La ONU (UNRWA): cómplice de la ocupación sionista

Estas instituciones imperiales -tan poderosas como hipócritas- dan limosna a las víctimas y trabajan para el verdugo.

La otra fea cara de la misma moneda colonial…

Se llama Ibrahim Abdel Dayin, es delgado y de mirada alerta, tiene 27 años de edad, nos recibe junto a lo queda de su familia, en una casa rentada en la localidad de Jabalia, al norte de Gaza. Durante la brutal agresión israelí contra la franja ocurrida el año pasado, él y sus familiares buscaron amparo en una escuela de la UNRWA (Agencia de Naciones Unidas para los refugiados de Palestina en Oriente Próximo). La escuela, ubicada en el campo de refugiados de Jabalia, se había ido llenando de personas que huían de los ataques israelíes contra sus hogares, mezquitas, vecindarios enteros. Seres humanos desesperados, sobrevivientes de los ataques sionistas, buscaban refugio entre las paredes azules de la escuela de la UNRWA, muchos ya habían perdido algún familiar, algún vecino, algún amigo. Muchos dejaban atrás sus casas destrozadas por bombas de una tonelada lanzadas desde aviones de guerra. Llegaron a la escuela con sus hijos tomados de la mano y las pocas pertenencias que podían transportar, allí se instalaron por miles, al menos habían logrado salvarse, pudieron perderlo todo pero estaban con vida. El 30 de Julio de 2014 Israel bombardeó la escuela. El padre de Ibrahim y su hermano fueron asesinados durante el ataque junto a otras 19 personas, más de 100 resultaron heridas, entre ellas la hermana y la madre de Ibrahim, quien perdió un ojo. Ibrahim, tras 20 días en coma, se despertó en el hospital, le habían amputado ambas piernas.

En Gaza, la muerte no sólo llega en forma de masacres periódicas, bombardeos ensordecedores y estallido de metralla, en Gaza también se mata lenta y silenciosamente. Ibrahim y su familia han sufrido ambos crímenes, las fuerzas de ocupación sionista utilizan sus armas de diversas maneras pero con un único fin: despojar al pueblo palestino de sus tierras, borrarlo del mapa.

Para eso, y como veremos en esta nota, utiliza diversos medios, desde una maquinaria de guerra y mediática financiada por los poderosos del planeta, hasta instrumentos de dominación imperialista como la ONU, y en el caso que nos ocupa: La UNRWA. Recordemos que la Agencia de Naciones Unidas para los refugiados de Palestina en Oriente Próximo (UNRWA) fue establecida en 1949, un año después del reconocimiento internacional a la colonia sionista en Palestina.

Financiada casi en su totalidad por los Estados miembros de la ONU, el propósito principal de su creación fue librar a la recién creada entidad ocupante de su responsabilidad sobre el pueblo palestino, dado que, según la Cuarta Convención de Ginebra firmada en agosto de 1949, la potencia ocupante, Israel, es la responsable de suministrar alimentos, agua, educación, salud y otras necesidades humanitarias del pueblo palestino.

Grafiti muy común en las calles de Gaza: La ONU es igual a Israel.

Como la de Palestina, la tragedia de Ibrahim continuó, aunque parezca imposible, profundizándose. Antes de la agresión a Gaza Ibrahim tenía un contrato de trabajo con la UNRWA, no bien salió del hospital quiso volver a retomar su labor, su familia necesitaba ahora más que nunca de un ingreso económico, para su sorpresa le comunicaron que ya no trabajaba para ellos y ni siquiera le pagaron el sueldo que le adeudaban. Pero Ibrahim estaba decidido a defender sus derechos, cuando Ban Ki Moon visitó Gaza tras la agresión del verano pasado, Ibrahim intentó entregarle una carta solicitándole tratamiento médico y prótesis para sus piernas. La seguridad de la Autoridad Palestina se lo impidió, incluso llegó a golpearlo estando en su silla de ruedas. En un segundo intento Ibrahim pudo llegar hasta el presidente de la ONU y entregarle su misiva, Ban Ki Moon se comprometió a ayudarle, guardó incluso la carta de Ibrahim en el bolsillo de su traje. La promesa nunca se cumplió.

Seis meses después, y en una condición desesperada, Ibrahim se dirige a las oficinas de la UNRWA en Gaza, allí pide hablar con algún representante para exponer su situación, como respuesta el personal de la UNRWA lo expulsa de las instalaciones, lo golpea, le escupe, e incluso maldicen a su padre.

Tras este incidente la UNRWA suspendió la asistencia a su familia, consistente en la entrega periódica de alimentos, ya que ellos también son refugiados. Esta es una práctica normal de la UNRWA, que tampoco permite a los palestinos con contratos de trabajo en dicha organización, ninguna militancia política, coartando sus derechos civiles. Igualmente, coordinando información con las fuerzas ocupantes, la UNRWA no reconstruye ninguna vivienda bombardeada por Israel, si alguno de sus habitantes pertenecía a la resistencia palestina.

Corrupción, complicidad, colaboración con la entidad ocupante… ése es el infame papel de instituciones como la ONU y su agencia para los refugiados en oriente próximo: la UNRWA. En Gaza hemos entrevistado a otras familias víctimas de estas prácticas mafiosas, seguiremos publicando sus testimonios, el pueblo palestino exige justicia, no caridad y, como mínimo, merece que sus voces sean escuchadas por encima de la estridente cantinela propagandística de estas poderosas instituciones imperiales, que mientras dan limosna a las víctimas, trabajan para el verdugo.

Desde Gaza, Palestina.

 



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