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La NASA halla pruebas de la existencia de una fuente de calor bajo La Antártida

Ubicada bajo una región conocida como La Tierra de Marie Byrd y explica en parte el derretimiento que crea lagos y ríos bajo la capa de hielo.

La NASA ha encontrado nuevas pruebas de la existencia de una fuente de calor geotérmica bajo una región de la Antártida llamada La Tierra de Marie Byrd, que explica en parte el derretimiento que crea lagos y ríos bajo la capa de hielo.

Aunque la fuente de calor no es una amenaza nueva o creciente para la capa de hielo de la Antártida occidental, puede ayudar a explicar por qué la capa de hielo colapsó rápidamente en una era anterior de cambio climático rápido, y por qué es tan inestable en la actualidad.

La estabilidad de una capa de hielo está estrechamente relacionada con la cantidad de agua que la lubrica desde abajo, lo que permite que los glaciares se deslicen más fácilmente.

Comprender las fuentes y el futuro del agua de deshielo en la Antártida Occidental es importante para estimar la velocidad a la que se puede perder hielo en el océano en el futuro.

El lecho de roca de la Antártida está lleno de ríos y lagos.

Muchos lagos se llenan y drenan rápidamente, forzando a la superficie del hielo a cientos de metros sobre ellos a subir y bajar hasta 6 metros.

El movimiento permite a los científicos estimar dónde y cuánta agua debe existir en la base.

Hace unos 30 años, un científico de la Universidad de Colorado en Denver sugirió que el calor de una pluma del manto, una columna de material proveniente del manto terrestre, bajo La Tierra de Marie Byrd podría explicar la actividad volcánica regional y una formación topográfica similar a una cúpula.

Una imagen sísmica muy reciente ha respaldado este concepto. Sin embargo, cuando Héléne Seroussi escuchó por primera vez la idea, pensó que «era una locura».

«No vi cómo podríamos tener esa cantidad de calor y aún tener hielo encima», añade.

Con pocas mediciones directas de debajo del hielo, Seroussi y Erik Ivins, también del JPL, concluyeron que la mejor manera de estudiar la pluma del manto era modelarla numéricamente.

Para asegurar que el modelo fuera realista, los científicos recurrieron a las observaciones de los cambios en la altitud de la superficie de la capa de hielo realizados por el satélite IceSat de la NASA y la campaña Operación Ice Bridge en el aire.

Dado que se desconocía la ubicación y el tamaño de la posible pluma del manto, probaron una gama completa de lo que era básicamente posible para múltiples parámetros, produciendo docenas de diferentes simulaciones.

Descubrieron que el flujo de energía de la pluma del manto no debe ser superior a 150 mili vatios por metro cuadrado.

En comparación, en las regiones de Estados Unidos sin actividad volcánica, el flujo de calor del manto de la Tierra es de 40 a 60 mili vatios.

Bajo el Parque Nacional de Yellowstone , un punto caliente geotérmico muy conocido, el calor subterráneo es de aproximadamente 200 mili vatios por metro cuadrado promediado en todo el parque, aunque las características geotérmicas individuales, como los géiseres, son mucho más cálidas.

Las simulaciones de Seroussi e Ivins usando un flujo de calor superior a 150 mili vatios por metro cuadrado mostraron demasiada fusión para ser compatible con los datos espaciales, excepto en un lugar: un área en el interior del Mar de Ross conocida por flujos de agua intensos.

Esta región requirió un flujo de calor de al menos 150-180 mili vatios por metro cuadrado para estar de acuerdo con las observaciones.

Sin embargo, las imágenes sísmicas han demostrado que el calor del manto en esta región puede alcanzar la capa de hielo a través de una grieta, es decir, una fractura en la corteza terrestre, tal como aparece en el Gran Valle del Rift en África.

Se piensa que las plumas del manto son estrechas corrientes de roca caliente que se elevan a través del manto de la Tierra y se extienden como una capa debajo de la corteza.

La flotabilidad del material, en parte fundido, hace que la corteza se tire hacia arriba. La teoría de las plumas del manto se propuso en la década de 1970 para explicar la actividad geotérmica que ocurre lejos del límite de una placa tectónica, como Hawái y Yellowstone.

La pluma del manto de La Tierra de Marie Byrd se formó hace entre 50 y 110 millones de años, mucho antes de que naciera la capa de hielo de la Antártida Occidental.

