Crisis de la clase política chilena

En estos días de comienzo de otoño en Chile, el ambiente se torna fresco y luego frio, como de costumbre en el país austral, pero la vida social actual está la inversa: el ambiente se caldea con la seguidilla de escándalos descubiertos y sus consecuencias, que arrastran a lo mejor de la alcurnia partidista. Mi amigo, profesor de una universidad chilena, hace el siguiente análisis:

El escenario político en el Chile actual está en crisis y cuestionado.Todo se inició cuando un siniestro personaje reveló que en la Sociedad Económica Penta, para la cual trabajaba y donde lo acababan de despedir, se realizaban maniobras de evasión de impuestos y financiamiento de campañas políticas de personajes de la derecha más recalcitrante. El Ministerio Público y la Oficina de Recaudación de Impuestos se querellaron para investigar y esclarecer las responsabilidades delictuales.

En paralelo, emergió un escándalo con el hijo de la Presidenta de la República, Michelle Bachelet, Sebastián Dávalos Bachelet, usando información privilegiada y tráfico de influencias, realizó negocios millonarios a favor de su esposa. Este escandalo reveló el compromiso que tiene otro de los más fuertes grupos económicos de Chile, la familia Luksic, con negocios en el campo de la minería y explotación forestal, entre numerosos otros negocios.

El caso Penta ha abierto otras aristas de investigación. El financiamiento que Penta habría prestado a gente de derecha, entre ellos a Pablo Wagner, viceministro de Minería del gobierno anterior de Piñera, quien a través de recibir sobornos operó en numerosas oportunidades en favor de los intereses económicos del grupo Penta. Como se ha descubierto más tarde, Wagner también recibió sobornos de otra empresa ligada a su ministerio, la Sociedad Quimica y Minera (Soquimich), que era una empresa estatal, pero que la fueron socavando poco a poco hasta privatizarla y terminando en manos de Julio Ponce Lerou, yerno del dictador Pinochet.. "El yerno", hábilmente comprendió que su riqueza y estabilidad se podía mantener sólo si finaciaba indistintamente a sectores políticos de derecha y de la izquierda chilena. Y así lo hizo. En resumen, de Penta se pasa a Wagner, de Wagner a Soquimich, y de Soquimich a políticos de la izquierda chilena, financiados por el ex-yerno del dictador. El financiamiento de campañas de Soquimich llegaría al más alto nivel del actual gobierno, incluyendo a la presidenta.

El ejecutivo se está deshaciendo en maniobras leguleyas para impedir esta investigación, pese a que insisten en que no es así. La más clara maniobra fue que la Oficina Recaudadora de Impuestos, teniendo la posibilidad de querellarse desde hace meses en contra de Soquimich, no lo hizo y no lo ha hecho! En Es decir, lo que hizo contra Penta no lo hizo con Soquimich.

La crisis de la clase política no parece tener un claro final. Los ciudadanos comienzan a darse cuenta cómo es que los grupos económicos han penetrado la institucionalidad, propiciando gobiernos de derecha o de izquierda, sin distinción. Esto explica muchas cosas. Explica por qué no hay interés en modificar la Constitución, explica por qué los intereses de los conglomerados siempre estuvieron por sobre los ciudadanos. Chile es un país corrupto... muy corrupto. Chile no tiene alternativas... no hay liderazgo político que pueda conducir al país. Probablemente, esto se debe a que todos ya han probado del elixir de la profanación de la acción pública honesta y desinteresada.

La ciudadanía sigue expectante, pero imposibilitada de realizar acciones concretas. Nuestro temor, es que todo terminará bajo un manto negro, tan negro como la dictadura. Este descontento se expresa en las protestas donde jóvenes y no tan jóvenes, incluso niños, salen a la calle en días de protesta para destruir todo lo que huela a institucionalidad. La dictadura, tejió muy bien sus hilos. Todo está entrelazado y maquinado en pro de mantener el estatus quo de unos pocos, en desmedro de la mayoría. El país no solo se ha vendido sino que se ha saqueado bajo la bandera de la privatización.

¿Cómo es que llegamos a esta situación? La respuesta es clarísima: fue en los años 80, cuando sectores de la izquierda opositora decidieron abandonar la vía insurreccional para derrocar la dictadura, decidiendo negociar la transición. Esto amarró no solo la Constitución sino que también el modelo económico, que es muy estable, es difícil de cambiarlo.

Jaime E. Péfaur es Profesor de la Universidad de Los Andes, en Mérida.



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