Las pasadas elecciones presidenciales llevadas a cabo en Brasil, donde la actual Presidenta Dilma Rousseff obtuvo un 41,5% de los votos frente al 33,5% obtenido por Aecio Neves, en tanto la ecologista del partido Socialista Marina Silva sólo alcanzó un 21% de los votos. No obstante, en las encuestas Silva llegó a coquetear con posibilidades de destronar a la actual mandataria.
Lo cierto es que los resultados mostraron otra realidad que solo es explicable a partir de la realidad factual que vive Brasil en el mundo y de manera particular en el continente latinoamericano, algo que no logró ser divisado por los asesores políticos de la presidenta Dilma en su oportunidad.
La estrategia de confrontación asumida en Brasil, entre la Presidenta y Silva, llevaron a ésta última a un tercer lugar, hecho ocurrido en la etapa final de la campaña. ¿Los resultados?: no solo le restó votos a la ecologista, pues también salió afectada Rousseff y le cedió el segundo lugar al candidato del Partido Social Demócrata, Aecio Neves (ex gobernador y senador de centro derecha).
Es claro que ante un escenario tan convulsionado como el que vive el continente latinoamericano, a partir de la resistencia, lo cual es característico en Venezuela, donde la revolución Bolivariana se mantiene muy a pesar de la lamentable partida del comandante Hugo Rafael Chávez. Podemos referirnos también al caso de Ecuador, donde la revolución ciudadana con el presidente Rafael Correa, atemperó la barbarie de una de las principales transnacionales ecocidas del planeta, la petrolera Chevron, que ha sido obligada a pagar cerca de 19.000 millones de dólares según fallo del tribunal correspondiente.
Por su parte, se halla también Argentina que bajo el mandato de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, estuvo asechada por las economías buitres que pretenden dar un golpe económico y con ello tumbar el gobierno. Asimismo, en Bolivia, la revolución indígena que encabeza el presidente Evo Morales, no ha sido presa fácil ante los distintos atentados y acciones terroristas que desde los llamados amos del mundo les han presentado a su gobierno. En esta vía también está Nicaragua, país donde se estrellaron la apetencias del Imperio. Esta nación, empobrecida por las distintas guerras sembradas por los Estado Unidos, ha visto bajo este gobierno una promisoria oportunidad de independencia económica, a partir de las nuevas estrategias que en esta materia viene impulsando el Gobierno.
A modo de reflexión son estas algunas de las manifestaciones por la que hoy transita el conteniente latinoamericano. Las mismas que han degenerado en toda una sintomatología en las naciones llamadas industrializadas, hoy opacadas por una cruenta crisis sistémica: las que han mostrado su categórico rechazo ante las posibilidades de que Latinoamérica sea una potencia con voz propia.
Brasil, sexta economía del planeta, no está muy dada a parecerse a lo que ocurre en algunos de sus vecinos y eso lo han asumido quienes manejan la economía brasileña, tales como los sectores de la clase media, quienes en buena parte han sido impulsados por la gestión del gobierno de los trabajadores hoy en el poder. Es por ello que el electorado brasileño no solo rechazaba la confrontación que escenificaban ambas candidatas, sino que también sintieron temor ante la posibilidad cierta que los halcones de la economía global asestaran sus garras en esta nación emergente, por lo cual asumieron como opción dar su voto al candidato Partido Social Demócrata, quienes por cierto ocuparon la presidencia entre 1994 y 2002: un período en el que Brasil controló la hiperinflación dando un viraje a su economía.
En esta ocasión, de cara a la segunda vuelta el 26 de octubre, a Dilma no queda más que un diálogo inicial profundo con las bases e invitar a su antes contrincante Marina Silva a sumar fuerzas, ya que todo acto sectario conduciría a la actual mandataria a una probable derrota, debido a que en política los errores se pagan.
Profesor Universitario
martinjpadrino@gmail.com