Evidentemente la situación de Turquía ha sido generada por el presidente de ese país, dada su ambición de dominio en la región (Reminiscencias del Imperio Otomano), sus relaciones con el terrorista Ejército Islámico (puestas al descubierto por Rusia), asociación que le ha aportado gran riqueza mediante la adquisición de inmensas cantidades de petróleo robado por los terroristas a Siria e Irak y pagado por Turquía en dinero y logística, especialmente armamento. Comercio que era conocido por los países imperiales, quienes una vez denunciado y demostrado, guardaron un inmoral silencio; también entre otros factores resalta el criminal manejo de los derechos de las minorías kurdas. Aunado a estos elementos Erdogán comenzó a chantajear a los países europeos con el problema de los refugiados, exigiendo la incorporación de Turquía a la Unión Europea, así como recursos económicos, que le fueron asignados; también cometió la criminal imprudencia de derribar un avión ruso, sostuvo públicas diferencias con Francia y Alemania, los cuales respondieron a su chantaje con el reconocimiento, por parte de sus parlamentos, del genocidio perpetrado por los turcos contra el pueblo armenio.
Ante este panorama le fue fácil a Erdogán intuir que resultaba ser un socio muy incómodo para Europa y Estados Unidos, por lo que tratarían de deshacerse de su persona; y ante la imperante necesidad de identificar a plenitud los factores internos que actuaban en contra de su gestión, siguiendo las directrices euro estadounidenses, decide precipitar los acontecimientos irritando más a los estadounidenses, ingleses, franceses y alemanes, pidiendo públicamente perdón a los rusos por el derribo del avión sukoi y anunciando un cambio radical en su postura contra Siria, así también para exacerbar a los sectores opositores internos decide reestablecer relaciones con Israel; actos que por supuesto desembocaron en el golpe de estado que él esperaba y que pudo derrotar y así consolidarse más en el poder mediante una feroz y masiva depuración en los estamentos del Estado, especialmente sus fuerzas armadas y el Poder Judicial.