Santos y su régimen, hundidos en el caos sistémico

El proceso de paz que se adelanta entre las Farc y el gobierno neoliberal de Santos en Cuba sacude con más fuerza la estructura política oligárquica.

Cada acontecimiento, cada paso en las conversaciones con la insurgencia revolucionaria, dado la enorme potencia acumulada por estas, tiene un gran impacto en el resto de la formación social.

En la coyuntura, la Mesa visibiliza, descubre y precipita la crisis del Estado y el régimen de dominación hegemónica. Lo confirmó la crisis de la putrefacta justicia. Lo valida la crisis económica y fiscal en curso que pretenden maquillar. Lo apalanca la explosión militarista en las Fuerzas Armadas, atrapadas por la retrograda plataforma fascista de la ultraderecha, con la cual coincide Santos (con su MinPinzón), en la defensa del aparato bélico, aéreo, policial y paramilitar, como la única garantía de la continuidad de la dominación plutocrática, que según el despistado señor De La Calle, no existe por ningún lado. De acuerdo a su última novedad nadaista, la oligarquía (Sarmiento Angulo, Ardila Lule, Santo Domingo, Sindicato Antioqueño, etc.), no existe, pues es un invento de nosotros los “izquierdistas” premodernos. Risa me da esta ocurrencia de la senectud liberal.

Crisis la que vive Santos. Parece un enfermo con complicación de males. Todo se le sale de las manos y la única alternativa es el ascenso de las fuerzas populares y democráticas, para aproximarse a un gobierno de transición que surja de una Asamblea Constituyente por la paz y la democracia ampliada. Se trata de una salida que no admite más plazos.

Por las reacciones de los sujetos de peso, el proceso de paz seguirá, aunque estamos todavía lejos de un final correcto de las negociaciones.

Así lo ha pedido el gobierno de Obama (http://bit.ly/1aPKe3Z) y la jerarquía eclesiástica (http://bit.ly/1bp537p).

El que patina es Santos y su cúpula ministerial y politiquera de la Unidad, pues se mueven en el pantano de las ambigüedades, los cálculos traicioneros y los golpes bajos para mantener el régimen neoliberal y las arcaicas estructuras de poder de la oligarquía feudal, bancaria y militarista. Es lo que explica la imposición de su Plan de Desarrollo y las leyes que refuerzan el modelo privatizador y la dictadura de los mercados.

Lo cierto es que el Jefe de la Casa de Nariño, quien debió renunciar a su cargo hace rato, se mueve en la dirección de la derrota de la insurgencia revolucionaria mediante dos estrategias: a) la aplicacion de la formula de negociar, coaccionar, dividir, frustrar, desgastar, corromper, engañar, repetir el ciclo y no ceder nada; y b) el triunfo de la podredumbre política que agencia por todo el Estado con la corrupta mermelada de las regalías petroleras que han sido literalmente saqueada por sus fichas politiqueras en las regiones. Hay que observar los casos de los departamentos del Cauca y el Quindío, para citar unos cuantos. En Popayán, Temistocles y la rosca liberal de Velasco y Cárdenas, han organizado contratos de obra fraudulentos y torcidos para alzarse con miles de millones de pesos. Igual en Armenia procede doña Sandra Paola y Emilio Carriel, el viejo cacique liberal (dizque socialdemócrata) que está en plena componenda electoral con los seguidores de Uribe Vélez en la región para imponer alcaldes y gobernador. Este último caso, confirma que Santos y Uribe coinciden estratégicamente en la defensa de su fementida democracia neoliberal. Coinciden en lo fundamental, como decía Gómez Hurtado, por eso lloran juntos los muertos oficiales del conflicto.

En esas condiciones, mi sugerencia es que asumamos la coyuntura crítica en que estamos como el ingreso del Estado y la nación en una situación de caos sistémico. Postulo que los acontecimientos/verdad de los últimos días reflejan un salto cualitativo en ese sentido, en el que se despliegan varias grandes fuerzas cuyos choques y reyertas le dan forma a una situación de creciente caos estructural que requiere de salidas en sentido progresivo y democrático.

La crisis y el caos sistémicos operan como una máquina depredadora que destruye todo a su paso; destruye, devasta, aniquila lo que encuentra en su camino. Avasalla los modos de vida de los subalternos y de las elites, aunque unos y otros tienen recursos diferentes para enfrentar la nueva situación. Los del poder intentan sacar tajada del caos para seguir estando arriba. Los subalternos enfrentan desafíos mayores, toda vez que su existencia está en peligro. Sólo pueden salir airosos en movimiento y en acción colectiva, luchando con otros y otras a quienes el desorden les impone hermanarse, sin dejarse comprar por burócratas y Ministros en plan de transformismo con los movimientos populares y sus líderes.

El caos sistémico tiende a destruir (neutralizar y transformar sus identidades) a todos los actores colectivos, empezando por los más frágiles y menos resistentes. Ciertas “izquierdas” (derivadas del aparato liberal oficialista paisa) dejan de ser izquierdas no porque tengan pocos apoyos, pueden tener incluso miles de votos, sino porque echaron por la borda la ética para estar arriba, amarradas con el poder y los poderosos.

Lo importante en esta coyuntura es tener claro que no hay otro camino que el combate, que prepararse para más conflictos y luchas abiertas bajo sus más diversas formas de manifestación. Es en este sentido que planteo la necesidad de dejar atrás las simples marchas testimoniales, los actos simbólicos y pasar al alzamiento generalizado contra la oligarquía imperante y sus maniobras santistas y uribistas. Son las lecciones de otros pueblos como el palestino y sus intifadas.

Las reformas que millones de colombianos reclaman implican resistencias de los de arriba, intensificación de los conflictos. Es, otra vez, la hora de los movimientos sociales y populares. Porque sólo los de abajo organizados son capaces de enfrentarlos y derrotarlos.

Nota 1. Según doña María Jimena Duzan, la exembajadora del neoliberalismo en Barcelona, la culpa de que Uribe Vélez y su camarilla de asesores no esté en la cárcel es de la insurgencia revolucionaria y no del corrupto sistema judicial, cuya podredumbre ha sido visibilizada con el caso Pretel (http://bit.ly/1G8Rbek). Si los Ministros y secretarios de Uribe han ido a para a la cárcel es gracias a la presión del movimiento popular y democrático. Malabares sofísticos de una empleada bien pagada por los escuálidos antichavistas. Y se rasgan las vestiduras con falsos gestos de independencia.

Nota 2. Siguen cayendo en fatales accidentes las victimas coladas de Transmilenio, convertido en una calle del Cartucho por el corrupto y mediocre gobierno de Petro. Hay que exigirle a este farsante santista que asuma sus responsabilidades ante el pueblo bogotano y de la Sabana.


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Horacio Duque

Politólogo e historiador.

 horacioduquegiraldo@gmail.com      @horacio_DG

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