Al final de la última glaciación hace alrededor de 11.000 años, la capa helada atravesó un período de pérdida de hielo sostenida y rápida cuando los cambios en los patrones climáticos globales y el aumento del nivel del mar empujaron el agua Alida más cerca de la capa de hielo, tal como está sucediendo hoy.

Seroussi e Ivins sugieren que la pluma del manto facilitar podría este tipo de pérdida rápida

Información adicional nos dice que:

Para 2100 solo quedará la hemeroteca para atestiguar que en los glaciares de lugares como el Monte Perdido (en los Pirineos) o en el Kilimanjaro (Tanzania) había hielo.

La Unión Internacional de Conservación de la Naturaleza (UICN) lanzó ayer el primer estudio sobre los glaciares que se encuentran en lugares Patrimonio de la Humanidad.

Han localizado hasta 19.000 de estas masas de hielo en 46 reservas de la lista de la Unesco.

Tras su estudio, la conclusión es que, para final de siglo, se extinguirán en 21 de estos 46 lugares en un escenario de altas emisiones y «solo» en 8 de los 46 sitios en el mejor de los casos.

En conjunto, el estudio prevé que entre el 33 y el 60% del volumen real de hielo se habrá perdido en 2100.

Las Montañas Rocosas de Canadá podrían perder más del 70%, mientras que el Parque de Los Glaciares de Argentina, donde está el Perito Moreno y se encuentran algunos de los mayores glaciares del mundo, podría perder hasta el 60% del hielo.

El director del Programa de Patrimonio Mundial de la UICN, Peter Shadie, ha advertido que perder estos icónicos glaciares «sería una tragedia y supondría consecuencias mayores para la disponibilidad de los recursos hídricos, el nivel del mar y los patrones meteorológicos».

«Este descenso sin precedentes podría también arriesgar la relación de sitios de la lista actual del Patrimonio Mundial.

Los Estados deben reforzar su compromiso para combatir el cambio climático y aumentar sus esfuerzos para preservar los glaciares para las generaciones futuras», ha manifestado.

El estudio combina datos del inventario global de glaciares, una revisión de la literatura existente y modelos de computación deseables para analizar el estado actual de estos glaciares Patrimonio de la Humanidad, así como su evolución reciente y los cambios en su masa previstos a lo largo del siglo XXI.

En caso de no tomar medidas, algunos de los paisajes icónicos del Patrimonio Mundial conocerán el impacto por el aumento de las temperaturas.

En América del Norte, el Waterton Glacier International Peace Park, las Montañas Rocosas de Canadá o el Parque Olímpico Nacional podrían perder más del 70 por ciento de sus glaciares actuales en 2100, incluso en un escenario «drásticamente bajo» de emisiones de CO2.

En Europa este contexto supondrá la desaparición de los glaciares pequeños en los Pirineos, en el lugar Patrimonio de la Humanidad del Monte Perdido antes de 2040, mientras que en el suroeste de Nueva Zelanda, el Te Wahipounamu podría perder entre el 25 y el 80 por ciento del hielo actual en curso a lo largo de este siglo.

Más allá de estos resultados alarmantes, los autores insisten en el papel clave que los glaciares juegan para los ecosistemas y las sociedades a escala global.

La conservación de los glaciares podría servir como de disparador para enfrentar el asunto sin precedentes del cambio climático.

El autor principal del estudio y miembro de la Comisión Mundial de áreas protegidas, Jean-Baptiste Bosson, ha reclamado que para preservar estos icónicos glaciares en los lugares Patrimonio de la Humanidad se acometa un necesario y urgente recorte de las emisiones de gases de efecto invernadero. «

Esta es la única forma para evitar a largo plazo un descenso irreversible de los glaciares y sus consecuencias en cascada para el patrimonio natural, social, económico y migratorio», ha advertido.

Asimismo, insiste en que este trabajo sobre el descenso de los glaciares incide en la necesidad de realizar acciones individuales y colectivas para lograr las aspiraciones en materia de mitigación y adaptación del Acuerdo de París contra el cambio climático.

El cambio climático es la mayor amenaza y la más rápida para los sitios naturales Patrimonio de la Humanidad, según denuncia la UICN en un informe que concluye que el número de enclaves amenazados se ha duplicado entre 2014 y 2017.

Los autores han desarrollado por primera vez un inventario de glaciares en la lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO y ha documentado 19.000 glaciares presentes en 46 de los 247 sitios del Patrimonio Natural de la Humanidad.

No se debe ser débil, si se quiere ser libre

01 07 2025



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Antonio Daza


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