26 de junio de 2025, Día de cierre de las conversaciones climáticas de la ONU en Bonn, Alemania.
En el día en que culminan las negociaciones climáticas de la ONU en Bonn, y ante el reconocimiento global de que el progreso ha sido limitado y desigual, las voces de los Andes venezolanos se suman con claridad, urgencia y dignidad. Mientras los delegados discutían sobre adaptación, mitigación y financiamiento, en los páramos merideños se hablaba desde la tierra que ya siente el colapso: Cuando los ríos bajan turbios, es la montaña la que llora.
Desde las alturas del páramo, donde nace el agua que sostiene la vida, declaramos:
1. Restaurar para adaptarnos
La adaptación climática no es una consigna diplomática: es una urgencia vital. En los Andes, adaptarse significa restaurar los bosques de niebla, regenerar suelos degradados y proteger las cabeceras de cuenca que alimentan los sistemas hídricos del país. Exigimos que los compromisos internacionales asumidos se traduzcan en políticas locales que reconozcan la restauración ecológica como una estrategia prioritaria de adaptación basada en ecosistemas. Esta restauración debe ser financiada de forma directa, transparente y sostenida, con protagonismo de las comunidades que la hacen posible.
2. Transición justa con justicia territorial
La transición energética y agroalimentaria debe ser justa, pero también profundamente territorial y cultural. En nuestras montañas, la justicia climática se construye con alternativas ecológicas comunitarias: regeneración de suelos, laboratorios de fitopatología y suelos, biofábricas, agroforestería con especies nativas, y saberes que escuchan a la montaña antes de sembrar. Reclamamos políticas públicas que reconozcan estos saberes como tecnologías vivas, capaces de sostener la resiliencia ecológica y social frente al cambio climático.
3. Detener la deforestación, regenerar la vida
El llamado global a detener la deforestación debe traducirse en acciones concretas en los Andes. Proponemos una agenda nacional de restauración de ecosistemas altoandinos, con enfoque biocultural, participación comunitaria y monitoreo territorial. Restaurar no es solo sembrar árboles: es sanar territorios, recomponer ciclos del agua y reconstruir vínculos entre naturaleza y cultura.
4. Financiar la resiliencia hídrica
El financiamiento climático debe llegar a donde nace el agua. Invertir en páramos es invertir en salud pública, soberanía alimentaria, seguridad hídrica y paz territorial. Exigimos mecanismos ágiles, descentralizados y con enfoque de equidad que reconozcan el rol de las comunidades como guardianas del agua y protagonistas de soluciones climáticas basadas en la naturaleza.
5. Gobernar con la montaña
La gobernanza climática debe ser sensible, anticipatoria y profundamente participativa. Gobernar también es sembrar sombra para el mañana. Llamamos a los gobiernos locales, nacionales y multilaterales a comprometerse con una visión de largo plazo, pero con acciones inmediatas que integre ciencia, espiritualidad, justicia de género y comunidad. La montaña no es un recurso: es una maestra, una aliada, una fuente de vida.
El 26 de junio de 2025, mientras en Bonn se trazaban los caminos hacia la COP30, desde los Andes venezolanos reafirmamos nuestro compromiso con el Acuerdo de París, pero también con nuestros ancestros, con los árboles que aún resisten y con las generaciones que vendrán.
Que la montaña deje de llorar. Que vuelva a cantar el agua.
Ing. Alvaro Zambrano Carrera
Ingeniero Forestal
Consultor Ambiental
Docente Universitario