Hace 60 años que los medios de prensa estadounidenses se colman de
especulaciones sobre la caída a corto plazo del proceso revolucionario
cubano por efecto de las penurias económicas que derivan del bloqueo
impuesto por Estados Unidos a la Isla.
Surgieron después pronósticos de todo tipo acerca del próximo fin de
la revolución en Cuba a causa del derrumbe de la Unión Soviética. Más
tarde vinieron presagios de un trágico destino para la independencia
de los cubanos cuando faltara Fidel Castro en la conducción del
proceso revolucionario.
En la actualidad tales ilusos vaticinios se han transformado en
ridículas profecías de que el Armagedón sobrevendrá cuando no gobierne
Raúl Castro en Cuba.
Sin embargo, la espontaneidad, vitalidad y solidez del apoyo popular a
la revolución en Cuba y la solidaridad mundial con la causa de los
cubanos en ocasión del fallecimiento de Fidel ha puesto a pensar
seriamente a los profetas. Ahora se acercan cada vez más a la
probabilidad de que la continuidad de la revolución es inevitable y
que lo que habrá de cambiar es su contexto antagónico.
Habría que cuantificar lo que ha costado al poder hegemónico la
manipulación de la conciencia de sus ciudadanos respecto a su vecino
del mar Caribe por medio del control sobre los medios de comunicación
durante más de medio siglo.
Sin dudas, han fracasado estruendosamente, pero hay que admitir que
algo han logrado: desde intelectuales muy competentes en sus complejas
especialidades hasta mucha gente común en Estados Unidos, se muestran
permeados por los efectos de la propaganda más negativa acerca de
todo lo que ha ocurrido en Cuba en los últimos 58 años.
Basta repasar cualquier periódico, revista, libro u otro medio de
prensa estadounidense, cualquier programa de televisión, de radio, o
película hollywoodense, para advertir que cada día durante más de
medio siglo el ciudadano medio usamericano ha sido sometido a un
barraje sistemático de diabólicas calumnias sobre Cuba.
Lo verdaderamente increíble es que en Estados Unidos haya subsistido
una cantidad tan notable de gente que haya resistido la embestida de
propaganda y presiones, y que hoy exista un crecido número de personas
con capacidad de discernir lo cierto de lo falso y se muestre capaz de
resistir las presiones que su gobierno les ha impuesto a la formación
de su propio juicio acerca de la decisión de los vecinos cubanos de
seguir el curso político independiente para el que la revolución
victoriosa desde 1959 le ha creado condiciones.
La arribazón de ciudadanos estadounidenses a Cuba luego de los
acuerdos que acompañaron al anuncio del restablecimiento de los nexos
diplomáticos el 17 de diciembre de 2014, fue resultado de un
resquicio que se abrió en la prohibición de los viajes a Cuba de los
ciudadanos USAmericanos al aprobarse que lo pudieran hacer con
licencias especiales para diferentes propósitos (familiares, de salud,
religiosos, de estudios, investigativos y otros) que permiten eludir
ciertas exigencias del rígido bloqueo legislado por el Congreso de
Washington en 1962.
Estos viajeros excepcionalmente autorizados para viajar a la Isla
prohibida no clasifican como turistas por exigencia de las leyes de un
"embargo", que tampoco quieren que sea llamado "bloqueo" dada la
eufemística voluntad estadounidense de minimizar su alcance en la
semántica, pero no en su objetivo ni su contenido.
Una vez en la Isla, los viajeros autorizados no pueden alojarse en los
lugares creados, adaptados o destinados preferencialmente para
turistas como suelen ser las playas, islotes y montañas. Por tal
motivo, solo pueden alojarse en las urbes y por ello provocan gran
concentración de extranjeros de extranjeros en La Habana y otros
lugares donde, como regla general, se alojan quienes visitan el país
por cuestiones de negocios u otras misiones de trabajo propias de las
áreas de concentración urbana.
Pero, en el caso de los estadounidenses, les está prohibido por su
gobierno sostener relaciones comerciales con Cuba y ello genera una
distorsión que afecta tanto al turismo como a la vida cotidiana de los
citadinos.
Las características de la Cuba "postcastro" que tanto interés
despiertan en los cubanólogos de otros países, dependerán siempre de
los propios cubanos que, gracias a la revolución se han armado de
todos los recursos materiales y legales para asumir por sí mismos, su
destino. En cuanto a sus vínculos con el poderoso vecino del Norte,
ese futuro dependerá, en buena medida, de la libertad de que
dispongan los estadounidenses para relacionarse con Cuba en pie de
igualdad y de solidaridad, sin la interferencia de Wall Street y de
los intereses de las corporaciones y consorcios multinacionales que,
desde Estados Unidos, imponen tensiones derivadas de sus ambiciones
hegemónicas que nada tienen que ver con los reales intereses
ciudadanos de esa nación.
Este enfoque es válido no sólo para el turismo.