Tal parece que cierto sector de la prensa estadounidense observa la realidad a través de un cristal empañado y así se la trasmite a su población en un intento por hacerle creer que lo rojo es verde. El tema Cuba es un diáfano ejemplo.
Hace casi 60 años que la Casa Blanca se empeña en destruir a la Revolución cubana, por apartarse de la línea que Estados Unidos trazó para América Latina. Para lograrlo, la CIA diseñó y llevó a cabo decenas de planes y programas de acciones encubiertas de terrorismo de Estado.
Entre esos se encuentran múltiples planes de asesinato contra Fidel Castro, algo inaudito e investigado por una comisión del Senado, que Estados Unidos ve como algo normal; pero bien diferente sería si Cuba hubiese intentado asesinar a algún presidente estadounidense.
A pesar de haberle causado tanto muertos y heridos al pueblo cubano, la prensa yanqui tiene la desfachatez de exigir que el Gobierno de la Isla haga cambios y califican las reclamaciones cubanas de “demandas castristas desmesuradas”.
¿Sabrá el pueblo estadounidense que la voladura del buque francés La Coubre por agentes de la CIA en marzo de 1960, dejó un saldo de 101 muertos y más de 200 heridos?
¿Cómo reaccionaría el Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos si el hecho hubiera sido en un puerto de su país y los muertos y heridos ciudadanos estadounidenses?
Cuba jamás ejecutó actos terroristas contra centros comerciales, fábricas, cines, hoteles, restaurantes, puentes, líneas del ferrocarril, plantas eléctricas, ni campos de cultivos de Estados Unidos. Tampoco introdujo plagas y enfermedades para afectar su flora, fauna o contra los ciudadanos de ese país.
Los planes contra Cuba están desclasificados y publicados por el Departamento de Estado, y en diferentes archivos de bibliotecas norteamericanas donde se puede conocer y comprobar las atrocidades consumadas por la CIA que ha sufrido el pueblo cubano.
De eso la prensa yanqui no habla, ni The Washington Post, The New York Times, o The Miami Herald escriben y un solo párrafo, al parecer los muertos cubanos no son seres humanos como los que fallecieron en el trágico y turbio suceso de las Torres Gemelas.
En un intento por hacerle creer al gran público estadounidense, su prensa acusa al presidente Barack Obama de haber sido inconsistente con su política hacia Cuba, al restablecer relaciones diplomáticas y reconocer algo evidente, que la política emprendida contra la Revolución no les dio la posibilidad de derrocarla.
Serán ciegos los que redactan editoriales calificando a Obama como un “pato cojo”, denominación que emplean en Estadios Unidos para funcionario electo saliente que ocupa el cargo entre las elecciones y el juramento del sucesor.
Para los conocedores de la política doméstica de Estados Unidos saben que quien realmente manda en ese país es el Consejo de Seguridad Nacional y no el Presidente.
Obama no actuó por sus propios deseos, siguió las recomendaciones de los integrantes del Consejo, pues la CIA era del criterio que debían ampliar sus acciones dentro de la Isla; para eso necesitaba aumentar el número de sus oficiales que pudieran evaluar en el terreno la verdadera situación que presenta Cuba, y sobre todo poder estudiar, reclutar e influir en funcionarios gubernamentales para alcanzar sus sueños de la Transición.
Tal esquema de actuación no es novedoso y había sido propuesto en agosto de 1968, según consta en un acta de la reunión sostenida entre la CIA y el Departamento de Estado, donde se analizaron las propuestas de un cambio de política hacia Cuba.
En dicho documento se pueden leer las ventajas que veían, donde expusieron abiertamente:
“…la posibilidad de abordar a los líderes cubanos alrededor de Castro y asegurarles que Estados Unidos no desean echar por tierra o borrar los logros de la Revolución, y que estaban preparados para cooperar con ellos y apoyarlos en un régimen posterior a Castro, a cambio de que cooperarán de forma encubierta con la CIA para proporcionarle informaciones y quizás realizar acciones oportunas que acelerarán la sustitución de Castro como líder del régimen”.
Obama no ha hecho ninguna concesión a Cuba, su política es precisa y subrayada en el Comunicado de la Casa Blanca del 17/12/2014, al exponer:
“Décadas de aislamiento de Cuba por parte de EE.UU. no han conseguido nuestro perdurable objetivo de promover el surgimiento de una Cuba estable, próspera y democrática… e imposibilitó el uso de toda una gama de medidas que Estados Unidos puede utilizar para promover un cambio positivo en Cuba”.
