Paranoia de Estados Unidos redobla la guerra informativa contra Rusia

Traducción desde el inglés por Sergio R. Anacona

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Esta semana se vieron renovados esfuerzos de parte de políticos y órganos de prensa norteamericanos para incrementar la guerra informática contra Rusia. La acción provino de la red social con base en Estados Unidos denominada Facebook declarando que "campañas coordinadas de influencia política" habían sido identificadas.

Al margen que el gigante de Internet admitiera que no conocía la verdadera identidad de los organizadores, eso no impidió que los medios de prensa y altos políticos norteamericanos en Washington se apresuraran a concluir que Rusia era la culpable (una vez más) de entrometerse en la política de Estados Unidos.

Nathaniel Gleicher, jefe de seguridad cibernética de Facebook fue citando diciendo que "en este tramo de nuestra investigación, no tenemos suficientes evidencias para establecer definitivamente quién está detrás de esto."

De algún modo esta infundada información fue milagrosamente transformada en "evidencia" que apunta hacia la "perversa actividad" de Rusia.

Mark Warner, miembro del Comité de Inteligencia del senado de Estados Unido, reaccionó frente al tema de poca o ninguna importancia con estas categóricas expresiones: "Las revelaciones de hoy constituyen una evidencia más que el Kremlin continua explotando plataformas como Facebook para sembrar la división y diseminar desinformación".

Resulta más bien asombroso que un destacado legislador norteamericano, que dirige la "comunidad de inteligencia" pueda hacer semejante absurda afirmación careciendo de un basamento concreto.

Hasta la Casa Blanca de Trump, que se encuentra atrapada en una telaraña de contradicciones, se vio forzada a llegar a conclusiones erróneas. Un vocero dijo que el presidente Donald Trump "no tolerará interferencia extranjera en nuestro proceso electoral de parte de ningún país o estado u otros factores malintencionados."

Se trata de un claro indicio de cómo el establecimiento político y los medios de prensa norteamericanos han devenido colectivamente en paranoicos cuando hacen febriles extrapolaciones basadas en insinuaciones infantiles y fatuo razonamiento.

En el siguiente comentario editorial de un despacho del New York Times se declara lo siguiente: "Al igual que la interferencia rusa en la campaña del año 2016, la recientemente detectada campaña trata de intensificar los divisionistas problemas sociales, incluso organizando eventos en el mundo real."

No existe una evidencia concreta que Rusia haya interferido en la elección presidencial de Estados Unidos el año 2016. Nada en absoluto. Moscú en repetidas oportunidades ha aseverado que no tiene nada que ver con los asuntos internos de Estados Unidos. El presidente Vladimir Putin lo reiteró a comienzos de este mes durante la cumbre de Helsinki con Trump. Aparentemente, Trump estuvo de acuerdo solo para dar un vuelco de 180 grados bajo la intensa presión de parte de opositores políticos en casa, quienes lo califican de "traidor".

No obstante a pesar de la falta de evidencias, el New York Times, como el resto de la prensa corporativa norteamericana y los políticos en Washington, tratan de convertir la ficción en realidad para luego emplearla como "evidencia" y substanciar nuevas ficciones como hechos concretos.

Sin embargo, los hechos pertinentes son excluidos, hechos tales como una compañía global como es Facebook, que alega tener una audiencia de dos mil millones de usuarios –más de un cuarto de la población mundial—cuyas cifras indican que la población de Estados Unidos, que suma unos 310 millones de habitantes, representa solo alrededor de un 15 por ciento del número total de usuarios de Facebook. Pareciera que Facebook es feliz haciendo miles de millones de dólares en ganancias por publicidad accediendo a todos esos extranjeros no norteamericanos. Pero cuando algunos de esos extranjeros suben mensajes o informaciones sobre la política y la sociedad norteamericana, luego entonces eso se considera "interferencia" en los asuntos internos de Estados Unidos.

El asunto es que Facebook y otras plataformas de medios con sedes en Estados Unidos son entidades globales. No se puede de las dos maneras. Si sus usuarios, predominantemente extranjeros, desean unirse a las conversaciones, a las agitaciones o incluso a rumores equívocos, entonces es así como es la cosa. Pareciera ser remilgadamente adorable para los capitalistas norteamericanos en línea y para los políticos caer en pataletas histéricas en torno a la "intromisión extranjera". Resulta en extremo ridículo extrapolar tales actividades precisamente a la "influencia del Kremlin".

Otro hecho es que la sociedad y la política moderna de Estados Unidos está desgarrada por divisiones y amarguras acerca de numerosos problemas que emanan de sus propios e inherentes problemas.

El presidente Trump está en guerra con grandes sectores del Congreso y de los medios de comunicación de masas.

Las denuncias acerca de "la colusión de Rusia" no son otra cosa que una "pantalla" con la cual atacarlo.

En la más amplia sociedad norteamericana se producen crecientes y ácidas disputas entre, por ejemplo, conservadores y liberales, nacionalistas de extrema derecha y anti fascistas, nacionalistas anti inmigrantes y defensores pro inmigrantes, religiosos evangélicos y laicos, a favor de la guerra y en contra de la guerra, agrupaciones a favor de las armas y abolicionistas, a favor de la policía y anti policiales, negadores del cambio climático y ambientalistas. La lista sigue creciendo.

Para que los políticos y los medios de prensa norteamericanos se refieran a "organizadores de internet" tomando a colación cualquier problema como "evidencia" de "sembrar la división" en la sociedad norteamericana y específicamente atribuir ese "esfuerzo" a la "interferencia rusa" eso representa un caso de espectacular negación de los onerosos desafíos que enfrenta la nación, desde adentro.

"La siembra de la división" en Estados Unidos es una consecuencia intrínseca de su propia erosión como sociedad monstruosamente desigual bajo una fallida economía corporativa financiero-capitalista que pareciera solo apoyarse a si misma promoviendo guerras ilegales alrededor del mundo y satanizando a los "extranjeros".

Culpar a Rusia o a cualquier otro "actor extranjero" por sus propios fracasos internos y avanzar a tropezones, constituye una negación de parte de aquellos políticos y medios de prensa de Washington que no desean rendir cuentas democráticamente.

Lo alarmante de la situación es que debido a las elecciones norteamericanas de medio período en el lapso de tres meses, deberemos esperar una intensificación de la guerra desinformativa contra Rusia como un "actor maligno". Se trata de una peligrosa ladera resbaladiza que desciende hacia histéricas acusaciones en el sentido que Rusia está cometiendo "un acto de guerra".

Ya se han hecho semejantes y deschavetadas acusaciones por parte de políticos y comentaristas de los medios de prensa. Así como las divisiones sociales en Estados Unidos se tornan cada vez más desesperadas, del mismo modo lo será la retórica anti Rusia de parte de los medios de prensa y políticos paranoicos.

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