El misterio de Yemen y el mapa del Teniente Coronel Peters

Traducción desde el inglés por Sergio R. Anacona

Strategic Culture Foundation

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La posición de Estados Unidos respecto de Yemen está definida por dos aspectos.

Uno de ellos es la situación política interna de Estados Unidos. Los dos partidos principales difieren respecto de la política hacia el Medio Oriente, especialmente cuando se trata en quién Estados Unidos tendría que confiar en la región. En algunos aspectos, las diferencias son substanciales.

El Partido Demócrata (por lo menos la fracción que apoya al presidente Obama) cree que la solución pacífica del problema nuclear iraní es crucial para el éxito de la política norteamericana para el Medio Oriente. La Casa Blanca está dispuesta a hacer concesiones.

En realidad, asume el hecho que finalmente Irán será una potencia nuclear dentro de diez años. Estados Unidos espera que Irán también haga algunas concesiones, incluyendo la reducción de sus ambiciones regionales. En otras palabras, Irán no debería utilizar su influencia sobre las comunidades chiitas en detrimento de los intereses norteamericanos.

Probablemente, una parte del establecimiento liberal norteamericano cree que es posible regresar a los días anteriores al año 1979 cuando Irán jugaba un rol esencial en la política de Estados Unidos hacia el Medio Oriente y los norteamericanos estaban directamente involucrados en su programa nuclear. Actualmente, este escenario no es factible, pero nada puede excluirse al ritmo que se están desarrollando los acontecimientos.

El Partido Republicano exhibe una actitud bastante diferente. El Ayatola Jomeini denominó a Estados Unidos "el Gran Satanás". Actualmente, los republicanos hacen el papel del "Gran Satanás". Se oponen a cualquier concesión sobre el programa nuclear iraní e insisten en endurecer las sanciones –que de hecho ya son suficientemente duras.

Incluso muchos de ellos están listos para iniciar una guerra. Estos confían en el apoyo incondicional de Israel y de los cabilderos sauditas, los cuales están muertos de miedo ante la perspectiva de una reconciliación Irán-Estados Unidos. Los republicanos controlan el congreso. Ellos podrían oponerse a la política de Obama hacia el Medio Oriente, la cual incluye a Irán, Yemen, etc.

En torno a esto, la toma de decisiones en la política exterior norteamericana necesita del consenso inter partidario sobre la base de premisas básicas. Lo principal sería que al margen que Estados Unidos sea todavía la primera potencia, sus mejores días ya quedaron atrás. Actualmente, Estados Unidos no es capaz de sobrellevar solo la carga de financiar a sus clientes en el exterior o ganar guerras sin aliados. Mantiene una gran ventaja en comparación con cualquier adversario potencial pero no hasta el punto de justificar sus pretensiones de liderazgo global como lo aspiraban Bush y Clinton.

El dólar norteamericano es todavía una divisa de reserva internacional, pero más y más países –incluyendo aliados de Estados Unidos—están participando en intercambios de divisas con China. Esto gradualmente socava la posición del dólar norteamericano.

El Banco Asiático de Inversiones en Infraestructura, AIIB podría convertirse en un serio competidor de las actuales instituciones financieras lideradas por Estados Unidos. China se ha convertido en la segunda economía más grande del mundo y está en vías de ser la primera. La doctrina militar norteamericana no incluye la capacidad de luchar en varias guerras simultáneamente en diferentes partes del mundo.

Actualmente el presupuesto militar norteamericano transita por un período de recortes.

El poderío norteamericano está en declinación. La potencia suave, la competencia económica, la diplomacia de las cañoneras –ya nada puede garantizar su liderazgo global. Hoy en día, Estados Unidos está paulatinamente perdiendo su poderío.

En el plano internacional tiene que codearse con aliados dudosos, confiar en terroristas haciendo que ataquen a los competidores de Estados Unidos e incitar a unos contra otros. Hace lo mejor que puede para fomentar la tensión en extensas regiones. Estados Unidos actúa como una especie de "moderador" lo cual le produce algunos dividendos.

Los acontecimientos en Yemen y otras partes del Medio Oriente traen a la memoria los un tanto olvidados mapas del Teniente Coronel Peters. En el año 2006, Ralph Peters, oficial de inteligencia militar retirado, publicó un artículo en la Armed Forces Journal titulado Blood Borders (Fronteras de Sangre).

Comentaba que las fronteras establecidas por las potencias colonialistas europeas eran injustas. Peters sugirió que una redemarcación de las fronteras del Medio Oriente y de Asia según líneas étnicas, sectarias y tribales, podría reducir las tensiones regionales. Peters dio a conocer algunos de sus pensamientos a políticos norteamericanos. Según Peters, "la limpieza étnica funciona" y al terminar su artículo señaló que "si las fronteras del Gran Medio Oriente no pueden ser corregidas con el objeto de reflejar los lazos naturales de sangre y fe, podríamos asumirlas como un artículo de fe que una parte del derramamiento de sangre en la región continuará siendo el nuestro propio." El artículo fue escrito cuando la guerra de Irak estaba en todo su apogeo y los norteamericanos estaban buscando vías para poner fin al conflicto.

No es necesario reproducir todo el artículo. El punto esencial es la necesidad de rehacer el mapa del "Gran Medio Oriente", comenzando por Irán y Arabia Saudita.

Según Peters, "Irán es un estado con fronteras disparatadas, que perdería una gran cantidad de territorio ante Azerbaiyán Unificado, Kurdistán Libre, el Estado Árabe Chii y el Beluchistán Libre, pero ganaría provincias alrededor de Herat en el actual Afganistán –región de gran afinidad histórica y lingüística con Persia. En efecto, Irán podría volver a ser de nuevo un estado étnico persa, con el punto más dificultoso que sería si debería o no conservar el puerto de Bandar Abbas o entregárselo al Estado Árabe Chii." Peters cree que las áreas de población chiita de Arabia Saudita en el sudeste deberían formar parte de Yemen. La parte noreste del reino sería incluida en un nuevo estado chiita que surgiría principalmente en territorio del actual Irak. Peters piensa que el status de las ciudades Mecca y Medina debería cambiar "ya que los no musulmanes no podrían efectuar un cambio en el control de las ciudades sagradas islámicas, imaginémonos cuanto más sano sería el Mundo Musulmán si las ciudades de Mecca y Medina fueran regidas por un consejo rotativo de representantes de las más importantes escuelas y movimientos del Islam dentro de un Estado Sagrado Islámico –una suerte de super vaticano musulmán-- donde el futuro de una gran fe pudiera ser debatido en vez de ser meramente decretado. Peters cree que este sería el mejor escenario debido a que "el ascenso de los sauditas a la riqueza y en consecuencia a ejercer influencia ha sido lo peor que le pudo suceder el mundo musulmán como un todo desde los tiempos del Profeta y lo peor que le pudo pasar a los árabes desde el Imperio Otomano sino desde la conquista por los Mongoles.

Los demócratas y los republicanos podrán seguir discutiendo en quién debería Estados Unidos confiar en el Medio Oriente, si en Arabia Saudita o en Irán. El núcleo central de su política seguirá siendo por siempre la destrucción, la incitación a rebeliones, conflictos y guerras. Aquellos en el Medio Oriente que seriamente creen que Estados Unidos debería garantizar su soberanía estadal, su integridad territorial y sistema de gobierno, podrían resultar gravemente frustrados.

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