La publicación del esperado "Informe Feinteins" de la Comisión de Inteligencia de la Cámara de Senadores del Congreso de los Estados Unidos de América sobre las Prácticas de Interrogatorio desarrollada por la Agencia Central de Inteligencia, mejor conocida por sus siglas en inglés, CIA, supuestamente a partir de las directivas emanadas del presidente de los Estados Unidos George W. Bush, en respuesta a los ataques contra las Torres Gemelas de la ciudad de New York el 11 de Septiembre de 2011, es un documento histórico por ser el primero en el que los Estados Unidos reconocen expresamente que sus agentes han sometidos a torturas, tratos crueles e inhumanos y degradantes, a personas capturadas ilegalmente, secuestradas, desaparecidas y sometidas a alimentación rectal, ahogamiento simulados, palizas, impedimiento del sueño, violación y otros actos de sadismo, y aberración, con el objeto de obtener información presuntamente sensibles para la Seguridad Nacional de ese país.
La implicación de funcionarios de inteligencia y contrainteligencia de los Estados Unidos en operaciones encubiertas al margen de la ley tiene un largo y criminal antecedente posterior a la Segunda Guerra Inter-imperialista Mundial – a la cual fue arrastrada la Unión Soviética -, a partir de convertirse en la fuerza hegemónica de los países centro del Capitalismo internacional en su lucha contra los procesos de Independentistas, Soberanistas y democratizadores, que se profundizaron en Asia, Africa, Oceanía y América Latina contra las viejas potencias coloniales y los mismos Estados Unidos.
Ello se relaciona con el cambio radical en la concepción estratégica de los conflictos armados tradicionales hacia las guerras irregulares, por lo que se plantearon la construcción de un "arma de la inteligencia operativa" , autónomo del aparato militar, no solo en la recolección de información con medios técnicos sino el uso intensivo de fuentes humanas y el cumplimiento de operaciones típicamente militares, en razón de que tales conflictos tenían una naturaleza esencialmente civil y política y por ende, resultaba necesario penetrar en la profundidad del entramado social subvertido y en su territorio de operaciones para neutralizarlo y, esa tarea no era propia de soldados tradicionales sino de combatientes clandestinos, informantes, colaboradores y zapadores que pudieran atacar desde el propio centro de la rebelión y golpearla en su núcleo fundamental, capturar sus centro de dirección y someterlos a interrogatorios intrusivos para conseguir información de valor táctico y estratégico, para lo cual hicieron uso de los métodos más sádicos, inhumanos y aberrantes jamás conocidos.
Para ese propósito, las modernas técnicas de Operaciones Encubiertas y de Interrogatorio desarrolladas por el Ejército Colonial francés en Argelia y su propia experiencia en la de Vietnam, se convirtieron en un gran laboratorio para el desarrollo de la Estrategia de Guerra Irregular de los Estados Unidos, en donde la inteligencia fue incrustada en todos los escenarios sociales y políticos del conflicto y el número de sus agentes fue creciendo exponencialmente hasta transformarse, de unidades de recolección de información sensible, a activos agentes de participación en operaciones de seguimiento, detención, interrogatorio, tortura y ejecución de presuntos enemigos y la realización de acciones de sabotaje de bandera "falsa" y terrorismo entre la población civil.
Toda la estrategia contrainsurgente, basada en operaciones encubierta y el uso de la tortura y desaparición forzada de líderes civiles y opositores armados, fue ejecutada con la mayor opacidad pública y con la impunidad más absoluta que le daban los gobiernos títeres, sus jueces, fiscales, policías y medios de comunicación ; experiencia criminal que fue transmitida a los oficiales militares y mandos policiales de toda América Latina a través de la Escuela de las Américas, el Colegio Interamericano de Defensa y los cursos organizados por la CIA y el FBI, de los cuales egresaron la oficialidad que sirvió de soporte criminal a las sanguinarias dictaduras de Somoza, Batista, Castillo Armas, Trujillo, Duvalier, Stroessner, Wessin y Wessin, Castello Branco, Banzer, Pinochet, Videla y Pacheco Areco y las democracias militarizadas y represivas de Venezuela y Colombia.
Al convertirse en el Poder Hegemónico del centro Capitalista Mundial y asumir a partir de 1991 la supremacía global por la extinción de la Unión Soviética, los Estados Unidos no solo cambiaron su concepción militar sino que se convirtieron en un Estado Terrorista y Forajido, reduciendo las libertades civiles de sus ciudadanos, promoviendo diversos escenarios de guerra locales y regionales para desestabilizar los ejes de resistencia a sus políticas dirigidas a reconquistar el dominio sobre las grandes reservas energéticas del planeta y la apertura de mercados a su productos tecnológicos e industriales y especialmente, a su complejo militar industrial ávido de incrementar sus ganancias en el mercado de la guerra, para lo cual el ataque a las Torres Gemelas de New York fue usado como un simple pretexto para declarar la "Guerra Al Terrorismo", globalizar la guerra contrainsurgente, frenar los procesos democratizadores y de liberación nacional y, convertir a la tortura física, síquica y sexual de sus oponentes y sus ciudadanos en una práctica legítima y generalizada que degrada aún más la perversa actividad bélica que en nombre de la " Democracia y la Libertad" desarrollan en todos los rincones del mundo.
El Informe del Comité de Inteligencia del Senado de los Estados Unidos que preside Dianne Fienteins no se hizo para juzgar el expresidente George W. Bush, padre de la doctrina de la "Tortura Legítima", ni a los directores de la CIA George Tenet, Porter Goss y Michael Harden, ni para pedir disculpa al pueblo norteamericano por la práctica sádica, inhumana y aberrante de la Tortura en violación de su propia Constitución y leyes, ni mucho menos para ofrecer disculpas a sus víctimas y familiares e indemnizarlos por sus crímenes, sino para demostrarle al mundo que son los suficientemente poderosos para seguir violando la Ley Internacional y no ser juzgados por ello.