“Los cambios introducidos por nuestra nueva política potenciarán aún más nuestro objetivo de empoderar al pueblo cubano…Estas medidas servirán para fomentar aún más los contactos personales, respaldar con mayor fuerza a la sociedad civil en Cuba […] Nuestros esfuerzos se enfocan en promocionar la independencia de los cubanos para que no tengan que depender del estado cubano”.
“El congreso de EE.UU. financia la programación de la democracia en Cuba para proporcionar asistencia humanitaria, promocionar derechos humanos y libertades fundamentales y apoyar la libre circulación de información en lugares en donde está restringida y censurada. La administración continuará implementando programas de EE.UU. enfocados en promover el cambio positivo en Cuba…”
Lo que omite la prensa yanqui es que la guerra económica, comercial y financiera contra el pueblo cubano está intacta, e incluso el presidente Obama ha sancionado a los bancos extranjeros con multas multimillonarias por realizar transacciones con Cuba, como no lo hicieron ninguno de los Presidentes que lo antecedieron.
El Presidente Obama es el que más dinero ha aprobado para las acciones subversivas contra la Revolución, con 20 millones de dólares anuales, sin contar otras partidas adicionales, como fueron los 2 mil millones de dólares solicitados en marzo del 2015 para Latinoamérica y de esa suma 53,5 millones se destinaron para la Iniciativa Regional de Seguridad (CBSI) y empleada en programas de promoción de “la libertad de prensa y los derechos humanos” en Cuba, Venezuela, Ecuador, Nicaragua.
Obama incrementó el financiamiento para llevar a cabo programas para preparar a los jóvenes cubanos como trabajadores privados, mediante cursos denominados Cuba Emprende, algunos de ellos organizados con apoyo de la Iglesia Católica, así como las becas otorgadas por el Miami Dade College para cursos de liderazgo, y los impartidos desde abril del 2015, por la organización World Learning Inc., con sede en Washington para jóvenes cubanos de 16 a 18 años, durante cuatro semanas en Estados Unidos.
El presidente Barack Obama restableció las relaciones para poder materializar el diseño de una nueva política contra Cuba y no para fortalecer el proceso revolucionario; por eso se mantiene la Ley de Ajuste Cubano, el Cuban Medical Professional Parole, puesto en vigor desde septiembre del 2006 para facilitar el abandono de las misiones medicas cubanas en el exterior.
Tampoco cerró la radio y la tv Martí, a pesar de que no se escuchan ni se ven en la Isla.
Para no dejar dudas de sus propósitos subversivos, Obama prorrogó un año más la Ley de comercio con el enemigo de 1917, y el tema de la Base Naval en Guantánamo no está en la agenda de los que se ventilan las reuniones bilaterales.
Entonces de qué lo acusa la prensa estadounidense si lo hecho por Obama todo es en favor de instrumentar el nuevo diseño aprobado por su Consejo de Seguridad, para como afirmó Hillary Clinton en agosto del 2015 en Miami:
“…promover la apertura positiva a la influencia externa en la misma forma que lo hicimos de forma tan efectiva con el antiguo bloque Soviético y en otros lugares…”
Por tanto, Obama pasará a la historia como el Presidente que restableció las relaciones diplomáticas con Cuba después de medio siglo, pero no para llevar una mejoría real a los cubanos, esos que resisten la guerra económica de más larga data en la historia de la humanidad, sino para como confesó el 01/07/2015:
“…aumentar considerablemente nuestro contacto con el pueblo cubano, tener más personal en nuestra embajada, y que los diplomáticos puedan participar de manera más extensa en toda la Isla…incluida la sociedad civil y con los cubanos que buscan alcanzar una vida mejor […] Nadie espera que Cuba se transforme de la noche a la mañana, pero creo que el compromiso estadounidense, mediante nuestra embajada, empresas y ante todo nuestro pueblo, es la mejor manera de representar nuestros intereses, y apoyar la democracia y los derechos humanos”.
Al final, Obama no hizo una sola concesión unilateral con el enemigo, solo cambió la forma de seguir apuñalándolo, pero ahora por la espalda.
Preciso fue José Martí cuando alertaba:
“…abrir la casa a nuestros enemigos es darnos a ellos y no librarnos de ellos”.
*Arthur González, cubano, especialista en relaciones Cuba-EE.UU., editor del Blog El Heraldo Cubano.
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