número de violaciones y asesinatos de mujeres en la ciudad del Estado de Chihuahua, fronteriza con Estados Unidos, Ciudad Juárez, (hasta 500 en los últimos 5 años). La investigación jurídico social del feminicidio cada día apunta más hacia las condiciones existentes en la industria maquiladora.
Por su parte un drama social similar por sus orígenes económicos, ha quedado al descubierto en la ciudad turística de Cancún gracias a la investigación de la periodista y activista de Derechos Humanos, Lidya Cacho (quien hoy lunes recibió el premio al periodismo veraz Fabricio Ojeda), denuncia asentada en el libro “Demonios en el Edén” que narra la red de pederastas que dirigía el empresario Jean Succar Kuri, hoy en prisión en el estado de Arizona, Estados Unidos.
Para descubrir el origen de los asesinatos de mujeres en Ciudad Juárez y de la red de pederastas, debemos entender la mentalidad prepotente de estos “empresarios” dueños de “Almas y Haciendas” -como se decía de los hacendados en tiempos del porfiriato- (y en estos tiempos del feudalismo que ahora de retorno).
Los dueños de tierras y almas, son por supuesto, también dueños de cuerpos sin limitación alguna. Los cuerpos vulnerables se convierten entonces en objeto de comercio, botín de guerra y de perversiones sexuales. No se trata de individuos psicópatas aislados, sino de un fenómeno bastante explicable en un contexto de barbarie económica donde todo está en venta: una virginidad, un órganos, un niño o una niña.
Cuando la sociedad está desprotegida frente a la voracidad del neoliberalismo surgen figuras quijotescas como la espigada Lidia Cacho. Cancún no es solamente un edén de playas exquisitas, sino también del poder sin freno de caciques hoteleros y otros empresarios.
Un hotelero es mandamás indiscutido de un “Coto Exclusivo de Placer” (como reza la publicidad turística) que se ofrece sin limitaciones a quienes pueden pagarlo. La abundante población de las regiones turísticas queda entonces consagrada a un trabajo, no de servicio, sino de “servilismo”, que exigen las cadenas hoteleras transnacionales.
Los trabajadores sobre los que se erigen estos imperios carecen de opciones y del derecho más elemental. Además violan todas las leyes locales y hasta pretenden imponer las de otros países.
Esta situación permite abusos contra menores de edad, contra migrantes (como los centroamericanos y los cubanos balseros), lo que convierten a “Zonas Francas” como Cancún, Acapulco, Puerto Vallarta o Huatulco y la propia Ciudad de México en verdaderas plazas del capitalismo salvaje, paraísos del abuso, pero también del lavado de dinero, del narcotráfico y la estafa al turista medio.
Mientras en el territorio interior, por oposición a las costas, los empresarios que desdeñan todo derecho y dignidad humanos se encuentran sobretodo en la industria maquiladora. De esta manera se vinculan, el comercio sexual infantil y el asesinato de mujeres en la frontera debido a esta de empresa-delincuencial donde la ausencia del Estado ha dejado a su suerte a la población trabajadora.
En esta historia, empresarios-pederastas como Jean Succar Kuri gozan de impunidad, amañan procesos judiciales y compran a sus víctimas infantiles, una vez para explotarlas y otra más, ya no como víctimas de comercio sexual, sino luego para abatir su de por sí difícil testimonio ante la ley para acusar a su explotador.
Lidia Cacho al atender el CIAM (Centro Integral de Apoyo a la Mujer) en Cancún ha visto de cerca ésta problemática: Primero, atendiendo a mujeres víctimas de violencia intrafamiliar (más de una, esposa de policía), así como a menores de edad víctimas de ese comercio maldito que acarrea la boyante industria como "efecto colateral".
Mientras el gobierno foxista promueve la desrregulación de las inversiones con capital extranjero y cuenta alegremente los dividendos en divisas como un logro de gobierno, otras voces valientes a la misma estatura del drama se dedican a proteger a las víctimas del esquema y a cambio reciben de los gobiernos represión y cárcel. Como Lidya Cacho.
Cuando el periodista hace su oficio en este contexto terrible se convierte también en la conciencia de toda una sociedad. Es decir el periodista que no se vende, se convierte por necesidad en un activista social, en un luchador por la causa de la verdad. No se queda conforme con hacer su nota y ya. Se compromete a fondo, organiza, difunde, denuncia y se convierte en un benefactor al que se debe defender y reconocer.
El gobierno, los empresarios millonarios y el Imperio pagan con represión esa entrega heroica. Pero la sociedad a veces tiene algunas maneras de expresar su reconocimiento simbólico como es ahora el Premio Fabricio Ojeda a la feminista-comunicadora-defensora de Derechos Humanos.
Notable también es la trayectoria de comunicación internacional del semanario Orbe, editado en México por la agencia de noticias Prensa Latina y a través del cual cada quince días tenemos una excelente y agradable manera de romper con el bloqueo informativo que impone Estados Unidos a Cuba.
Apenas hemos sido testigos de la última intentona de imponer la ley estadounidense Helms Burton en suelo mexicano: el escándalo del Hotel Sheraton de la avenida Reforma, que en días pasados expulsó a una delegación empresarial cubana a petición de la Secretaría del Tesoro de Estados Unidos: Un caso sonado de aplicación en territorio mexicano de una ley no vigente aqui, ofensiva y contra los funcionarios de una nación amiga.
La acción del Sheraton recibió el rechazo amplio y sincero de la sociedad civil mexicana (el gobierno federal de Fox eludió la responsabilidad de manera cómplice).
Por eso es oportuno que el quincenario Orbe, editado por Prensa Latina y la autora de “Demonios en el Edén” reciban el Premio que lleva el nombre del periodista venezolano que luchó contra la dictadura de Pérez Jiménez en la Venezuela de los cincuentas y sesentas.
También se reconoce el compromiso de dos importantes editoriales de gran presencia en América Latina como son Grijalbo Random House Mondadori que publicó la obra de Lidia Cacho y del periódico La Jornada, donde cada quince días viene “encartado” Orbe.
Cabe destacar que la quinta entrega del premio Fabricio Ojeda al valor periodístico tuvo que ser llevada al espacio cultural de la Casa Lamm, ubicada en la Colonia Roma de esta ciudad, toda vez que el evento, programado en la sede de la Embajada de la República Bolivariana de Venezuela fue cancelado de manera arbitraria y de última hora por el Agregado Cultural de dicha misión, David Rodríguez en días pasados.
(Ojo, ya parece una costumbre que este personaje el ex-adeco Rodríguez ponga en mal a la digna representación que malamente ostenta en México).
marcotuliano@yahoo.com