Colombia

Juventud o niñez sin futuro

Para la ignorancia, la superficialidad y la irresponsabilidad de nuestros gobernantes problemas como los colados del transmilenio, los atracos callejeros, el comercio de estupefacientes, las riñas a muerte entre alumnos de Instituciones educativas, el maltrato familiar, la invasión del espacio público por venteros ambulantes, la muerte de mineros en los socavones, la destrucción de pueblos por avalanchas, los asesinatos de hinchas deportivos, y hasta los suicidios, son consecuencia de la carencia de valores, de la falta de cultura ciudadana, de la pereza congénita, de las actividades ilegales de la gente, de la poca o nula educación en las familias.

Jamás aceptan culpar al Estado por su negligencia o abandono; se niegan a aceptar que muchos de estos problemas son causados por la pobreza y la extrema pobreza y, en algunos casos, por el pésimo diseño de las obras públicas (transmilenio). Casi siempre ocultan las causas psicológicas, el stress, la desesperanza en el mañana inmediato y la ausencia de perspectivas optimistas para el futuro. Los más previsivos saben que ni siquiera podrán conformar una familia.

La pérfida influencia del consumismo inútil, los perversos ejemplos de los multimillonarios derrochadores, exhiben un mundo imposible de disfrutar ante los niños y jóvenes. Muchos de estos al compararse con deportistas triunfadores como James o Falcao, con artistas como Shakira, con banqueros como Carlos Sarmiento Angulo, con capos mafiosos como Pablo Escobar, con hijos de papi y mami como Tomás y Jerónimo Uribe, con los más altos funcionarios de los tres poderes, con los narcotraficantes más exitosos del momento, comprenden lo lejanos que están de esos sitiales y reconocen su propia frustración y fracaso.

Ellos quieren ya vivir de fiesta en fiesta, igual que los grandes de la farándula, conducir el vehículo de más alta gama, en fin, aspiran a todo lo más placentero del momento y con el fin de lograrlo hacen cuanto sea necesario: asaltar, robar, matar, vender sexo o narcóticos, sin importarles un comino los consejos paternales o de los educadores; van para adelante a como dé lugar, opóngase quien se oponga. El futuro es hoy, de inmediato, porque dentro de unos años ya será demasiado tarde. Esa es su filosofía pragmática. Los ejemplos son más convincentes que las palabras.

Un estudiante universitario reflexiona: “Yo para qué un título profesional si cuando lo obtenga no voy a encontrar empleo y si lo encuentro no voy a ganar sino un mísero salario de hambre, prefiero ser un político astuto para robar al Estado y conseguir dinero en poco tiempo”. Un padre de familia sin empleo, de los estratos más bajos, con tres hijos estudiantes y su esposa, también desempleada, ante la urgencia de alimentación, vivienda, salud, vestido y otras demandas básicas, resuelve meterse al socavón, así sea ilegal, o irse a robar o a hacer un trabajo sucio o ponerse a vender CDs en una mesita sobre el andén. Hará cualquier cosa, peligrosa e ilegal, antes que sucumbir ante la desgracia.

Mientras tanto, los gobernantes piensan en mantener el stato quo a base de represión, mediante una ingente cantidad de soldados y policiales, quienes piensan igual que los jóvenes civiles. Políticos y gobernantes, embelesados por un sistema socioeconómico donde sólo triunfan unos pocos, invierten su tiempo buscando formas de ser más competitivos, es decir, de producir más con la mínima inversión; para ellos ojalá pudieran reducir a 2 ó 3 el número de empleados y trabajadores y hacerlos producir eficientemente con el salario más bajo posible. Ordenan la tercerización laboral, la abolición de prestaciones y gabelas salariales. El ideal de los oligarcas y su gobierno, de los dueños de los medios de producción es obtener la mayor plusvalía ocupando la mínima cantidad de trabajadores y en las peores condiciones de vida, en la esclavitud.

Los terratenientes también quieren producir mucho pero utilizando principalmente maquinaria agrícola y pocos trabajadores; lo mismo piensan los empresarios, los banqueros, los industriales. Nunca se les ocurre ganar menos o redistribuir sus ganancias y riquezas. Las riquezas del planeta son acumuladas hoy por trece familias, cuyos miembros se consideran descendientes directos de los dioses; para los demás no queda espacio, a no ser como esclavos de esas familias (Rothschild, Bruce, Cavendish, de Medici, Hanover, Habsburgo, Krupp, Plantagenet, Rockefeller, Romanov, Sinclair, Warburg, Windsor)

Ahora los jóvenes tienen que inventarse su propio empleo y montarlo con las uñas porque de dónde van a sacar el capital? Y qué negocio montar donde pululan los negocios de todo y en todas partes?. A este caos es a lo que se le llama capitalismo salvaje, donde sólo se salvan los más salvajes, los más fieras y carroñeros.

En síntesis, así como vamos para los niños y jóvenes de hoy no existe futuro halagador. Se acaba el mundo o se transforma porque la masa de los excluidos seguirá buscando espacio, exigiendo sus derechos humanos y mientras los de arriba se los nieguen la guerra será cada día peor.

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